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De pastoras y pascuitas

Luko Hilje | 24 de Diciembre 2006

Quiz�s los legos e incluso algunos cient�ficos no perciban ni comprendan que en nuestro entorno inmediato estamos rodeados por numerosas especies de plantas ex�ticas, no solamente ornamentales, pues los cultivos m�s extensamente plantados en Costa Rica no son nativos, sino for�neos.

Aunque el ma�z y los frijoles son mesoamericanos, tenemos bananales porque este cultivo nos lleg� del archipi�lago malayo, posiblemente; el arroz, de la India o Indochina; y la ca�a de az�car, de Nueva Guinea. Asimismo, el mango proviene de la India y Birmania, la cebolla de Ir�n y Pakist�n, y la naranja de la China. Es decir, nuestro entorno rural -salvo por las �reas boscosas primigenias- es hoy un mosaico o colecci�n de paisajes for�neos, vale decir, la suma de fragmentos de otros ambientes, pero prosperando y produciendo bajo nuestras condiciones agroecol�gicas. Y, tal es su importancia, que el eje de nuestra econom�a desde hace unos 175 a�os ha sido el caf�, originario de Etiop�a.

Adem�s, especies de �rboles tan aquerenciadas en nuestros lares, tampoco son nativas de aqu�. Como especies emblem�ticas, que con sus intensas floraciones tanto engalanan nuestro paisaje junto con muy hermosas especies nativas como los roblesabanas y cortezamarillos, ah� est�n los jacarandas (Jacaranda mimosifolia) argentinos, los por�s (Erythrina poeppigiana) suramericanos, los llamas del bosque (Spathodea campanulata) africanos y los malinches (Delonix regia) de Madagascar.

Se�alo todo esto porque, en alusi�n a estos d�as, nuestra Navidad tiene numerosos elementos tambi�n for�neos, como lo argument� en un art�culo reciente acerca del cipr�s, venido de M�xico o del norte de Am�rica Central. Asimismo, dada la costumbre de sumar otras fragancias y colores al hogar en la �poca navide�a, una antigua tradici�n, casi extinta hoy, era colocar los dulces y rojos frutos de cohombro (Sicana odorifera) en o cerca de los portales; pariente del ayote y el mel�n, as� como comestibles ya fresco o cocinado, es propio de Suram�rica, donde recibe nombres como pabi, caj�a, cru� y calabaza del Paraguay. De f�cil germinaci�n, hace varios a�os sembr� semillas en el patio de mi casa, de las que result� una frondosa enredadera que produjo abundantes y suculentos frutos por varios a�os. Si bien ameritar�a investigarse cu�ndo y c�mo lleg� a Costa Rica, creo m�s importante a�n que se haga un esfuerzo por preservar tan bella tradici�n.

Pero lo que s� se ha impuesto en los �ltimos decenios -sobre todo en sectores pudientes-, en una fuerte muestra de aculturaci�n que imita los patrones de apariencia y consumo norteamericanos y europeos, es la compra de ef�meras macetas con pastoras, de las cuales hay una millonaria industria mundialmente.

Hermos�sima y curiosa inflorescencia -pues se trata de un conjunto de peque�as flores-, su intenso color escarlata brillante no est� en los p�talos, sino en las br�cteas (hojas modificadas); en su centro aparecen diminutas copitas amarillas, dentro de cada una de las cuales est�n las verdaderas flores. Y quiz�s pocos sepan que quienes la descubrieron y domesticaron fueron los aztecas, y la llamaban �cuetlaxochitl�, es decir, �flor de p�talos resistentes como el cuero�, de cuyas br�cteas extra�an un pigmento y empleaban su l�tex para aliviar la fiebre.

End�mica de la regi�n de Taxco, era idolatrada como un s�mbolo de pureza, por lo que reyes como Montezuma la enviaban a traer en grandes cantidades, pues no crec�a en zonas tan elevadas como Tenochtitl�n, la sede de su imperio. Ser�a en el siglo XVII que los miembros de una comunidad franciscana cercana a Taxco, al verla florecer en la �poca navide�a la adoptar�an como adorno, tras lo cual se cre� esta fuerte tradici�n en M�xico. Quien la llevar�a a los EE.UU. (a Greenville, en Carolina del Sur) fue Joel R. Poinsett, bot�nico aficionado que fungiera como el primer embajador en M�xico, entre 1825 y 1829. Pocos a�os despu�s, en 1833, el bot�nico alem�n Wilenow la bautizar�a como Euphorbia pulcherrima, ep�teto que significa �muy bella�.

Conocida hoy como pastora o flor de pascua en la Am�rica hispano-parlante, en los EE.UU. se le denomina �poinsettia�, que fue el nombre com�n que el horticultor e historiador William Prescott le asign� para homenajear a quien la introdujo all�. Pero el gran salto comercial lo dar�a el inmigrante alem�n Albert Ecke a inicios del siglo XX, quien en el sur de California establecer�a plantaciones de pastoras a cielo abierto inicialmente y despu�s las criar�a en macetas, dentro de invernaderos. Hoy, ya domesticadas, mediante mejoramiento gen�tico se cuenta con variedades de diferente porte, color, etc. sus descendientes controlan el mercado en dicho pa�s e influyen en casi todo el mundo.

Pero, retornando a nuestras tradiciones extintas o en v�as de serlo, cabe recordar a una cercana pariente de la pastora que, aunque mucho menos vistosa, es muy hermosa. Se trata de la pascuita, otrora com�n en los jardines de nuestras casas, y que para Navidad botaba sus peque�as hojas y se vest�a de manera copiosa, recubri�ndose el arbusto de centenares o miles de muy peque�as flores blancas. La evoco con v�rtigo, bell�sima en s� misma, pero tambi�n asociada en mis sentidos con los gratos signos de la Navidad, pues eclosionaba puntual con el romper de los nortes, y a partir de entonces nos deleitaba en todo ese tiempo de vacaciones, sol y luz, de papalotes y tamales, de portales, villancicos y cipr�s, de calor familiar, de suspenso por los ansiados regalos que nos traer�a subrepticiamente el Ni�o Dios por mano de nuestros padres.

No s�, pero en lo profundo de mi alma -sin querer propiciar confrontaciones culturales ni bot�nicas- a la pascuita la sigo asociando con ese hoy desplazado y casi ignorado Ni�o Dios, humilde y pura, mientras que a la pastora -no obstante su exquisita hermosura- la percibo casi tan intrusa, globalizada y comercializada como al obeso y colorado n�rdico al que entonces llam�bamos Colacho (y que hoy adopt� nombre afeminado, pues ahora le dicen Santa, de tan vil que es la enajenaci�n que padecemos, copiando y repitiendo de manera acr�tica todo cuanto venga del norte).

Por el contrario, la pascuita es sure�a y, m�s a�n, mesoamericana, pues crece en forma natural desde M�xico hasta El Salvador. Se desconoce cu�ndo ingres� a Costa Rica, aunque fue hace menos de medio siglo, seg�n me lo relatara el Dr. Jorge Le�n, erudito bot�nico. De nombre cient�fico Euphorbia leucocephala, alusivo al blancor de sus floraciones, tiene varias parientes que no florecen como ella; una de ellas es la lechilla (Euphorbia hoffmanniana), propia de las tierras altas de Costa Rica y que fuera recolectada por vez primera por el Dr. Karl Hoffmann, naturalista y m�dico de nuestro ej�rcito en la Campa�a Nacional, y remitida a Alemania para su descripci�n y bautizo.

Curiosamente, por un error en un r�tulo que hay en el INBioParque, que consigna a esta especie con el nombre de pascuita, en el libro que reci�n escrib� sobre el Dr. Hoffmann inclu� fotos de Euphorbia leucocephala como si fueran de la lechilla, de manera equivocada, de lo cual me percat� hace muy poco tiempo. No obstante, ir�nicamente, esto me dej� un lindo r�dito. Invitado a una tertulia sobre mi libro en una casa en Santa Ana hace un tiempo, al llegar observ� un erguido y reluciente arbusto de pascuita, ante lo cual coment� al anfitri�n que dicha especie portaba en su ep�teto el nombre de Hoffmann. Al concluir, con gran gentileza �l me ofreci� dos peque�os arbustos, que plant� en mi casa al d�a siguiente.

Ahora todos los d�as los veo y acaricio, con la convicci�n de que pronto florecer�n. No s� cu�nto ir�n a demorar, aunque lo cierto es que no urge. Eso s�, s� que cuando lo hagan estremecer�n mis fibras m�s �ntimas, y en su sencilla magnificencia me har�n revivir, impolutos como sus peque�as flores meci�ndose en la grata mezcla de sol, luz y viento propia de nuestros veranos, la pureza y belleza irrepetibles de los inolvidables d�as de infancia.

Luko Hilje | 24 de Diciembre 2006

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