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Chisporroteos

Alberto F. Cañas | 17 de Febrero 2007

Hay un momento en nuestra vida, en que dejamos en verdad de ser ni�os. No es biol�gico sino existencial, y es aquel en que trabamos conocimiento con la muerte. Cuando ella deja de ser una cosa de viejos y afecta nuestro ambiente, nuestro entorno, nuestra vida.

Pasan los a�os y vemos, desde aquel momento, como se van nuestros mayores, nuestros maestros, los que nos ense�aron, condujeron y formaron, y c�mo es a nosotros a quienes toca desempe�ar un papel en la conducci�n de la sociedad, como consecuencia de haber alcanzado una madurez biol�gica.

La tercera etapa, la vejez, se inicia cuando los que comienzan a irse son los coet�neos, los compa�eros, los camaradas, y esto nos da conciencia de que nuestro mundo particular se disminuye. El ritmo es acelerado naturalmente. Se van, se van y se van, y adquirimos conciencia de que cada d�a no solo somos menos, sino que importamos menos.

Ustedes habr�n captado con qu� frecuencia creciente (que luego pasar� a ser m�s espaciada) escribo sobre alguien cuya partida hace mayor la soledad puesto que hace menor la sociedad. Quiero decir la sociedad particular, �ntima, de la gente con que vivimos.

Hoy vengo a hablar de un gran amigo que me ha dejado. De ese gran ciudadano, deportista y ser humano que fue Carlos Manuel Barrantes.

Nos conocimos hace mucho, cuando su familia viv�a frente a mi bufete de abogado, y eso trajo una relaci�n ocasional y cordial que consist�a en que cuando me encontraba en la acera con su padre don Gilberto o con �l, nos deten�amos a conversar. Pero coincide en mi recuerdo la muerte de su padre con mi acercamiento a Carlos Manuel, que se convirti� por ese entonces en uno de mis amigos m�s cercanos, asiduos, frecuentes y queridos.

Gran pescador deportivo, su efigie engalana nuestra Galer�a del Deporte, y eso es lo que tuvo de figura p�blica. Pero lo m�s interesante era el hombre, el empresario que confesaba haber descubierto que su verdadera vocaci�n hab�a sido la de acad�mico, pero que no hab�a logrado meterse en ese campo, estudiar Ciencias Pol�ticas, Historia, Antropolog�a, alguna de esas carreras que �l llamaba “estrictamente del cerebro”.

Pero vivi� rodeado y rode�ndose de acad�micos. Tuve la suerte de participar en una costumbre que tuvo hasta hace pocos a�os, de reunir de cuando en cuando, en la finca de su padre, a grupos que estuvieran dispuestos a pasar con �l un fin de semana conversando, discutiendo, arreglando el mundo. Era un privilegio ser invitado a esas sesiones junto a Rodolfo Cerdas, Jos� Luis Molina, Daniel Gallegos, Rodolfo Solano Orfila… la lista se podr�a prolongar, en ese curioso ateneo donde Carlos Manuel Barrantes indagaba, interrogaba, y con frecuencia dictaba fallos, resum�a y obligaba a los concurrentes a llegar a conclusiones.

La amistad con un hombre as� de inteligente e inquieto, es invaluable. Desde que cay� enfermo, hace unos pocos a�os, algunos lo visitamos semana de por medio, con el pretexto de ver pel�culas antiguas o modernas, pero sobre todo para comentar luego con �l libros recientes, la actualidad, la realidad del mundo, los grandes problemas de la Patria, y con alguna frecuencia temas hist�ricos. Y era una enorme satisfacci�n para m�, coincidir con �l en casi todo.

Hace unos meses, sus males se agravaron. En cada una de mis visitas lo ve�a decaer. Pero su esp�ritu no deca�a. No perd�a su humor, ni su curiosidad ni su af�n de enterarse, de saber, de comprender, de definir. Su cuerpo estaba enfermo pero su mente segu�a inquieta y su maravillosa vocaci�n de estudio, intacta.

No cre� que su enfermedad se lo llevara con tanta rapidez. La muerte siempre tiene un contingente de sorpresa. Lo que pienso ahora es que pasado ma�ana lunes, Jos� Joaqu�n Ulloa, Eladio Jara, mis primas In�s y Flora Gil y yo, ten�amos cita con �l y con su esposa, para disfrutar de la conversaci�n y del chocolate… pero tendr� que irme acostumbrando a que la compa��a, el talento y la amistad de Carlos Manuel Barrantes se me han acabado.

(La Rep�blica)

Alberto F. Cañas | 17 de Febrero 2007

5 Comentarios

* #1394 el 17 de Febrero 2007 a las 09:01 AM Luis Paulino Vargas Sol�s dijo:

Cada vez menos, s�. Pero la verdad, no es asunto de m�s o de menos. Es que como don Beto solo uno. Viejo admirad�simo, maestro de muchas generaciones. No es cierto que cada vez importe menos. A muchos, much�simos, nos importa cada d�a m�s. Y cada d�a lo queremos y lo respetamos m�s.

Y a los que estamos as�, como en mitad del trayecto, la imagen de don Beto aparece a la par de la de los chicos y chicas valientes y patriotas. Esos, por ejemplo, del Movimiento Estudiantil Alternativo. Muchachos y muchachas que resisten y luchan con la fuerza de su convicci�n y de su amor por Costa Rica frente a la confabulaci�n descarada de los vendepatrias de la prensa y del gobierno Arias S�nchez.

Entre el vigor incansable y la lucidez inacabable de don Beto y la energ�a catacl�smica de esta juventud enamorada de su pa�s. Para los que andamos en la mitad del trayecto el compromiso se duplica, pero tambi�n se duplican las ganas de que nuestro paso por la vida y por la historia de este pueblo nuestro, no sea en vano.

* #1401 el 18 de Febrero 2007 a las 06:35 AM Carlos Luna Tort�s dijo:

Es una verdadera l�stima ver c�mo en nuestro pa�s se ha perdido tanto el respeto, como el cari�o por las personas de, como dice Don Beto, la tercera etapa. Cu�nto nos vedamos, de esa forma, de aprovechar toda la energ�a y la sabidur�a que ellos han acumulado al pasar de los a�os.

Por mi parte, aunque nunca he tenido el honor de conocerle personalmente, es una bonita oportunidad para manifestarle el respeto y la admiraci�n que le tengo.

Que Dios le bendiga siempre.

* #1403 el 20 de Febrero 2007 a las 06:07 PM Joaquin Vargas dijo:

Siempre es un placer leer las columnas de don Alberto Ca�as. Esta en particular est� llena de reverencia, nos deja en silencio reflexivo, porque el maestro contempla el misterio de la vida y lo comparte con nosotros, abri�ndonos la intimidad de su coraz�n. Don Beto, perm�tame con todo respeto decirle que usted nos importa mucho, tanto como aquella generaci�n an�nima que le import� mucho, tambi�n, lo que Unamuno escrib�a, en tiempos confusos y de lucha, y lo esperaba en los diarios, como la palabra deseada, as� como lo esperamos hoy a usted.

* #1405 el 21 de Febrero 2007 a las 02:30 PM Gerardo Brenes dijo:

Yo tuve el honor de ser alumno de otro Alberto, Ca�as tambi�n por cierto, el hijo, fundador, junto con su hermano Daniel de la escuela de Computaci�n del Instituto Tecnol�gico de Costa Rica que hoy por hoy, como dir�a Don Alberto padre, contin�a siendo el trapito de doming�ear del TEC. Recuerdo que una vez, siendo alumno de Alberto, Daniel era el Director del Centro de C�mputo y nosotros unos estudiantes que andabamos haciendoles marcaci�n estampilla a ambos porque derrochaban conocimiento a la vez que humildad. M�s de una vez en el famoso bocho amarillo de Daniel, nos dimos una vuelta por La Granja y posiblemente Don Alberto padre no recuerde pero para nosotros era un motivo de profundo orgullo el estrechar su mano. Qu� Dios lo bendiga a usted y sus hijos. Mea Culpa por no mencionarle antes cuanto, posiblemente sin saber, impact� usted positivamente la vida de varias generaciones de ingenieros en computaci�n del Instituto Tecnol�gico de Costa Rica.

* #1412 el 23 de Febrero 2007 a las 06:09 PM Joaquin Vargas dijo:

Que casualidad soy el que escribi� la respuesta 1403 y tambi�n ex-alumno G79, de la Escuela de computaci�n del TEC y de Alberto (hijo) y Daniel Ca�as. Uno m�s que est� en deuda “impagable” con los Ca�as ingenieros, y con Don Alberto el maestro de nuestra �poca. Gracias a todos.

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