Por Antonio �lvarez Desanti
Los indicadores econ�micos que present� el pa�s al concluir el a�o 2006 son bastante alentadores. El crecimiento de la econom�a fue m�s que aceptable, el reto actual es mantenerlo en esos niveles, o a�n mayores, pero de manera sostenida. La inflaci�n se encuentra en un d�gito, siendo el paso siguiente bajarla a los niveles propios de los pa�ses desarrollados. La inversi�n extranjera sigue creciendo, aumentando las reservas del Banco Central a niveles tan elevados que por primera vez en muchos a�os se ha dado una presi�n a la apreciaci�n del col�n frente al d�lar, lo que ha obligado al Central a tener que intervenir en el mercado cambiario para mantener la banda inferior del tipo de cambio.
Sin lugar a dudas el 2006 fue un buen a�o, lo que refleja un buen cierre de la Administraci�n Pacheco y un buen inicio de la Administraci�n Arias.
Esta perspectiva econ�mica es propicia para que en el 2007 tengamos mucho m�s dinamismo, con un sector privado agresivo en inversiones generando nuevas empresas y empleos. Para ello es importante que el gobierno avance en los programas de desregulaci�n y de gobierno digital para facilitar la generaci�n de negocios e inversiones; que promueva la inversi�n p�blica en infraestructura con recursos propios y con la concesi�n de obra p�blica (si alg�n d�a la nueva ley llega ser aprobada y tener vigencia), que fomente la modernizaci�n y agilizaci�n de servicios aeroportuarios y portuarios, entre otras acciones urgentes a implementar.
Pero quiero referirme a un tema mucho m�s profundo, que requiere la cuidadosa atenci�n del gobierno y �ste es, enfrentar la creciente desigualdad social que tenemos en el pa�s, con el fin de que el crecimiento econ�mico beneficie al mayor n�mero y se geste una mayor equidad en nuestra sociedad. Sin lugar a dudas, el paso de tener una econom�a en crecimiento es ya de por s� importante, pero hay que tener presente que el crecimiento por s� mismo no redistribuye autom�ticamente la riqueza generada.
La tarea de promover un mejor reparto de esa riqueza no es exclusiva de las fuerzas del mercado, m�xime en la era de la globalizaci�n que sesga a favor de la concentraci�n. El grande se hace m�s grande. Por ello se requieren acciones fundamentales del Estado y pol�ticas p�blicas que hagan justicia con un reparto m�s equitativo de la riqueza. Esto significa mejorar la educaci�n, lanzar al INA agresivamente a implementar programas de capacitaci�n de la fuerza laboral que pueda mejorar los niveles de empleo y por ende los salarios (lo que adem�s aumenta nuestra competitividad como pa�s) elevar la cobertura de los programas de salud de buena calidad y eficiencia, as� como los programas de vivienda, acueductos y alcantarillados.
Para lograrlo, se requiere una reforma importante en las finanzas p�blicas que es el mejor instrumento para promover esa redistribuci�n de la riqueza. Entre otros, se requiere aumentar la inversi�n y controlar el gasto p�blico, pasar a los presupuestos por programas que el se�or Ministro de Hacienda conoce muy bien, porque desarroll� el tema con profundidad en su paso por la academia, y por supuesto, impulsar la reforma fiscal progresiva que genere justicia tributaria.
Este tema inexplicablemente el gobierno lo ha pospuesto con una visi�n cortoplacista, que si bien es muy c�moda, es una cara factura que deber�n pagar las futuras generaciones. Hay una m�xima que dice que no existe el momento oportuno para hablar de reformas fiscales, pero lo que s� es indiscutible, es que es m�s f�cil hacerlo cuando las empresas generan dinero y los flujos de caja alegran a los empresarios, que en las �pocas de recesi�n cuando los n�meros son rojos y las caras largas.
La Costa Rica que a�oramos no se construye s�lo con crecimiento, requerimos que los beneficios lleguen al mayor n�mero y que el Estado participe activamente en lograrlo.
Columnista huésped | 15 de Marzo 2007
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