El martes pasado, durante la vigilia que se organiz� frente a la Asamblea Legislativa, don Ott�n Sol�s, l�der del Partido Acci�n Ciudadana, abraz� a un dirigente sindical, felicit�ndolo por su actividad contra el Tratado de Libre Comercio (deber�a llamarse �de Libre Comercio, destrucci�n de los Monopolios P�blicos y Fomento de los Privados�, pero el t�tulo resultar�a demasiado largo).
Esto ha sido objeto de esc�ndalo para ciertos periodistas, como si don Ott�n hubiese abrazado a Satan�s o a Al Capone. Por supuesto si hubiese abrazado al Presidente de la C�mara de Exportadores, eso lo habr�a calificado como un buen candidato para la canonizaci�n.
Esa es la democracia que algunos pregonan, la democracia con que comenzaron a so�ar en 1948, cuando result� que Figueres no iba a derogar el C�digo de Trabajo sino a aumentar violentamente los salarios. Que un partido pol�tico inserte en su papeleta de diputados a una empleada de una c�mara, es para ellos un acto de patriotismo sumamente aplaudible, y su autor un buen candidato para el benemeritazgo.
En lo que a m� respecta, debo confesar en p�blico que en octubre del 2005, durante la Asamblea del Partido Acci�n Ciudadana que escogi� las papeletas diputadiles, algo me mov� para que incluy�ramos en la de San Jos� a un directivo del sindicato del ICE. (Por esta raz�n, cuando yo fallezca me ir� al infierno tan temido). Porque la verdad es que prefiero ver en la Asamblea Legislativa a los que est�n conectados con los pobres, que a los que est�n con los ricos. Y es que la Democracia, si es verdadera, debe basarse en la verdad de que hay m�s pobres que ricos.
Un partido pol�tico y un l�der pol�tico deben conocer esa realidad y actuar en consecuencia. Eso no quiere decir que deban convertirse en demagogos y hacer campa�a contra los ricos, como la que hac�a el calderonismo en 1943 y 1947 cuando adopt� los m�todos de lucha de los comunistas. Pero tambi�n deben estar cerca de los pobres y de quienes los representan. Los sindicatos, por definici�n representan a los trabajadores, a los asalariados, y no a los cortadores de cupones, coleccionistas de CATS y amarradores de dogs.
En el PAC hay empresarios de primera categor�a, y en los �ltimos meses nos hemos ufanado de ver muy activo a don Rom�n Macaya, uno de los empresarios costarricenses que se sienten amenazados por el TLC sin que nadie le haya rebatido sus exposiciones. Y esa es la actitud correcta en un partido democr�tico: recibir con j�bilo a los empresarios (salvo a los choriceros y narcotraficantes), y recibir con j�bilo a los sindicalistas (salvo a los abusivos de las convenciones colectivas negociadas sin contraparte patronal). C�maras y Sindicatos forman el equilibrio nacional. Por lo tanto, quien hace diputado al empleado de una c�mara, deber�a hacer lo mismo con un sindicalista y por lo menos, no criticar a quien se abraza con un l�der sindical honorable como don Albino.
Algunos est�n al borde de volverse pinochetistas. (La verdad es que algunos lo fueron y ahora lo ocultan.)
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 16 de Diciembre 2006
3 Comentarios
Realmente es una verdadera l�stima que Albino, con el enorme potencial que tiene, no forme parte de la direcci�n de alg�n partido pol�tico como el PAC. No obstante, en su calidad de dirigente m�ximo de la ANEP, ha venido dando una batalla extraordinaria en favor del pueblo de Costa Rica. Lo del abrazo era lo menos que pod�a hacer Ott�n, porque Albino se merece eso y mucho m�s.
Gracias una vez m�s Don Alberto, por decir las cosas como corresponde, por su claridad y por su compromiso.
Don Alberto: Felicitaciones por su comentario. Gracias por decir lo que muchos pensamos.