Es inevitable, cuando se llega a una edad tan avanzada como la que hoy disfruto, y a fe que la disfruto, sufrir esa sensaci�n espantosa de ver c�mo van desapareciendo los amigos, los parientes, los coet�neos, los compa�eros de infancia, de juventud, de inquietudes, de aventuras y de experiencias. Y que sintamos que el mundo, inexorablemente, se nos disminuye cada d�a. Quiero decir ese mundo particular e �ntimo que constituye nuestro verdadero entorno vital y emocional.
Y hoy vengo a decir que mi mundo, mi mundo de siempre, se empeque�eci� el domingo con la desaparici�n de mi viejo y querido compa�ero de andanzas juveniles y de inquietudes culturales permanentes, Claudio Carazo, uno de lo esp�ritus m�s humor�sticos y de los temperamentos m�s est�ticos que he tenido la suerte de encontrar. Desaparece a los 90 a�os, y deja a Costa Rica sin su mejor artista humor�stico, sin el mejor maestro de la caricatura que hayamos tenido.
Nuestra amistad naci� en el Liceo de Costa Rica y se desarroll� dentro del �mbito de la cl�sica �huelga de Am�n�. Y como todas las relaciones juveniles, se fue haciendo distante con el tiempo, sin perder intensidad. A los amigos de la adolescencia se les ve todos los d�as, irremisiblemente, inevitablemente, porque necesitamos verlos, confiarnos, confesarnos y compartirnos diariamente. Luego la vida nos separa, pero solo f�sicamente. Y hoy que nos ha dejado, digo y proclamo que las pocas veces que me encontraba con Claudio Carazo eran tan intensas y satisfactorias como las cotidianas de la primera juventud.
Si nos fijamos en lo que fue su m�s notable contribuci�n, o sea la caricatura de personas, veremos que no s�lo era un estupendo artista y humorista, sino adem�s un gran psic�logo. Y esta �ltima condici�n es palpable en el magn�fico libro de caricaturas de los gobernantes de Costa Rica que nos brind� hace algunos a�os, donde claramente las im�genes de aquellos a quienes �l hab�a conocido, eran m�s agudas y m�s crueles (aunque no necesariamente m�s art�sticas), que las de los personajes del pasado.
Era tremendo, era implacable Claudio Carazo a la hora de caricaturizar, con estupenda l�nea y envidiable t�cnica, a personas de quienes hab�a estado cerca o con quienes hab�a compartido escenario.
Eso s�, no se prodigaba. A lo largo de su vida, no creo que hubiera expuesto m�s de dos, si acaso tres veces, su obra de caricaturista insigne. Pero cada vez su exposici�n fue un aut�ntico acontecimiento art�stico. Desgraciadamente, los jurados anuales de arte nunca se han ocupado de ciertos g�neros art�sticos, y la caricatura, como la arquitectura, jam�s les ha llamado la atenci�n. Esta visi�n angosta priv� a Claudio Carazo de un premio Aquileo Echeverr�a que mereci� por lo menos dos veces.
El pa�s lamenta la ausencia de un artista notable. Yo, la de un amigo de siempre, un compa�ero de juventud, y un leal camarada. Su esposa y sus hijos saben lo triste que estoy.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 29 de Noviembre 2006
1 Comentarios
Estimado don Alberto: su tema de hoy toc� las fibras m�s intimas de mi coraz�n pues ese mismo sentimiento lo vengo sintiendo desde m�s o menos siete a�os, cuando empezaron a morir seres queridos muy cercanos. Lo que he hecho es tratar de comunicarme m�s seguido con aquellos que de alguna forma han dejado una huella profunda en alguna etapa de mi vida y hacerles saber cu�n importantes son para m� y hablar y hacer recuerdos y re�r juntos pues no sabemos en que momento ya no vamos a estar aqu�. Usted es una de esas personas que, sin conocerlo, ha dejado huella con sus comentarios y su forma de ser, aunque a veces no coincidamos con nuestra forma de pensar, merece mi respeto mas profundo. Gracias por ser usted mismo, pensar y decir lo que siente sin pelos en la lengua. Su lectora incondicional, Eli.