Por Hilda Chen Apuy
�Hemos entrado en la era at�mica�. Ese era el titular con grandes letras en la primera p�gina de uno de los principales peri�dicos neoyorquinos, el seis de agosto de 1945. Un avi�n de guerra norteamericano hab�a lanzado ese d�a la primera bomba at�mica para que explotara sobre el centro de la ciudad japonesa de Hiroshima. Nunca en la historia de la humanidad hab�a sucedido algo tan devastador y terrible. Tres d�as despu�s otro avi�n dej� caer la segunda bomba sobre la ciudad de Nagasaki. Nuevamente, devastaci�n y muerte para cientos de miles de ciudadanos japoneses. El Jap�n se rindi� y la II Guerra Mundial termin� con el triunfo de Estados Unidos de Am�rica sobre su enemigo en el Pac�fico.
Como estudiante universitaria en ese pa�s, no pude entender en esos momentos el significado del inicio de la era at�mica o nuclear. De regreso en Costa Rica, un profesor de qu�mica me prest� un peque�o libro publicado en Inglaterra, donde se explicaba el alcance del horror de la destrucci�n causada por esas bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. La oportunidad de viajar a Jap�n en 1979 para investigar durante seis meses los cambios en ese pa�s durante la posguerra, me permiti� una visita a las dos ciudades bombardeadas en 1945, y ponerme en contacto con acad�micos japoneses de las universidades en ambas ciudades. Tambi�n busqu� toda clase de literatura que se refiriera a las consecuencias de esos bombardeos sobre la poblaci�n civil. Me estremec� leyendo tantas cosas en novelas como La lluvia negra del escritor Masuji Ibuse o los dibujos en los libros de Keiji Nakasawa en su serie titulada Hadashi no gen (Gen descalzo). Pude tambi�n visitar un peque�o museo de unos pintores que dedicaron su vida a exponer visualmente la tragedia de las ciudades bombardeadas.
En los a�os siguientes mi inter�s por los efectos de la radioactividad no s�lo causados por las guerras sino tambi�n como resultado de los accidentes en las plantas nucleares, como fue el famoso en Ucrania en la planta de Chernovtsy, me hacen hoy escalofriarme ante la posibilidad de que en Costa Rica se establezcan f�bricas norteamericanas para producir armas de guerra que utilicen componentes nucleares. Esa posibilidad es una certeza en el caso de aprobarse el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, puesto que ninguna ley ni decreto puede oponerse a lo que permite el TLC.
Me pregunto si en nombre de la libertad de comercio y de la apertura del pa�s a las empresas norteamericanas de cualquier tipo, tenemos el derecho de comprometer la supervivencia de la poblaci�n costarricense.
(La Prensa Libre)
Columnista huésped | 8 de Enero 2007
2 Comentarios
Respetad�sima y admirada Do�a Hilda… no s� si Ud. se enter� de la noticia que a continuaci�n le copio..porque esto realmente nos estremece… ser�n bombas nucleares “inteligentes”… Saludos�
Washington, 7 ene (PL) El gobierno estadounidense planea anunciar en breve un nuevo proyecto de armas nucleares con unas llamadas cabezas h�bridas y ojivas a prueba de robos, report� hoy el diario New York Times.
Se espera que la administraci�n del presidente George W. Bush confirme la construcci�n del mort�fero artefacto a finales de la semana venidera, y ser�a la primera gran modificaci�n de cohetes at�micos norteamericanos en dos d�cadas.
Los misiles combinar�n elementos tecnol�gicos procedentes de dise�os de dos laboratorios de armas diferentes, y varios expertos ya alertaron que se trata de un experimento muy arriesgado, coment� la fuente.
De acuerdo con especialistas del Pent�gono, la nueva arma reemplazar�a parte del actual arsenal de ojivas estadounidenses, y es un modelo m�s fiable frente a eventualidades como detonaciones accidentales.
El Concilio Nacional de Armas Nucleares adelant� que los proyectiles ser�n montados en submarinos, y tendr�n un costo aproximado de 100 mil millones de d�lares.
Humidemente creo que este articulo deberia empezar por explicar el ataque a de Pearl Harbor por parte de los japoneses, para aquellos que no conozcan la historia, y lo que hubiera sucedido si esos ataques no se hubieran llevado a cabo.