Por Manuel A. Sol�s, soci�logo.
Desde mediados del mes de octubre han aparecido en la prensa una serie de art�culos y gacetillas denunciando supuestos llamados a la rebeli�n. El tel�n de fondo son las movilizaciones previsibles en raz�n del tr�mite legislativo del Tratado de Libre Comercio. A quienes se oponen al TLC, o por lo menos a un sector, se les ha atribuido que pretenden la subversi�n del orden constitucional. Llama poderosamente la atenci�n que el grupo pol�tico en el gobierno, y la mayor parte de las personas que denuncian la rebeli�n y las intenciones de violentar el orden instituido, han pasado buena parte del a�o celebrando el centenario del natalicio de Jos� Figueres Ferrer, declarado el personaje m�s destacado del siglo pasado. El tono dominante ha sido el de resaltar la lucidez de Figueres, su huella positiva en la historia nacional. No se ha destacado con igual fuerza que Figueres siempre se present� como un rebelde, y que �l hizo lo que hizo subvirtiendo el orden instituido. Si Figueres fuese un referente para el presente, como lo sugieren los homenajes, se tendr�a que asumir tambi�n esta parte suya y de su legado. Desde luego, siempre se puede decir que �l se rebel� para hacer valer un resultado electoral, y que ese es un m�rito indiscutible. Pero las cosas son m�s complejas. Primero, porque esta afirmaci�n tiene que meditarse mucho m�s a la luz de los aportes recientes de la historia. Y segundo, porque Figueres empez� con su proyecto subversivo a fines de 1942, antes del intento de modificar la Ley Electoral en 1943 (iniciativa entonces detenida por una movilizaci�n social), antes de la alianza de los calderonistas, la Iglesia y los comunistas, y antes de las turbulentas elecciones de 1944. Y por lo tanto, mucho antes de 1948.
Las tesis para justificar la subversi�n aparecieron por primera vez en Palabras Gastadas, ensayo escrito de fines de 1942, cuando Figueres estaba exiliado en M�xico. All� �l defin�a al gobierno de Calder�n Guardia como una dictadura. La raz�n que Figueres daba entonces es que se trataba de un r�gimen al frente del cual se encontraba un grupo de pol�ticos incapaces, los cuales restring�an la libertad. Aqu� no se habla de fraudes electorales. En este ensayo se iguala la dictadura con los pol�ticos, con el �pulpo pol�tico�. Establecido lo anterior, Figueres hizo del gobierno electo de Calder�n Guardia un equivalente de las dictaduras centroamericanas y caribe�as. Acto seguido, se comprometi� en una gran subversi�n regional, que deb�a comenzar en Costa Rica.
Es posible que al calor de las remembranzas de aquellos a�os, alguien se sintiera en un momento parecido y recurriera a la palabra rebeli�n, pensando en el �rebelde� Figueres. En lo personal, pienso que los motivos para la subversi�n expuestos en Palabras Gastadas son d�biles e inconsistentes. A Figueres le dol�a el exilio y el golpe personal que eso significaba. La deportaci�n fue un acto arbitrario, pero nada inusual en la Costa Rica de la primera mitad del siglo XX. Su expulsi�n tuvo incluso el benepl�cito del gobierno de los Estados Unidos. Lo relevante es que, a juzgar por lo que se dijo en las honras reci�n pasadas, un n�mero nada despreciable de costarricenses, incluidos buena parte de los que hoy reclaman la palabra rebeli�n en un texto sindical, piensa que Figueres tuvo razones fundadas y leg�timas para llamar a la subversi�n. Por lo menos nadie ha dicho lo contrario, con fuerza. Luego, el hombre del siglo XX fue un subversivo y un rebelde. Si as� fuera, �qu� hacemos con este tramo de nuestra historia? �Lo olvidamos? �Lo ignoramos? �Lo tomamos como una lecci�n?
Los planes insurreccionales de Figueres tardaron seis a�os en gestarse. La revuelta de 1948 fue precedida de a�o y medio de actos de terrorismo; ellos eran la consecuencia del diagn�stico que hac�a del gobierno una dictadura y del gobernante un usurpador. Contra la supuesta dictadura todo se val�a. Hubo por lo menos dos atentados contra la vida de Manuel Mora, y un intento de acabar con la vida de Calder�n Guardia, antes de las elecciones de 1948. Durante este lapso ning�n grupo o persona de la oposici�n pol�tica de entonces trat� de detenerlo, ni lo denunci�. A principios de 1947, Figueres dec�a desde el reci�n fundado diario La Naci�n, que el problema de la oposici�n pol�tica era decidir entre si asist�a a las siguientes elecciones, o si tomaba el camino de las armas. Finalmente, el momento de las armas lleg� en 1948. Una vez empezado el conflicto, Figueres rechaz� las salidas que se le ofrecieron para detener el choque armado y evitar un mayor derramamiento de sangre.
Si la justificaci�n para la rebeli�n que aparece en Palabras Gastadas fuera hoy la vara para proponer acciones subversivas, Costa Rica seguramente vivir�a en estado de insurrecci�n desde muchos a�os atr�s. El diagn�stico de finales de 1942 era inexacto, pero al actuar conforme al mismo Figueres contribuy� a crear las condiciones para el choque armado. Sus adversarios contribuyeron en otro tanto. Tal vez si Figueres hubiese apostado en 1943 por la lucha pol�tica en las calles, y no por la subversi�n, no hubi�semos tenido el 48. En tal eventualidad tal vez �l hubiese contribuido a darle forma a una vida ciudadana m�s activa y a una vida democr�tica m�s s�lida, aunque quiz�s no hubiese pasado a la historia como el caudillo rebelde recordado. Esto queda abierto; no lo sabemos. Lo que sabemos realmente es que las instituciones pol�ticas moldeadas por el impulso subversivo de Figueres tienen importantes carencias. Ellas no han sido ni flexibles ni transparentes, y con frecuencia se han prestado para que sean �subvertidas� para el beneficio de unos pocos, y que en ocasiones estos pocos dicen actuar en nombre de la mayor�a.
Otra arista del tema de la rebeli�n nos aproxima m�s al presente. Cuando en el a�o 2000 empez� el movimiento social contra el �Combo�, la anterior gran arremetida de los grupos que hoy est�n por el TLC, los sectores econ�micos y pol�ticos interesados, y los editoriales del diario La Naci�n, llamaron a reprimir a la gente en las calles. Quienes formaban la alianza pro �Combo� hablaron de una situaci�n de subversi�n, aludiendo a quienes est�bamos en las marchas. El Gobierno fue acusado entonces de flojo, y de tener un concepto err�neo de la paz social, por no actuar con decisi�n para restaurar el principio de autoridad. Para su fortuna, el presidente Miguel �ngel Rodr�guez no escuch� los consejos de estos �anti-subversivos�, entonces en su proximidad. Si lo hubiese hecho, seguramente hoy sumar�a a los cargos que se le hacen, la responsabilidad de algunas muertes. M�s a�n, el pronunciamiento posterior de la Sala Cuarta dej� claro que en el procedimiento seguido para aprobar el �Combo� hubo violaci�n de los principios democr�ticos que deben estar presentes en todas las actuaciones legislativas. El voto salvado adicional del magistrado Piza Escalante, m�s tajante, hablaba de actos inconstitucionales y de la creaci�n de �estructuras jur�dicas anticonstitucionales�. A criterio del magistrado Piza, el �Combo� creaba una institucionalidad enmara�ada y confusa, lista para ser controlada por las elites pol�ticas y econ�micas con intereses en el sector de la energ�a y las telecomunicaciones.
Una primera conclusi�n cae por su peso. En el a�o 2000, la subversi�n y la rebeli�n estaban dentro de la Asamblea Legislativa y eran propiciadas desde all�, aunque no solamente desde all�. El �Combo� cont� con la mayor parte de los votos de los diputados y diputadas, y no obstante era ilegal y violentaba la Constituci�n. Estas cosas no son inusuales en nuestro pa�s.
La segunda conclusi�n es igualmente evidente. Quienes estaban en las calles, las personas que una diputada llam� la �masa ignorante�, defend�an la Constituci�n Pol�tica, parad�jicamente, recurriendo a procedimientos tildados de subversivos por quienes realmente estaba subvirtiendo el orden legal. Pasado el �Combo� ninguno de los dos partidos mayoritarios que lo defendieron reconoci� que eran ellos quienes estaban realmente en rebeli�n.
La menci�n de Figueres y sus Palabras Gastadas, nos recuerda que algunos de los que han llamado a la rebeli�n y la subversi�n son hoy considerados glorias nacionales, pese a que su proceder de entonces, y despu�s, arroja todav�a muchas dudas y preguntas. Estas constituyen un cap�tulo abierto, omitido en las celebraciones recientes. Por otra parte, la menci�n del bloque pro �Combo� nos recuerda que la subversi�n bien puede partir de �rganos de Gobierno, o de las elites econ�micas y pol�ticas. Es decir, de la gente que usualmente no va a las calles y que condena a la que s� lo hace.
El estilo subversivo que alent� el �Combo� no ha sido un caso excepcional o aislado. Puede tener nuevos reto�os. De hecho, uno de los problemas m�s serios del actual TLC es que introduce un conjunto de asimetr�as que subvierte el ordenamiento jur�dico y pol�tico. Nos impone una legalidad por encima de nuestra Constituci�n, pese a que nadie ha puesto en discusi�n franca el orden constitucional, y no se ha convocado a una Constituyente. Desde este punto de vista, el TLC lanza un conjunto de problemas pol�tico-jur�dicos parecidos a los que se�al� en el a�o 2000 el magistrado Piza Escalante, al argumentar sobre la inconstitucionalidad del �Combo�. Lo anterior coloca al TLC en una historia reciente, en la que hay intentos de violentar la Constituci�n Pol�tica. En esta tendencia tambi�n se podr�a colocar la forma en que se resolvi� la cuesti�n de la reelecci�n presidencial, el paso dudoso que hizo posible que el hoy presidente Arias S�nchez llegara de nuevo a la Casa Presidencial, para concluir el trabajo que no pudieron hacer en el 2000.
A lo anterior se podr�a sumar, el tema de la forma en que se est� tramitando el TLC. No sobra recordar que la prisa ya condujo una vez a violentar los principios democr�ticos que deben de cuidarse en el proceder legislativo. Hay signos de que otra vez se vuelve a seguir el curso que una vez termin� con un fracaso.
La palabra rebeli�n, podemos concluir, no se puede usar a la ligera. Al invocarla o al actuarla, nos situamos en un punto l�mite y las consecuencias pueden ser impredecibles. Dudo mucho que los 2000 muertos de 1948 estuvieran en los planes de 1942 del Figueres que llamaba a la rebeli�n contra la dictadura de los pol�ticos. Cabe dudar tambi�n si quienes alentaron el �Combo� previeran la factura pol�tica que luego se les pasar�a. En la lucha contra el �Combo� se gest� buena parte de la resistencia de hoy al TLC. All� fue donde mucha gente aprendi� que la calle puede ser un medio de lucha para detener actos ileg�timos. El �Combo� ense�� que calle y protesta no son palabras sin�nimas de subversi�n, y que en ocasiones, por el contrario, recurrir a ellas puede ser la �nica forma democr�tica de detenerla.
Columnista huésped | 5 de Noviembre 2006
1 Comentarios
Excelente comentario, ideal para mi forma de pensar de la realidad de nuestros tiempos… Es interesante que la historia sea c�clica y que los pueblos no tengan memoria… Creo que es hora de retomar el trabajo de Figueres y adem�s, poner orden en el pa�s… Amigo Manuel Sol�s, le comento que desde hace a�os tambi�n se inici� el mismo proceso de Figueres en los a�os cuarenta… Por supuesto, que ya est� la respuesta a punto de salir…