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Enfoque

Jorge Vargas Cullel | 8 de Marzo 2007

Casi estoy seguro que no fue mi hermano quien le encaj� “Pantera Rosa” a Pantera Rosa, el que nos cortaba el pelo en una barber�a del centro de San Jos�. Aunque usaba corbat�n rosado hoy creo que ese nombre de guerra se deb�a a sus galones como habitu� del Pantera Rosa Night Club de Plaza V�quez. Ten�a cerros de revistas, algunos ejemplares viejos de Sol y Sombra, sillas para pelar de las de antes y contertulios que parec�an parte del mobiliario. Al tanto de los �ltimos chismes, los comensales tornaban el sitio en un moledero de cuentos que luego uno repet�a. Con ellos la honra ajena se perd�a sin m�s tr�mite. Al calor de una dur�sima discusi�n entre Pantera Rosa y un viejillo escuch� una afirmaci�n cuya l�gica a�n hoy me intriga: “La prueba de que el hombre no lleg� a la Luna (en 1969) es el terremoto de Managua (en 1971)”.

Hasta hace poco, barber�as (y pulper�as) ayudaban a la formaci�n del clima de opini�n p�blica. Eran espacios informales de deliberaci�n m�s all� del control del Estado y de los medios de comunicaci�n. En su lugar ha surgido un mundo electr�nico mucho m�s vibrante y diverso donde se trafica informaci�n, opiniones, cuentos y rumores. Los celulares (con sus mensajes de texto) y, especialmente, Internet con sus blogs, chats, emails, informativos y el www.youtube.com moldean una opini�n p�blica capaz de reaccionar en tiempo real a los acontecimientos. En el 2003 el Gobierno espa�ol perdi� una batalla crucial en la opini�n p�blica cuando un masivo intercambio de mensajes por celular convenci� a parte del electorado que hab�a manipulado la tragedia de los atentados terroristas.

En un d�a cualquiera me llegan boletines electr�nicos sobre la realidad pol�tica, invitaciones a leer blogs, denuncias an�nimas sobre fulano y mengano (y hasta sobre m�), as� como discusiones acerca de los m�s diversos temas. Es un mundo donde priva la absoluta libertad de expresi�n y por ende campea el error y la hip�rbole; no existe el foul ni la responsabilidad: soy yo el que debe filtrar y no un censor que exige la verdad en cada comunicaci�n. Confieso que me cuesta separar la paja del grano pero ello me obliga a estar atento. En nuestro pa�s, por ejemplo, buena parte de la batalla de opini�n p�blica sobre el TLC se libra hoy calladamente en Internet, m�s �gilmente que en la propia TV.

Lo que pasa es que Internet est� confinada a los grupos medios y altos. Este mundo de opini�n p�blica, con todo y sus exageraciones, debiera estar abierto a cualquiera, como las barber�as y pulper�as. Asegurar el acceso universal a Internet es construir ciudadan�a, una tarea democr�tica que Pantera Rosa sin saber hac�a.

(La Naci�n)

Jorge Vargas Cullel | 8 de Marzo 2007

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