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Mensaje fraterno

Columnista huésped | 25 de Febrero 2007

Por Ignacio Trejos, Obispo Em�rito de San Isidro de El General

No tenemos aqu� ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro”. (Hebreos 13,14)

En esta cuaresma, el Se�or nos invita a todos sus hijos, sin excepci�n, a reflexionar a fin de que cambiemos nuestra manera de pensar y de actuar. La Palabra de Dios nos llama a ser sensatos.

Costa Rica es la Patria terrena que el Se�or nos ha prestado en esta vida temporal. Es de todos. Nos sobran razones para amarla de coraz�n.

Se equivocan nuestros gobernantes si piensan que s�lo a ellos les pertenece y pueden proceder a su antojo. Nos equivocamos igualmente nosotros los gobernados si pensamos que no debemos colaborar para ser bien gobernados. Lo que prevalece siempre es el bienestar comunitario.

Mal har�amos si pretendemos honrar nuestra bandera tricolor hal�ndola unos de un lado y otros del otro con toda violencia. L�gico, peor a�n resultar�a si convertimos a nuestra instituciones p�blicas en v�ctimas de nuestros atropellos.

Nada bueno engendran la codicia, la ambici�n, el orgullo, la obstinaci�n de creernos siempre en posesi�n de la verdad, por una parte. Por otro parte, igual de est�ril es permitir que se nos arrebaten, ya sea por indiferencia o por cobard�a, los intereses nacionales que a todos nos pertenecen.

Repetimos, se imponen la sensatez y el di�logo como preludio de esa paz que siempre nos ha caracterizado a los costarricenses y que no se compra con todo el dinero del mundo.

Nuestra ni�ez y nuestra juventud se merecen lo mejor de nuestra parte. La paz es fruto de la justicia y esta consiste en reconocer y otorgar lo que corresponde a cada una de las partes.

Todo es vuestro, dice San Pablo, vosotros sois de Cristo y Cristo es de Dios.

Da al C�sar lo que es del C�sar y a Dios lo que es de Dios, dice Jesucristo. Si Dios a todos nos ha regalado una Patria bendita, esta misma debe servir de antesala a todos, para llegar a la definitiva del cielo, como promesa y recompensa futura que �l mismo nos garantiza.

�De qu� le sirve al hombre ser due�o del mundo entero si al fin pierde su alma? Ese Padre Com�n que es Dios, nos bendice siempre si sabemos comportarnos como hermanos.

Bendiciones a todos en su nombre

Columnista huésped | 25 de Febrero 2007

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