Por la Asociaci�n Ciudadan�a Activa - [email protected]
Diciembre es particular en la historia de Costa Rica. En este mes, seg�n la legislaci�n, todos los cantones eligen en forma directa al alcalde y a otras autoridades locales. Tan importante acto es una herencia pues las Cortes de C�diz determinaron que todos los a�os, en diciembre, los pueblos elegir�an las autoridades locales o ayuntamientos.
Igualmente, en 1821, el ayuntamiento de Ujarr�s solicit� guardar el 1� de ese mes �como recordaci�n festiva de la memoria de la libertad�: esto, en virtud de que en esa fecha se aprob� el Pacto Social Fundamental Interino o Pacto de Concordia, considerado por algunos estudiosos como la �primera carta fundamental de la nacionalidad costarricense�.
Del mismo modo, desde hace varios a�os, seg�n establece el calendario escolar, el 1� de diciembre es el D�a de la Abolici�n del Ej�rcito.
Aunque, en esta fecha, como en otras efem�rides nacionales, la presencia de la poblaci�n es m�nima o del todo brilla por su ausencia, el acontecimiento evocado reviste extraordinaria importancia.
En efecto, debido a varios factores, entre ellos la herencia colonial, despu�s de 1821, el ej�rcito no tuvo en Costa Rica el mismo peso que en otras latitudes, pese a que el ej�rcito vivi� una ��poca de oro� entre 1870 y 1890, y que, durante muchos a�os, el presupuesto asignado a la guerra fue mucho mayor que el otorgado a la educaci�n, de modo que, todav�a en 1914, en el pa�s hab�a m�s soldados que maestros.
Por razones de espacio no es posible ahondar en este tema. Cabe enfatizar, eso s�, que, en 1948, un conjunto de factores coyunturales favorecieron la iniciativa del Ministro de Seguridad P�blica, �dgar Cardona, para abolir el ej�rcito como instituci�n permanente.
As�, el 1� de diciembre de 1948, en el Cuartel Bellavista, don Jos� Figueres Ferrer, en nombre de la Junta Fundadora de la Segunda Rep�blica, declar� disuelto el Ej�rcito Nacional. En esa ocasi�n, pronunci� unas bellas palabras que mantienen plenamente su actualidad:
�Los hombres que ensangrentamos recientemente a un pa�s de paz [�] no esgrimimos el pu�al del asesino, sino el bistur� del cirujano. Como cirujanos nos interesa ahora, m�s que la operaci�n practicada, la futura salud de la naci�n, que exige que esa herida cierre pronto, y que sobre ella se forme cicatriz m�s sana y m�s fuerte que el tejido original.
�Somos sostenedores definidos del ideal de un nuevo mundo en Am�rica. A esa patria de Washington, Lincoln, Bol�var y Mart� queremos hoy decirle: �Oh, Am�rica! Otros pueblos hijos tuyos tambi�n te ofrendan sus grandezas. �La peque�a Costa Rica desea ofrecerte siempre como ahora, junto con su coraz�n, su amor a la civilidad, a la democracia, a la vida institucional!�
Mentalidad civilista. La disoluci�n definitiva del ej�rcito fue obra de la Asamblea Nacional Constituyente. Esa medida fue de enorme envergadura desde el punto de vista pol�tico-institucional del pa�s pues, como han se�alado varios investigadores, se elimin� la g�nesis de una casta militar en Costa Rica.
Desde entonces se ha instaurado en la patria, en especial en las j�venes generaciones, una mentalidad rotundamente civilista, enemiga de todo lo que huela a predominio de lo militar sobre lo pol�tico. Por dicha, esa mentalidad civilista ha constituido, sin duda, uno de los elementos esenciales de la identidad nacional.
Hoy, 58 a�os despu�s de la abolici�n del ej�rcito, mucho tenemos a�n que aprender de las lecciones que nos han legado los constituyentes.
Debemos luchar para que esa tradici�n se mantenga inc�lume; para que las diferencias que se presenten entre los costarricenses, por m�s profundas que sean, se ventilen en un marco de legalidad, de concordia y de respeto al orden jur�dico; para que no haya espacio para la producci�n ni trasiego de ning�n tipo de armas, ya sea desde una peque�a pieza de un simple fusil hasta la elaboraci�n de �combustible nuclear�; para que cualquier diferencia se resuelva sin recurrir a encapuchados ni descalificaciones macartistas an�nimas; para que todos los asuntos los sigamos resolviendo dentro de las mejores tradiciones costarricenses.
(La Naci�n)
Columnista huésped | 19 de Diciembre 2006
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