• Lecci�n de Leonardo Boff, sabio brasile�o, en la Universidad de Costa Rica, titulado “ Humanidades hoy en Am�rica Latina”
Para m� es un honor dictar esta conferencia en el contexto de la apertura de los cursos de Estudios Generales de esta Universidad.
Conozco muchas universidades en el mundo, sea en Oriente, sea en Occidente, pero en ninguna de ellas he sentido tanta consistencia y coherencia como con los Estudios Generales de esta Universidad.
En abril empezar� un semestre como profesor visitante en Estudios Generales de la Universidad de Munich donde estudi�, pero son clases puntuales por un semestre.
Aqu� es algo permanente y continuo que tiene como consecuencia crear una visi�n humanista del mundo, una perspectiva muy importante de la realidad porque va a significar un nivel m�s alto de la poblaci�n en su condici�n ciudadana, su cuota de la historia que aqu� se hace, los retos que vienen de la realidad.
Quiero reconocer este esfuerzo que hace la Universidad de Costa Rica.
El tema es “Las humanidades hoy en Am�rica Latina”. Voy a tratar de alargar el tema, porque hoy Am�rica Latina es una peque�a provincia del gran complejo sistema de La Tierra.
Y como todos sabemos, hoy la sociedad mundial est� en el ojo de una inmensa crisis de civilizaci�n, una crisis de sentido y de falta de rumbo hist�rico. No sabemos hacia d�nde vamos y somos entregados a un sistema econ�mico que absorbi� lo pol�tico y que hace de todo mercanc�a: desde el sexo hasta la Sant�sima Trinidad, con todo se puede ganar dinero.
Y todo eso se rige por la competencia y no por la cooperaci�n. Por eso hay tantos millones y millones de marginados y de excluidos.
Yo veo dos pensadores trascendentales que nos ayudan a entender este momento hist�rico que son Max Weber y Frederick Nietzsche, que han intuido la ra�z de la crisis que sufrimos, pero que empez� mucho antes.
Max Weber mostr� que la sociedad moderna se construye sobre el pensamiento funcionalista, sobre la burocracia, sobre la secularizaci�n que ha producido el desencantamiento del mundo.
Vivimos desencantados: desencantados con el mundo, desencantados con la pol�tica, desencantados con nuestras personalidades pol�ticas, desencantados con Bush, desencantados incluso con Lula y no en �ltimo lugar, desencantados con Ronaldinho y Ronaldo, que nos han avergonzado en el �ltimo Campeonato Mundial. Vivimos en la era del desencanto y �c�mo reencantar a la humanidad?
Nietzsche nos trae otro elemento que es la muerte de Dios. No es que Dios muri�, porque un Dios que muere no es Dios. Es que nosotros hemos matado a Dios, nos dice Nietzsche. �Qu� significa esto? Que Dios no tiene relevancia social, no se construye cohesi�n alrededor de la idea de trascendencia de Dios. Y por eso vivimos en el desamparo existencial.
Ese anuncio de Nietzsche que Dios muri� tiene consecuencias graves porque ha creado una desaparici�n del horizonte ut�pico de la humanidad. Por millares de a�os, la humanidad encontraba en las religiones una referencia trascendente, la raz�n para estar juntos, para crear una comunidad y la cohesi�n social. Ahora eso ya no funciona. Eso no significa que impera el ate�smo, porque lo que se opone a la religi�n no es el ate�smo. Lo que se opone a la religi�n es la ruptura, la falta de un lazo que ligue y religue todas las cosas. Y hoy vivimos colectivamente rotos desde dentro y desamparados.
Es en ese contexto hay que entender la gravedad de la crisis actual, que tiene un agravante muy importante, porque hasta hoy se dec�a, vamos al encuentro de una gran crisis civilizacional, crisis del sistema de la vida, crisis del sistema de La Tierra.
Un hecho important�simo que para m� significa una ruptura en la conciencia colectiva de la humanidad. En los primeros d�as de febrero de este a�o en Par�s, cuando el Panel Intergubernamental de los Cambios Clim�ticos que involucra a m�s de 2000 cient�ficos de la ONU, nos ha dado los datos reales de la situaci�n de La Tierra. Que estamos ya dentro de un cambio irrefrenable de La Tierra, que La Tierra va a calentarse entre 1,8 hasta 4 y en algunos sitios 6,4 grados Celsius y que eso va a significar en los pr�ximos 30 o 40 a�os inmensas devastaciones en el sistema de la vida. Millones de personas pueden desaparecer.
Seg�n James Lovelock, el formulador de la Teor�a Gaia de La Tierra como s�per organismo vivo que acaba de lanzar el libro La venganza de Gaia, hasta el a�o 2050 o 2060 -tal vez sea exagerado, pero tiene autoridad para decirlo- puede desaparecer cerca del 80% de la humanidad. Y cuando ha estado en Brasil en octubre dijo: Brasil que ha tenido el privilegio de tener tanto sol, ser� su desgracia, pr�cticamente contar� con dos tercios del pa�s inhabitables por exceso de calor y habr� una sabanizaci�n acelerada porque la Amazonia no aguanta esos niveles de calentamiento.
Esta realidad nos hace pensar. No basta solamente, como sugiere el documento de esos cient�ficos, adaptarse a la nueva realidad, ni es suficiente aminorar los efectos da�inos del calentamiento global, sino que hay que ir a algo m�s profundo: hay que refundar el sentido de la vida, hay que recrear una nueva espiritualidad, es decir, un nuevo sentido m�s amplio de nuestro pasar por este mundo, de nuestra coexistencia como seres humanos, para hacer que la Tierra, la humanidad, puedan, sigan teniendo futuro.
A la desesperaci�n y al desencantamiento yo creo que hay que contrarrestarlos con motivos que nos hagan descubrir razones para seguir viviendo, con cambios, con adaptaciones, pero desde un nuevo paradigma de civilizaci�n.
La cuesti�n de fondo es, �c�mo salir de esta crisis?
Si la crisis es global, la soluci�n tambi�n tiene que ser global. Y para eso hay que mirar lejos hacia atr�s, mirar lejos hacia delante y mirar lejos hacia arriba, porque cuando entramos en crisis nos planteamos las cuestiones m�s fundamentales: qui�nes somos nosotros, de d�nde venimos, hacia d�nde vamos, cu�l es nuestro lugar en el conjunto de los seres de la naturaleza, cu�l es nuestra misi�n en este mundo.
En momentos de crisis esas son las cuestiones b�sicas que hay que contestar, personalmente cada uno y colectivamente las comunidades humanas, la humanidad que se encuentra globalizada.
Tenemos que crear una especie de vi�tico m�nimo para poder caminar y dar sentido a nuestra existencia, bajo estas amenazas que pesan sobre nosotros.
Yo quiero hablar acerca de mirar lejos hacia atr�s, �de d�nde venimos? Yo veo que el ser humano tiene por lo menos cuatro enraizamientos: c�smico, biol�gico, hist�rico-cultural y personal.
Todos nosotros venimos de una inmensa deflagraci�n que ocurri� hace 13,7 mil millones de a�os. Venimos del Big-Bang. En un primer momento est�bamos todos juntos, en aquel punto m�nimo cargado de energ�a y materia condensada que explot�, y ah� empez� el proceso de evoluci�n.
Ese proceso se va expandiendo, creando las grandes estrellas rojas, dentro de las cuales se formaron todos los elementos f�sico-qu�micos que constituyen nuestra realidad, que es la realidad de todo el universo.
Nosotros somos seres c�smicos por eso, porque tras el famoso isomorfismo del universo, tenemos los mismos elementos constituyentes. Somos hijos de ese inmenso proceso, cargamos en nuestra piel y en nuestro cuerpo todos esos elementos. Tambi�n cargamos las cuatro energ�as fundamentales que sustentan el universo y a cada uno de nosotros, que son la energ�a gravitacional, la electromagn�tica, la nuclear d�bil y la nuclear fuerte. Somos seres c�smicos y tenemos una dimensi�n c�smica que no hay que negar. No tenemos que sentir verg�enza de pertenecer a una realidad que nos desborda por todas partes.
Pero somos tambi�n seres vivos. Hace 3,8 mil millones de a�os irrumpi� la vida desde una complejidad enorme del proceso de evoluci�n. La vida es un cap�tulo de la evoluci�n c�smica y la vida humana es un subcap�tulo del cap�tulo de la evoluci�n c�smica. Cuando se realiz� una complejidad m�s alta, irrumpi� la vida humana.
Cuando hace 5 o 6 millones de a�os, nuestros ancestros antropoides sal�an a recolectar alimentos y a cazar para comer, no com�an como hac�an los animales para s�, sino que lo tra�an todo para el grupo y lo repart�an fraternalmente y cooperativamente entre ellos. Ese gesto de cooperaci�n es fundador de la humanidad. Permiti� el salto de la animalidad a la humanidad. Por eso es que la cooperaci�n, la solidaridad, la interdependencia de unos y otros no es una ley entre otras; es la ley fundamental del universo y de la vida humana.
Por eso es tan perverso el capitalismo que pone todo el acento en el individuo, en la competencia y no en la cooperaci�n. Somos seres vivos, mejor dicho somos mam�feros vivos, mam�feros conscientes. �Por qu� mam�feros? Porque hace 125 millones de a�os, cuando emergieron los mam�feros, emergi� algo �nico que no hab�a antes en la historia: naci� el afecto, el cuidado, el cari�o, el amor que cada mam�fero tiene por sus cr�as.
Nosotros venimos de esta tradici�n, somos seres de cuidado, seres de sensibilidad, sensibilidad que hace falta en el mundo de hoy.
Cuando en 1952 James D. Watson y Francis H. C. Crick, han decodificado el c�digo gen�tico, han hecho un hallazgo que es �nico en la historia de la ciencia: se han dado cuenta que todos los seres vivos, desde la bacteria m�s originaria hasta los animales m�s grandes como los dinosaurios, pasando por los colibr�es y llegando a nosotros, todos los seres vivos tienen fundamentalmente el mismo c�digo gen�tico, tienen los mismos 20 amino�cidos y las mismas cuatro bases fosfatales. Eso significa que todos los seres vivos son parientes, son hermanos y hermanas, son primos entre ellos, constituyen la gran comunidad de vida y nosotros somos una parte de esa comunidad de vida. Lo que Francisco de As�s no intu�a en su m�stica c�smica cuando llamaba al hermano sol y hermana luna, y hermanos y hermanas al p�jaro, al gusano que intenta cruzar el camino. A todos ellos los llamaba con la dulce palabra de hermanos y hermanas. �l intu�a algo que para nosotros es una experiencia emp�rica-cient�fica, somos de hecho hermanos y hermanas.
Entonces el ser humano tiene esa ancestralidad junto a otros seres vivos.
Somos seres c�smicos, somos seres vivos, pero tambi�n somos seres culturales-hist�ricos.
Todos los vivientes tienen �rganos especializados que les garantizan la supervivencia y la vida, el ser humano no; biol�gicamente es un ser defraudado, no tenemos ning�n �rgano especializado.
Tenemos que intervenir la naturaleza. Tenemos que crear nuestro h�bitat, nuestro hogar. Y estamos obligados a hacer cultura, a hacer historia, a intervenir la realidad, crear el �mbito que protege nuestras vidas y defiende nuestra existencia. La acumulaci�n de esas intervenciones significa la cultura y la historia. Nosotros somos seres culturales.
La evoluci�n posiblemente jam�s iba a producir este micr�fono o esas luces el�ctricas, pero a trav�s del ser humano ha producido una cultura, la tecnolog�a, sin las cuales nosotros no tendr�amos condiciones de supervivencia. Lo ha hecho de mil formas diferentes, por eso hay tantas culturas, tanta diversidad de expresiones humanas. Podemos ser humanos de mil formas diferentes: podemos serlo como latinoamericanos, como guaran�es, como yanomamis, como chinos, como hind�es. Mil formas de estar presentes y de organizar el mundo, y mostrar la capacidad inagotable del capital del ser humano.
Somos seres c�smicos, seres biol�gicos, seres culturales, pero tambi�n somos seres con la �ltima irreductibilidad, que es la historia personal de cada uno. Cada uno es irrepetible en el universo, cada uno es uno y �nico. Por eso en cada persona humana, hombre o mujer, de alguna manera culmina el proceso de evoluci�n, porque tenemos capacidad de decidir, de plasmar nuestro futuro. Por m�s condicionantes que tengamos, y m�s presiones que suframos de todas partes, hay un punto de decisi�n: cada persona tiene su singularidad, que el gran fil�sofo franciscano medieval Juan Dun’s Escoto llamaba la “exeitas”, la “extidad”. Este ser humano aqu� es irrepetible, es �nico en la historia pasada, ser� �nico en la historia futura. Pero �l tiene algo de sagrado, de �nico, porque es un proyecto infinito, que por su libertad puede dar un destino a su vida, feliz o infeliz, realizada o frustrada, desde el momento �nico de constituci�n de nuestra individualidad, de nuestra personalidad. Y eso hay que reconocerlo como un dato filos�fico, ontol�gico, es decir irreductible del ser humano. Cada uno es �nico y tiene su destino y es responsable por ese destino, cada uno tiene la capacidad de ejercer su libertad como decisi�n, es decir, algo que pone una realidad nueva en la historia.
Si queremos salir de la crisis hay que mirar lejos hacia atr�s. Hemos pasado tantos millones de a�os y hemos llegado aqu�. �C�mo va el camino hacia delante? Hay que mirar lejos hacia delante.
Yo creo que tenemos cuatro retos fundamentales para el futuro que nos toca vivir.
PRIMERO. De cara a la crisis y al clamor ecol�gico, hay que garantizar el futuro de La Tierra, y ese futuro no est� garantizado. Ese gran cosm�logo y cient�fico, Carl Sagan, dijo en su testamento: las fuerzas directivas del universo ya no pueden garantizar el futuro de La Tierra, porque la hemos agredido y explotado a tal punto que ha sobrepasado el 25 por ciento de su capacidad de regeneraci�n. Si queremos garantizar el futuro de La Tierra tenemos que poner un alto pol�tico, tenemos que querer que la tierra tenga futuro. Y es lo que nos piden los �ltimos datos que nos vienen de la ciencia de La Tierra de la ecolog�a: tenemos que actuar porque si no actuamos en un espacio limitado de tiempo, vamos hacia la devastaci�n.
Incorporar la visi�n que los astronautas nos hay transmitido de La Tierra, que desde sus naves espaciales, mirando desde sus ventanas dec�an, La Tierra es peque�a, cabe en la palma de mi mano, puedo esconderla por detr�s de mi pulgar. Ah� en esa Tierra est� todo lo que sagrado, venerado, amado: mi familia, mis hijos, mi patria. Tenemos que incorporar esa visi�n, que es un planeta peque�o, el tercero del sistema solar. Un sol vagabundo de quinta categor�a, que est� a 27 mil kil�metros del centro de nuestra galaxia, al interior de la espiral de Ori�n. Galaxia nuestra que es mediana, peque�a, entre cien mil millones de otras galaxias. Ah� est� nuestra Tierra, peque��sima, un p�lido punto azul, pero ah� estamos nosotros. El universo entero camin� para que lleg�ramos a este punto y hablar de esas cosas todos. Si hubiera otros cambios y otras relaciones, no estar�amos aqu� para hablar de todo esto.
Esta cosa peque�a, que los astronautas dicen muchas veces que desde las naves no hay diferencia entre tierra y humanidad. Es la misma gran unidad: tierra y humanidad. Por eso entendemos a ese gran cantante argentino ind�gena, Atahualpa Yupanqui, dec�a que la tierra y el ser humano son una misma realidad, una misma cosa. El ser humano es la tierra que camina, la tierra que siente, que piensa, que ama, que cuida y hoy la tierra que entra en alarma. Nosotros somos tierra. Por eso es que hombre viene de “homo”-“humus”; la tierra fecunda, la tierra f�rtil. Por eso es que Ad�n significa Hijo de Adam�, la tierra madre, la tierra buena.
Somos seres terrenales. Somos la misma tierra que en el momento de su evoluci�n empez� a sentir, amar, pensar. Por eso no podemos negar nuestras ra�ces terrenales. Y esta tierra puede sucumbir debido a la irresponsabilidad sistem�tica de los seres humanos.
Nuestra civilizaci�n hace ya trescientos a�os que se ha propuesto a esta insania; explotar en forma sistem�tica, continuada, todos los recursos de la tierra. El suelo, subsuelo, el aire. Esa tierra ya no aguanta, est� bajo un “estr�s” terrible y nosotros tenemos que garantizar el futuro de La Tierra.
Como dec�a el profesor �ngel Ocampo: “debemos cuidar de La Tierra, porque ella pertenece a nuestros hijos e hijas, pertenece a nuestros nietos y nietas”. Nosotros somos hu�spedes de La Tierra y por amor a aquellos que todav�a no han nacido, debemos aprender a amar lo invisible, respetar y cuidar de La Tierra. Porque ellos tienen derecho de habitarla, para que ella sea habitable, que tenga suficiente para todos, que tenga un aire respirable, que puedan pisar los suelos sin contaminarse.
El gran reto que tenemos es c�mo garantizar el futuro del sistema de La Tierra. Porque no es solamente el futuro de Costa Rica, de Am�rica Latina. No. De la totalidad, porque somos provincias y Costa Rica es una provincia bella, radiante, de este gran planeta Tierra.
SEGUNDO PUNTO. Mirando hacia delante y mirando lejos, es garantizar la supervivencia de la humanidad. Y eso no es poco, porque de nuevo en nuestra insania hemos construido una m�quina de muerte, con armas biol�gicas, qu�micas y nucleares que pueden destruir de 25 formas diferentes toda la humanidad, sin dejar ning�n superviviente; eso ha creado el ser humano. Y hace poco en Le Monde Diplomatique, se daban estos datos: el 70 por ciento de la inteligencia mundial est� metida en proyectos militares, en proyectos de guerra. Solamente una humanidad insana, solamente universidades que no tienen estudios generales, humanistas, como tiene esta Universidad, puede llegar a esta expresi�n de la demencia; alimentar la m�quina de muerte.
En uno de los encuentros en que particip� sobre derechos humanos con Gorbachov, �l dec�a que hoy por hoy se venden y se construyen m�s armas de muerte que en los tiempos de la Guerra Fr�a. Porque la construcci�n de armas exige inmensas inversiones de capital, investigaci�n cient�fica de punta; es el m�s grande mercado mundial junto con el mercado de las drogas.
Hay que garantizar la supervivencia de la humanidad que no est� garantizada. La cultura de la guerra hay que contrarrestarla con la cultura de la paz. A los h�roes militares hay que contraponer los h�roes de la paz, del amor a la humanidad, los que han servido a las causas buenas de la humanidad.
TERCER RETO. Garantizar la unidad de la familia humana, porque el gran riesgo hoy es hacer la bifurcaci�n de la familia humana. Por una parte aquellos que tienen acceso a todos los medios de vida, que pueden eventualmente vivir hasta 130 a�os, porque es la edad de nuestras c�lulas, y eso es solamente para 1,6 mil millones de personas. Pero ocurre que nosotros somos 6,5 mil millones de personas. La otra parte de la humanidad vive como en la tradici�n, muriendo con 50 o 60 a�os; no es como aqu� en Costa Rica donde las personas superan los 70 a�os. En Brasil yo estar�a ya muerto, porque tengo 68 a�os, y la edad media es de 64 a�os. Yo estar�a vencido por la usura del tiempo.
Entonces, �como mantener la unidad, la no bifurcaci�n de la vida humana? Porque los ideales de igualdad, de uni�n, son muy d�biles en la historia de la humanidad; es una historia de enfrentamientos y guerras.
El gran riesgo es que ya no nos consideremos como semejantes, sino como desiguales, como diferentes, de otra especie que no sea la especie humana. Por eso es que los serbios castraban a los musulmanes de Yugoslavia. Por eso podemos torturarlos, matarlos, sin ofender la carta de los derechos humanos, porque ellos “no son humanos”. Tantos piensan as� ahora.
Y ese fil�sofo Richard Rorty, de los Estados Unidos, que escribi� un bell�simo art�culo sobre c�mo la degradaci�n de la cultura hace que nosotros no seamos solamente diferentes, sino que seamos tratados como desiguales, de otra especie que no sea la especie humano. C�mo mantener la familia humana sentada alrededor de la mesa, disfrutando de la generosidad de la naturaleza, en casa como hermanos y hermanas.
CUARTO RETO. C�mo garantizar la singularidad, la identidad de Am�rica Latina, de Costa Rica, porque el proceso de globalizaci�n a nivel cultural es una especie “hamburguerizaci�n” del mundo, de uniformaci�n de h�bitos, de m�sica, de visiones del mundo. Ser�a una desgracia que en la naturaleza hubiera solamente cucarachas para desesperaci�n de las mujeres, o solamente escorpiones para desesperaci�n de los hombres. Lo importante es la biodiversidad. Cu�ntos m�s �rboles, p�jaros, peces mejor; porque la interdependencia de todos con todos hace que tengan futuro, que puedan sobrevivir. Entonces tenemos que defender la biodiversidad. Una parte de la globalizaci�n como la etapa nueva, la etapa planetaria de la humanidad.
Que los pueblos que estaban perdidos por ah� en sus regiones, se encuentran todos juntos, se encuentran en un �nico lugar que es el planeta Tierra como casa com�n. Pero traen la riqueza de sus experiencias hist�ricas, de sus identidades nacionales, de sus experiencias espirituales, de su cultura, de su m�sica; todo eso revela la riqueza. C�mo hacer el capital m�s grande. Inagotable es el capital humano que todav�a no fue desarrollado plenamente, porque somos un proyecto infinito. Yo veo ah� que hay que preservar y ofrecer a la humanidad este inmenso ensayo civilizatorio de magnitud hist�rica que hemos hecho aqu� en Am�rica Latina.
Solamente a mi pa�s vinieron representantes de 60 etnias, naciones y pueblos diferentes. De cada pa�s de Am�rica Latina se puede decir lo mismo. De todas las partes del mundo vinieron inmigrantes que han constituido nuestros pueblos. C�mo guardar ese ensayo civilizatorio exitoso, porque con algunas excepciones, tenemos la convivencia en las diversidades, la aceptaci�n de unos y otros.
Segundo, en este continente esta la m�s grande biodiversidad de planeta. “La Pacha Mama”, la madre tierra, fue muy generosa en nuestro continente. Somos el continente m�s desigual de la tierra; m�s que �frica. �frica es m�s pobre, pero tiene m�s igualdad. Y a pesar de eso tenemos una riqueza de biodiversidad fant�stica, porque aqu� est� la mayor superabundancia de agua dulce, que ser� dentro de poco el bien m�s escaso de la naturaleza. Aqu� en Am�rica Latina tenemos m�s del 24% de toda el agua dulce del mundo, asequible al consumo humano. Aqu� tenemos la m�s grande biodiversidad del planeta. Solamente en un espacio similar a un campo de f�tbol, la flora y la fauna amaz�nica tiene m�s animales y especies vegetales que toda Europa junta. Esta es una propulsi�n fant�stica del misterio de la vida.
Aqu� en Am�rica Latina est� el regulador del clima de todo el planeta. Los pa�ses amaz�nicos con las forestas h�medas que regulan todo el clima del planeta. El futuro de la humanidad en t�rminos ecol�gicos, pasa por Am�rica Latina. Tenemos una responsabilidad inmensa de cuidar esas forestas de las partes verdes.
Tenemos que rescatar nuestro pasado, las grandes sabidur�as de los pueblos originarios, aztecas, incas, mayas quechuas, misquitos, y tantas culturas que aqu� tenemos, de mucha sabidur�a, con saber ecol�gico que debe ser preservado y continuamente revisado. Tenemos que superar el presente con tantas desigualdades y preparar el futuro para que Am�rica Latina pueda ofrecer lo que tiene no solo para su beneficio sino para la humanidad.
VOY LLEGANDO AL FINAL. Necesitamos mirar lejos hacia arriba. Miramos lejos hacia atr�s y hacia delante, pero ahora hay que mirar hacia arriba que es la otra dimensi�n del ser humano.
Yo creo que hay que desarrollar una visi�n espiritual del mundo, como la manera m�s corta, m�s inmediata de encontrar una soluci�n. Cuando yo hablo de encontrar una visi�n espiritual del mundo, no estoy hablando de una visi�n religiosa del mundo. Las religiones no tienen el monopolio de la espiritualidad. La espiritualidad es la dimensi�n de lo humano. Tenemos el cuerpo y somos parte del cosmos. Tenemos una psique que es parte de toda la vida interior de todos los seres vivos. Pero tenemos tambi�n el esp�ritu, que es aquel momento de la conciencia por el cual nos sentimos parte de un todo, que nos desborda por todas partes. Por el esp�ritu captamos que las cosas no est�n puestas una al lado de la otra, sino que todo forma un inmenso sistema. Forma un cosmos ordenado. Que hay un velo que liga y re-liga todas las cosas, que el universo tiene un mensaje que decirnos la majestad de las estrellas, la grandeza de la complejidad, que todas las cosas tienen su otro lado, su dimensi�n que nos habla que el ser humano es aquel que puede escuchar, descifrar los mensajes que vienen de la realidad, que puede escuchar su propio coraz�n y los llamados a la generosidad a la compasi�n, al amor, al cuidado por todo lo que vive y existe, porque lo que existe merece existir, y todo lo que vive merece vivir.
Esa dimensi�n de la espiritualidad subyace en todas las iniciativas y alternativas posibles, en t�rminos de paradigma, de esa civilizaci�n que nos ha llevado a esa crisis mundial. Porque mirar hacia arriba nos hace mirar una percepci�n nueva del ser, de la �ltima realidad, y del ser humano portador de esa realidad. Necesitamos una espiritualidad.
Como dec�a el gran te�logo del siglo pasado, Karl Rahner, el siglo XXI ser� un siglo de espiritualidad, o no ser�. Espiritualidad en ese sentido profundo del ser humano, que es capaz de vivir, aceptar, elaborar valores que no sean esos materiales del consumo, del utilitarismo, sino valores de la gratuidad, del amor, la amistad, y de la compasi�n de cara a los que sufren, de cuidado de la tierra y de nuestra vida y nuestro futuro.
Quiero terminar con el texto de las escrituras judaico-cristianas. En un momento habla Dios as�: “Hoy tomo el cielo y la tierra como testigo, yo les pongo la vida y la muerte, la bendici�n o la maldici�n. Elijan la vida para que t� y tus descendientes puedan vivir. Elijan la vida”.
Nosotros hemos elegido la vida y estoy seguro que todos ustedes tambi�n han elegido la vida.
Columnista huésped | 31 de Marzo 2007
2 Comentarios
El sabio brasile�o Leonardo Boff, en su excelente exposici�n, nos hace pensar y reflexionar sobre nuestra responsabilidad sobre el cuidado del Planeta Tierra, nuestro h�bitat, la casa de los que nos precedieron y la de los que vendr�n.
Habla de esa conciencia c�smica que debe despertar en nosotros para abandonar los actos depredadores y destructores que generan ganancias materiales y siembran el caos.
Gracias profesor Boff por tan magn�fica conferencia.
Pues habla bonito don Leonardo y est� dotado de una inmensa capacidad y conocimiento admirables, PERO no aporta nada a la realidad mundial que vive la humanidad.