� Palabras en la presentaci�n del libro El camino del socialismo cu�ntico, de Rolando Araya Monge (Editorial Norma).
�Tienen los principios esenciales del nuevo paradigma cient�fico, es decir, esencialmente los postulados de la teor�a de la relatividad y de la mec�nica cu�ntica, consecuencias pol�ticas? Fritjof Capra lo trata de responder, y lo hace con toda soltura, desde luego, en El punto crucial. Y Macrometanoia, de Antonia Nemeth-Baungartner, junto con La gran bifurcaci�n, de Ervin Laszlo, constituyen esfuerzos significativos en ese camino de an�lisis, as� como El yo cu�ntico y La sociedad cu�ntica, dos libros ya casi cl�sicos de Dana Zohar.
Pero sin duda el libro de Rolando Araya, El camino del socialismo cu�ntico, viene a ampliar muy significativamente esa brecha de an�lisis, y se constituir� con todo derecho en un verdadero parteaguas intelectual en nuestro continente y m�s all� de �l. Habr� sin duda traducciones y reediciones, porque se har�n necesarias. Este libro contribuir� de modo esencial a profundizar el importante debate actual de la izquierda democr�tica, latinoamericana y mundial, por encontrar su nueva, su verdadera identidad, en los albores del siglo XXI.
Pero con este libro, no estamos frente a una obra que se limite al an�lisis pol�tico-ideol�gico, aunque lo incluye. Estamos hablando de una superaci�n conceptual definitiva, en el �mbito de la teor�a social y pol�tica, de los elementos fundamentales del paradigma que muere, del viejo paradigma, que ya hab�an sido desbaratados por completo en el �mbito de la f�sica, de la biolog�a y de la psicolog�a. Hablar de socialismo cu�ntico implica romper, en el campo de la pol�tica, con el reduccionismo, el mecanicismo, el empirismo materialista cerrado, la visi�n fragmentada del mundo, la divisi�n absoluta entre mente y materia, que sirven de fundamento causal a los viejos valores �ticos, a las viejos principios morales y los viejos conceptos pol�ticos que modelaron la sociedad occidental de los �ltimos siglos.
No voy a abundar en el camino intelectual seguido por Rolando Araya para hacer plenamente visible la conexi�n entre la nueva f�sica, y en general, el nuevo paradigma cient�fico, y una s�lida y clara visi�n de la sociedad que anhelamos. Ese an�lisis, riqu�simo y a la vez dotado de la sencillez de las grandes certidumbres, dif�cilmente admite un resumen. Baste rese�ar la utilizaci�n por parte de Rolando, de una categor�a conceptual de primera importancia en la nueva f�sica, el concepto de orden implicado, desarrollado por uno de sus autores preferidos, David Bohm. Dice Rolando: �Hay un orden implicado social, basado en los valores, las creencias, los arquetipos, las tradiciones, y es el �mbito donde se gesta la construcci�n del orden explicado y donde se sit�an las superestructuras ideol�gicas. Todo cambio verdadero se gesta en el orden implicado.� Por eso, con una frase trascendental que en alg�n sentido resume el prop�sito de su libro, el prop�sito de �fundamentar un socialismo sin base materialista�. Y el autor insiste con un concepto definitivo: �las puertas del cambio solo se abren por dentro�. Es decir, desde la conciencia. Y desde el coraz�n, como veremos.
Ya de lleno en esa l�nea de an�lisis, Rolando, nos recuerda que el �economicismo� es el producto intelectual m�s aut�ntico del materialismo y la modernidad, y consiste en situar lo econ�mico en el centro de la cultura. �El ser humano es mucho m�s complejo que un homo oeconomicus, y la realizaci�n de su libertad pasa por trascender la entelequia del materialismo econ�mico�.
Y aqu� quisiera detenerme un instante para destacar algunas de las principales implicaciones se�aladas por Rolando Araya, en el �mbito de la sostenibilidad ambiental y en el campo de la �tica social. Para la nueva visi�n bioc�ntrica y ecoc�ntrica que sustenta el paradigma cient�fico emergente, el an�lisis de las premisas ideol�gicas y las realidades hist�ricas del desarrollo de la econom�a capitalista no dejan duda de que �capitalismo� y �desarrollo sostenible� son t�rminos y realidades intr�nsecamente contradictorios. La expansi�n ilimitada del crecimiento, que constituye el eje medular del sistema econ�mico en el que estamos inmersos, dada en un entorno limitado, en un mundo finito, con recursos limitados, solo puede conducir al desastre social y ecol�gico.
La l�gica esencial del capitalismo, y de su expresi�n contempor�nea, la globalizaci�n corporativa neoliberal, persigue un crecimiento econ�mico y productivo ilimitado e infinito, en un medio, en una realidad, en un entorno y en una fuente de recursos �la naturaleza, la tierra, la vida� necesariamente finitos y limitados. Por esa raz�n, los te�ricos del sistema �la mayor�a de los economistas acad�micos, pues hoy el capitalismo es la econom�a� en lugar de incorporar en sus an�lisis las variables ecol�gicas y sociales, las excluyen expresamente.
Y no tienen otra salida ni otra soluci�n, pues la din�mica interna, la l�gica inherente al capitalismo, es necesariamente contradictoria con las posibilidades de sostenibilidad �de la sociedad, de la propia econom�a, de la cultura, y desde luego, del ambiente, de la naturaleza y de sus recursos limitados�.
En el an�lisis econ�mico de la escuela neocl�sica o en su derivaci�n actual, el neoliberalismo globalizante, todos los costos sociales y ambientales son puestos de lado, sin que se perciba o se quiera percibir en lo m�s m�nimo que en materia ambiental no hay �otro lado�, y que en un ecosistema finito no existe �otra parte�, pues todo est� interconectado, todo es parte de todo, como adem�s lo ha destacado claramente la nueva f�sica y lo recalca Rolando.
En el proceso de desarrollo del sistema capitalista y en la expansi�n irrestricta de la econom�a de mercado, todo se convirti� en mercanc�a, desde el trabajo humano hasta la tierra, la naturaleza, y la propia vida. Conceptual y materialmente, las personas fueron convertidas en simples �recursos humanos� y la tierra y toda la riqueza de la vida natural, fueron convertidas en �recursos naturales�. Por esa v�a, se degrad� implacablemente el trabajo humano �en alg�n sentido lo que define al hombre como hombre�, y se expoli� en forma tambi�n implacable e incontrolada el medio ambiente natural. Hoy, ese mismo sistema econ�mico, desarrollando sin l�mites su propia l�gica, pretende convertir la biodiversidad, la naturaleza en su infinita riqueza y complejidad, la vida misma, en simples �recursos gen�ticos�, explotables con la misma sa�a, con la misma voracidad y con el mismo irrespeto con que por siglos han sido explotados los hombres y su entorno natural.
Leonardo Boff �un gran referente de Rolando� pone de manifiesto la contradicci�n intr�nseca entre el modelo de desarrollo que se ha impuesto en todo el planeta y las posibilidades de sostenibilidad, en una s�ntesis clar�sima: ��Se puede aplicar la sustentabilidad al tipo de desarrollo/crecimiento moderno, cuya l�gica se apoya en el saqueo de la tierra y en la explotaci�n de la fuerza de trabajo? Aqu� se configura una contradicci�n in adiecto en los mismos t�rminos de su formulaci�n. Y esto es v�lido especialmente en el capitalismo, que se basa en la apropiaci�n privada de la naturaleza y sus recursos; �l es particularmente antinatural.�
El sistema econ�mico que hoy pretende dominar la tierra �en el que �el mercado ha sustituido a la democracia y la econom�a ha suplantado a la pol�tica�, dice nuestro autor, a todo lo cual Rolando Araya lo llama con raz�n la �corporatocracia� �, es sencillamente incompatible por esencia, con las posibilidades de sostenibilidad social y ambiental, si aceptamos la definici�n abarcadora m�s coherente del concepto de desarrollo sostenible, aportada �una vez m�s�, por Leonardo Boff. Cargada de espiritualidad, esa definici�n, muy comprensiva y abarcante, dice: �Sostenibilidad significa aqu� (en la ecolog�a social) la capacidad que un ecosistema posee de incluir a todos, de mantener un equilibrio din�mico que permite la subsistencia de la mayor biodiversidad posible. M�s que un proceso lineal, se trata de un proceso complejo, circular, de inter-retro-dependencia, sin explotar o marginar a nadie�.
La realizaci�n pr�ctica de ese concepto es absolutamente imposible en el viejo paradigma, y es incompatible en t�rminos tambi�n absolutos con la globocolonizaci�n neoliberal. Bien lo se�al� Marx, desde hace mucho m�s de cien a�os: ��la producci�n capitalista solo sabe desarrollar la t�cnica y la combinaci�n del proceso social de producci�n, socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre.�
El proceso econ�mico en marcha no tiene salida ni futuro, ni el sistema de capitalismo neoliberal globalizado tiene posibilidades hist�ricas de supervivencia social, econ�mica o pol�tica, pues implica necesariamente la explotaci�n, la exclusi�n y el hambre. Como ya se indic�, un modelo de crecimiento econ�mico infinito sencillamente no es posible en un mundo con recursos finitos. As� lo se�ala David Loy en una obra se�era, sobre teor�a social budista, El gran despertar: ��para que los otros cinco mil millones de personas vivan del modo que lo hacen los mil millones m�s ricos se necesitar�an los recursos de cuatro planetas m�s�. Y agrega: �La biosfera, que desde una perspectiva ecol�gica podr�a considerarse tanto nuestra madre como nuestro hogar, se mercantiliz�, convirti�ndose en una colecci�n de recursos a explotar. La vida humana se mercantiliz� en trabajo, o tiempo de trabajo y precio acordado seg�n la oferta y la demanda�Todos quedaron reducidos a medios que la nueva econom�a usaba para generar m�s capital para m�s desarrollo, para m�s beneficios, ansiando m�s capital para m�s desarrollo, para m�s beneficios��
Por su propia e inherente l�gica, la obtenci�n del m�ximo de ganancia a cualquier costo, la maximizaci�n de las utilidades, se convierte en el objetivo primordial, y si se quiere �nico, de la empresa capitalista. La actividad econ�mica empresarial se reduce a la b�squeda de utilidades. Fritjof Capra lo expresa con toda claridad: �El respeto por las personas, por la naturaleza y por la vida no forma parte de la mentalidad empresarial�. Y agrega una consideraci�n especialmente grave, pero por dura no menos cierta: ��de hecho, los dirigentes empresariales creen que las empresas est�n exentas de valores y se les deber�a permitir funcionar fuera del orden moral y �tico�. Eso ser�a rechazado por el discurso p�blico de los dirigentes empresariales, sin duda, pero esa es la realidad pr�ctica: �negocios son negocios� dice la sabidur�a popular.
El mismo David Loy, ya citado, expresa la realidad de la vida empresarial corporativa, de una manera contundente. Despu�s de recordar que las empresas son ficciones legales que se hayan desenraizadas de la tierra y sus criaturas, y que no comparten las responsabilidades que derivan de la efectiva y real pertenencia a la biosfera, concluye: �Lo m�s importante de todo es que una empresa no puede amar. El amor implica ser consciente de la interrelaci�n con los otros, y vivir de modo que encarne nuestra preocupaci�n por su bienestar. El amor no es una emoci�n sino un verdadero compromiso con otros que incluye responsabilidad hacia ellos, una responsabilidad que trasciende nuestros propios intereses individuales. Si ese sentido de responsabilidad no est� presente, el amor no es verdadero. Las empresas no pueden expresar ese amor ni vivir seg�n �l, no solo porque son inmateriales, sino porque su responsabilidad principal es crear riqueza para los accionistas que son sus propietarios. Un director de empresa que intenta subordinar la rentabilidad de su compa��a a su amor por el mundo, perder� su posici�n, pues no cumple su responsabilidad financiera para con sus accionistas.�
En esa dimensi�n, y expuestas las cosas con esa claridad, no tenemos m�s remedio que concluir que -con m�s frecuencia de lo que desear�amos-, la llamada �responsabilidad social corporativa� termina siendo sin duda m�s un mero instrumento de relaciones p�blicas que la manifestaci�n aut�ntica de una pol�tica corporativa �con coraz�n�, como la que reclama Rolando Araya no solo para la pol�tica empresarial, sino para la pol�tica general, para la pol�tica a secas.
Una manifestaci�n adicional de ese enfoque anti�tico lo proporciona la tesis neoliberal de la competencia como elemento esencial de la vida social. Se habla de competitividad sist�mica como estrategia central del desarrollo, reelaborando un darwinismo social mal entendido y equivocado, que postula una lucha por la sobreviviencia reducida a la competencia salvaje, y a la victoria a costa de la destrucci�n y la muerte del Otro. Ya la nueva biolog�a, la biolog�a del nuevo paradigma, nos ha demostrado c�mo lo esencial, lo dominante, lo generalizado en la naturaleza no es la competencia, sino la cooperaci�n. Basta leer a Brian Goodwin en un libro ya cl�sico, Las manchas del leopardo. En la naturaleza, las manifestaciones de competencia son como sardinas que de vez en cuando emergen aisladas en un verdadero oc�ano de cooperaci�n, simbiosis, complementariedad y ayuda mutua. La competencia no es un fen�meno natural biol�gico, sino un producto sociocultural humano, artificial, y sin ra�ces biol�gicas v�lidas.
Porque debemos comprender que detr�s de toda la cantinela sobre el libre comercio, la sociedad del conocimiento, la competitividad y dem�s �conos de la ideolog�a dominante, no hay m�s que el desnudo poder de las corporaciones, cuya acci�n resulta en �ltima instancia tambi�n incompatible con la democracia y sobre todo con la �tica, en la que tanto insiste Rolando Araya.
Recordemos que los desequilibrios derivados de la inevitable globalizaci�n, la acumulaci�n desenfrenada y creciente de riquezas en un grupo cada vez m�s reducido de personas, de empresas y de regiones del mundo, y el empobrecimiento que se generaliza como un imparable derrame de petr�leo por continentes enteros, con su secuela evitable de hambre, enfermedad, dolor y muerte, hizo exclamar hace tres d�cadas al distinguido economista brit�nico Fritz Schumacher, una frase que retumba en la conciencia del siglo XXI: “no existe un problema econ�mico… lo que existe es un problema moral”.
Y Rolando Araya lo reitera con todo �nfasis: �En realidad �dice� el hambre es un problema pol�tico, fruto de la organizaci�n econ�mica del mundo, y no un problema t�cnico. Es, en realidad, una cuesti�n moral. Hay alimentos de sobra para alimentar a todo el mundo.�
Y en la misma l�nea, Hazel Henderson, la economista norteamericana, citada por Rolando, que ha defendido con tanto �xito el uso de fuentes alternativas de energ�a, pudo exclamar que “la econom�a no es una ciencia, es simplemente pol�tica disfrazada”, pues los economistas contempor�neos, aunque no quieran admitirlo, aceptan impl�cita o expl�citamente el distorsionado sistema de valores, la opacidad moral, y la ideolog�a dominante en nuestra cultura.
Por eso estamos lejos de que el desarrollo en lugar de ser concebido �en palabras del f�sico nuclear Fritjof Capra�, como la consecuci�n del m�ximo de producci�n y consumo, para que empiece a ser considerado como la consecuci�n del m�ximo de bienestar humano, tal y como nos lo recuerda Rolando Araya, quien insiste con sobrada raz�n en las dimensiones y alcances del problema �tico, cuando dice: �La cuesti�n �tica se hace primordial debido a la destrucci�n ambiental, la exclusi�n social, la pobreza en el mundo, la violencia, la aparici�n de nuevas enfermedades f�sicas y mentales, lo cual deja al descubierto las contradicciones de un sistema convertido en una amenaza para el tejido social y pol�tico�.
Rolando Araya insiste en el valor de la democracia, esa democracia que postula, en palabras de Simon Peres, no solo el derecho de todos los hombres a ser iguales, sino tambi�n el derecho de todos los hombres a ser diferentes. Rolando declara de modo terminante: el camino del socialismo cu�ntico es el camino de la democracia radical. S�, radical, porque no hay dem�cratas a medias, como no hay compromiso �tico a medias, como no hay hombres medio honrados.
Frente a la ausencia de �tica en el sistema econ�mico vigente, Rolando postula un s�lido sustento �tico para el socialismo cu�ntico, surgido de la poderosa mente, y sobre todo, del poderoso coraz�n del Mahatma Gandhi: Satyagraha, la fuerza y el poder de la verdad y del esp�ritu, como �principio b�sico de la acci�n transformadora del socialismo cu�ntico�, como �punto de encuentro entre la transformaci�n personal y la reforma pol�tica�.
Porque para Rolando Araya, con toda raz�n, el socialismo no es ni m�s ni menos que �la m�xima distribuci�n posible de todo poder �econ�mico, pol�tico e informativo�, y agrega que �el camino del socialismo cu�ntico es la v�a no materialista hacia un orden social superior�� “La participaci�n es la savia de la democracia radical, y la democracia radical es la base del nuevo socialismo. La radicalizaci�n de la democracia es la cuna de un orden social superior�. �Un orden social m�s elevado no ser� el producto de revoluciones, ni de la evoluci�n de las fuerzas productivas, ser� la consecuencia de un ascenso de la mente y la conciencia humana�.
Y concluye: �El camino del socialismo cu�ntico es el producto de multiplicar la democracia radical por el amor al ser humano y su entorno natural�, al cuadrado. Porque para Rolando el socialismo cu�ntico es algo nacido en el coraz�n, no en la mente, es un nivel de conciencia, y no simplemente un programa pol�tico. Es un camino de aut�ntico y desinteresado amor a los dem�s.
Y con esto, Rolando encuentra y expresa otra de sus ra�ces espirituales: la que nos ha legado la figura entra�able de don Juan Matus, el maestro yaqui de Carlos Castaneda. Desde el primero de sus libros, Las ense�anzas de don Juan, el viejo maestro nos advirti�: �Cualquier cosa es un camino entre un mill�n de caminos. Cualquier cosa es un camino entre cantidades de caminos. Por eso un guerrero debe tener presente que un camino es solo un camino. Si sientes que no deber�as seguirlo no debes seguir en �l bajo ninguna condici�n. Para tener esa claridad, debes tener una vida disciplinada. Solo entonces sabr�s que un camino es nada m�s un camino, y no hay afrenta ni para ti ni para los otros, en dejarlo si eso es lo que tu coraz�n te dice. Pero tu decisi�n de seguir en el camino o de dejarlo, debe estar libre de miedo y de ambici�n. Te prevengo, mira cada camino de cerca y con intenci�n. Pru�balo tantas veces como sea necesario. Luego hazte a ti mismo, y a ti solo, una pregunta� Te dir� cu�l es: �tiene coraz�n ese camino? Todos los caminos son lo mismo, no llevan a ninguna parte� Puedo decir que en mi propia vida he recorrido caminos largos, largos, pero no estoy en ninguna parte, y ahora tiene sentido la pregunta: �tiene coraz�n ese camino? Si tiene, el camino es bueno, si no, de nada sirve. Ning�n camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene coraz�n y el otro no. Uno hace gozoso el viaje: mientras lo sigas, eres uno con �l. El otro te har� maldecir la vida. Uno te hace fuerte, el otro te debilita�.
El camino que abre Rolando Araya, el camino del socialismo cu�ntico, aqu� y ahora, en esta encrucijada precisa de nuestra historia latinoamericana, es sin duda alguna un camino que nos hace fuertes. El camino del socialismo cu�ntico es un buen camino, es un camino que, al recorrerlo, hace gozoso el viaje y nos hace uno con �l. El camino del socialismo cu�ntico es, sin duda alguna, un camino que tiene coraz�n.
Marcelo Prieto | 3 de Diciembre 2006
4 Comentarios
Estuve en la presentaci�n del libro y sus palabras ten�an alma y coraz�n, por ello me llegaron y vibraron. Leer de nuevo su mensaje vale la pena, tiene mucha miga en lo que se refiere a los niveles de conciencia que debemos adquirir y sobre lo que muy poca gente habla.
Gracias por este comentario tan esclarecedor y tan rico!
Muy grato leer a Marcelo y saber que su prosa continua fluida despues de muchos a�os fuera, yo, de la palestra politica.
Despues de una reunion con Rolando Araya en Catalina Cove el 30 de diciembre del 2006, me he abocado a urgar en su revolucionario concepto de Socialismo Cu�ntico. Cuanto mas urgo, m�s me convenzo que esta vez estamos ante una nueva, fresca y original concepcion filos�fica y que sin duda influira en el pensamiento politico, economico y social y en la forma en que percibimos nuestro entorno, integrando todos estos factores en la ecologia.
Aunque lejos de mi natal Alajuela, he podido integrarme en esta sociedad costero-pampera de la provincia de Guanacaste y desde ya estamos integrando un grupo de estudio de esta extraordinaria propuesta que nos regala el Ing Araya.
Gracias Marcelo por este comentario tan provocador a la lectura de la propuesta de Rolando. Espero que, como siempre, Rolando encuentre el discurso (oratoria) que le permita comunicar esta concepci�n de mundo a amplios sectores del pa�s.