Nota de Los Editores: con este primer ensayo semanal, Tribuna Democr�tica da la bienvenida a su nuevo colaborador regular, el intelectual alajuelense Lic. Marcelo Prieto Jim�nez ([email protected]). Sus contribuciones llevan el nombre gen�rico En combate, seguido por el t�tulo respectivo.
El alajuelense Luis Guillermo Vega es un exitoso empresario agr�cola afincado desde hace a�os en Llano Grande de Cartago, base de operaciones locales desde la que ha desarrollado una amplia y rica experiencia comercial internacional en el �mbito del cultivo y exportaci�n de rosas. Hace tiempo decidi� emprender otra aventura, y comenz� a pintar cuadros. Tiene obras excelentes, y en poco tiempo ha logrado en el �mbito art�stico, �xitos similares a los obtenidos en su destacada actividad empresarial. Pinta especialmente la naturaleza, el mundo org�nico, los peligros ambientales, la riqueza de la vida. Uno de los primeros cuadros que pint�, hace algunos a�os, procur� recoger sus impresiones sobre un tema que surg�a en ese momento a la discusi�n p�blica: la propuesta de un Tratado de Libre Comercio entre Centro Am�rica y Estados Unidos. Luis Guillermo pint� un cuadro extraordinario, al que titul� TLC-Medusa. En ese momento, no se conoc�a ni por asomo el texto del proyecto de Tratado, ni se hab�an adelantado a la opini�n p�blica las graves consecuencias sociales, econ�micas, pol�ticas y jur�dicas que se derivan de su aprobaci�n. Pero ya se sabe que el arte es una forma privilegiada de conocimiento, que los artistas son precisamente, aquellos que logran ver lo que no se ve, lo que no se percibe de modo inmediato y directo. La intuici�n art�stica le permiti� al pintor aprehender de un golpe la esencia del Tratado, su naturaleza primordial, y su efecto demoledor, id�ntico al que provocaba la mitol�gica Medusa de cabellos de serpiente, la tercera de las Gorgonas. Medusa ten�a la propiedad de convertir en piedra a todos los que la miraran. Bastaba su mera presencia para que todo a su alrededor se petrificara, mito que describe con toda propiedad el terrible efecto del proyecto de Tratado con Estados Unidos negociado por la Administraci�n Pacheco: como el monstruo mitol�gico griego, el Tratado sencillamente petrifica las condiciones del modelo econ�mico que se le ha impuesto al pa�s en los �ltimos a�os.
Como resultado de la crisis econ�mica de principios de los ochenta, se impuls� -y se impuso- en Costa Rica un esquema que ha sido muy exitoso en cuanto a mero crecimiento econ�mico. La crisis implic� una modificaci�n radical de nuestro modelo de desarrollo econ�mico y social, que a partir de entonces se centr� en la promoci�n de las exportaciones con enormes beneficios fiscales, e incluy� la aplicaci�n de programas de ajuste estructural que recog�an la mayor parte de las recetas del llamado �Consenso de Washington�: una creciente liberalizaci�n de la econom�a y del sistema financiero, y un desmantelamiento del Estado-benefactor, del Estado Social de Derecho, de la sociedad solidaria y del sistema de econom�a mixta que se hab�a consolidado en Costa Rica despu�s de la mitad del siglo XX, y que hab�a caracterizado la v�a costarricense al desarrollo.
Desde el punto de vista del mero crecimiento econ�mico, el modelo ha sido muy exitoso: las exportaciones se han triplicado en quince a�os, el promedio anual de inversi�n extranjera directa tambi�n -hoy est� por alcanzar los mil millones de d�lares anuales- y se modific� exitosamente el esquema de exportaci�n de productos agr�colas tradicionales. Los est�mulos fiscales han sido jugosos, y ahora las exportaciones de las empresas en r�gimen de zona franca se aproximan a la mitad de las exportaciones totales - aunque su aporte a las compras locales es �nfimo. Sin regulaci�n previa ni requisitos de desempe�o para la inversi�n extranjera, la verdad es que en el pa�s se ha consolidado una verdadera econom�a de enclave -para usar la vieja expresi�n de la teor�a de la dependencia-, basada en inversi�n extranjera directa incontrolada y lib�rrima, volcada hacia fuera, sin encadenamientos productivos ni comerciales, sin v�nculos org�nicos con el resto de la econom�a, sin integraci�n con el entorno econ�mico. Es un modelo de crecimiento que ya el primer Informe del Estado de la Naci�n, hace once a�os, advert�a que era imposible de sostener, cuando afirmaba que �mantener la forma actual de desarrollo es perpetuar las inequidades existentes y coartar las posibilidades de desarrollo futuro�.
Y es que, durante la vigencia de este modelo -que no procura ni garantiza en modo alguno la inserci�n adecuada e inteligente de Costa Rica en la econom�a global, ni promueve la transformaci�n productiva con equidad-, la sociedad costarricense ha perdido su car�cter solidario y el desarrollo nacional ha dejado de ser incluyente. En este mismo per�odo, el desempleo directo ha aumentado, el subempleo tambi�n, el desempleo de los pobres econ�micamente activos pr�cticamente se ha duplicado, y la desigualdad social y econ�mica ha aumentado alarmantemente. No es necesario aportar cifras: all� est�n en las estad�sticas oficiales. Y mientras la pobreza crece y crece, una c�pula empresarial de inversionistas extranjeros y de socios nacionales cada vez m�s reducida y cada vez m�s rica, ha usufructuado sin cortapisas todo este esfuerzo social y nacional.
Una vez m�s, el Informe del Estado de la Naci�n del a�o 2005 hab�a corroborado las implicaciones del esquema econ�mico vigente, se�alando que ��algunos de los sectores m�s din�micos, exceptuando el turismo, mostraron escasas articulaciones productivas, fiscales o sociales con el resto de la econom�a, la que adem�s tuvo un comportamiento fluctuante, en funci�n de las condiciones de los mercados internacionales. Los efectos positivos de ese tipo de crecimiento desarraigado sobre el empleo, los ingresos, y la productividad de la poblaci�n son relativamente escasos, al igual que lo es su contribuci�n a la solvencia de la econom�a como un todo�.
Tambi�n la Comisi�n de los Notables hab�a se�alado esas grav�simas circunstancias. Despu�s de advertir que, por ejemplo en el a�o 2001, 46 grandes empresas extranjeras concentraban el 62,5 % del total de la exportaciones totales del pa�s, indica el Informe:
�A partir de los datos expuestos, es evidente que si hay un aumento de las exportaciones a ra�z del Tratado, manteni�ndose las condiciones actuales, el principal sector beneficiario ser�a el de unas pocas compa��as exportadoras.�
Ese no es el modelo de desarrollo que queremos los costarricenses. Y ese modelo de gesti�n productiva sin equidad y de crecimiento econ�mico sin distribuci�n justa es el que se quiere perpetuar para siempre con el Tratado, que amenaza convertirse, por sus implicaciones en todos los �mbitos, en una camisa de fuerza perpetua, una �Constituci�n material�, verdadera norma p�trea supraconstitucional.
Es evidente que el pa�s requiere, desde luego, una vigorosa inserci�n en los mercados internacionales en condiciones adecuadas y satisfactorias, un aumento de sus esfuerzos de exportaci�n que beneficien a todos los sectores sociales y no solo a unas pocas empresas extranjeras, un incremento de la competitividad exportadora de las peque�as y medianas empresas nacionales, es decir, una transformaci�n productiva con equidad. Se requiere, particularmente, el establecimiento de adecuadas condiciones y requisitos de desempe�o para la empresas exportadoras en general, y muy especialmente para las empresas sustentadas en inversiones extranjeras directas, de tal modo que se garantice la generaci�n de adecuados niveles de empleo nuevo y satisfactorio, y muy especialmente que logren establecerse s�lidos encadenamientos productivos que incrementen la participaci�n de las empresas y los empresarios costarricenses en los diversos tramos del proceso productivo, mejorando sustancialmente el aporte local de materia prima y en general, el volumen de compras locales, entre otras cosas.
Nada de esto es posible con el Tratado. En el Tratado se establece una prohibici�n absoluta al establecimiento de requisitos de desempe�o para la inversi�n extranjera, lo cual impedir� de modo tambi�n absoluto modificar el modelo econ�mico y social incrustado a la fuerza en Costa Rica en los �ltimos a�os. Cualquier intento de establecer tales requisitos de desempe�o a la inversi�n extranjera directa, o de modificar el injusto esquema actual de promoci�n de exportaciones -para establecer encadenamientos productivos, para promover la transferencia tecnol�gica, para garantizar la reinversi�n de utilidades, para distribuir m�s equitativamente el producto del trabajo nacional-, para volver en suma a la v�a costarricense de desarrollo, nos expone a demandas establecidas por inversionistas extranjeros, Y no solo inversionistas de las dem�s Partes del Tratado, sino que todos los inversionistas de cualquier pa�s, podr�n reclamar ante tribunales arbitrales internacionales de car�cter privado, el pago de indemnizaciones si el Estado costarricense impone cualquier requisito de desempe�o, o toma cualquier medida que en alguna forma pueda afectar la ganancia esperada. Basta relacionar los art�culos 10.9 y 10.16 el Tratado, y sus concordantes, para entender con claridad meridiana, esta espeluznante consecuencia: nada podr� cambiar en el injusto modelo econ�mico vigente, pues si variamos las condiciones de la inversi�n extranjera -por una ley, por el establecimiento de requisitos de desempe�o, hasta por una reforma constitucional- entonces el Estado costarricense -todos los costarricenses- tendremos que pagar indemnizaciones fijadas por �rganos privados ajenos a la jurisdicci�n nacional. Lo mismo ocurrir� si denunciamos o nos retiramos del Tratado porque no nos conviene, o porque nos perjudica, o perjudica el bienestar del mayor n�mero: igual estaremos sometidos al riesgo de demandas arbitrales por el lucro cesante o la p�rdida de ganancia esperada de cualquiera que haya invertido en el pa�s durante la vigencia del instrumento. Basta leer el Cap�tulo Diez del Tratado, referente a Inversiones e Indemnizaciones, para que nos demos cuenta clara de este efecto de petrificaci�n ineludible.
Ya la Comisi�n de los Notables lo hab�a dejado muy claro:
�La prohibici�n en el Tratado de requisitos de desempe�o que pudiera establecer el pa�s a las empresas extranjeras, dificulta la posibilidad de definir el tipo y las condiciones de atracci�n de IDE en funci�n de metas de desarrollo�.
Y agrega la Comisi�n, con un cierto dejo de nostalgia patri�tica:
�En t�rminos de estructura productiva y de generaci�n de empleo el pa�s no deber�a depositar todas sus energ�as en la promoci�n de exportaciones y atracci�n de IDE. La producci�n para el mercado interno merece una atenci�n y energ�a equivalentes, cuando no superiores, si se quiere lograr un crecimiento econ�mico que tambi�n propicie el desarrollo humano sostenible�.
Si entendemos por desarrollo humano sostenible�”un proceso continuo e integral, que re�ne componentes y dimensiones del desarrollo de las sociedades y de las personas, en los que resulta central la generaci�n de capacidades y oportunidades de, por y para la gente, con las que la equidad se acreciente para las actuales y futuras generaciones�, seg�n la definici�n del PNUD, nada de eso se podr� lograr una vez ratificado el Tratado.
Igualmente imposible es la satisfacci�n del clamor de los Obispos, de establecer una �agenda de desarrollo humano�, si esto implicare alterar en un �pice el injusto modelo de promoci�n de exportaciones vigente. Si alguien se atreviere a tal desplante, Medusa se encargar� de impedirlo.
Marcelo Prieto | 11 de Octubre 2006
5 Comentarios
Un excelente fichaje. Si recupera condici�n f�sica, puede ser hasta el 10 que le hace falta a la Liga.
El art�culo de Marcelo Prieto es de lectura obligada, claro, conciso , desnuda la realidad que ser� la Costa Rica despu�s de la entrega, entrega conocida como TLC. Felicitaciones
�Hac�a falta alguien de Alajuela que explique con tanta sencillez y claridad! En buena hora se incorpora a Tribuna Democr�tica para que traiga un poco de esa brisa y sol de la zona.
Por si estan buscando que es la econom�a de enclave los alumnos de Secundaria del Colegio Mar�a Inmaculada aqu� esta:
La econom�a de enclave es una estructura altamente productiva que se implanta desde el exterior de un pa�s en v�as de desarrollo.
Tambi�n se puede decir que es un Estado dentro de otro Estado.
La brillante exposici�n de mi amigo Marcelo me ha ayudado a entender ciertas cosas, junto con las declaraciones de Monse�or Trejos, ambas le�das por mi en el d�a de hoy por Internet y que vienen a representar hitos en el ambiente intelectual nacional. Pienso que a la sociedad costarricense no le han dado los malos pol�ticos la oportunidad de acertar en el meollo del quehacer pol�tico. La Pol�tica debe ser entendida como un servicio y no como cualquier servicio, sino como uno que se brinda en funci�n de un valor que debe ser considerado supremo: el ser humano. Recuerdo las clases de filosof�a en la Universidad de Costa Rica, donde los profesores explicaban apasionadamente la Historia del siglo XVI europeo con el Humanismo como una de las corrientes que inspiraron el pensamiento de m�ltiples intelectuales de la �poca. Y eso me marc�: no qued� duda en mi mente de que todo en este mundo gira en torno al ser humano. �l es el valor supremo. Tan es asi que existe una rama del Derecho consagrada a la defensa de su dignidad y que en nuestra Constituci�n conocemos como Derechos y Garant�as Individuales y Derechos y Garant�as Sociales. Si es as�, ni los pol�ticos ni los partidos ni los grupos de inter�s pueden violentar el orden que esos derechos implantaron, sin poder argumentar que lo hacen en nombre del bien com�n. �Qu� es lo que est� pasando con el TLC? Este tratado viene a ser el fin de un proceso largo de enajenaci�n a que ha sido sometido brutalmente el pueblo al irle socavando esos derechos. O, dicho de otro modo, el ser humano ha dejado de ser el centro de la actividad pol�tica, su foco de atenci�n primordial, para convertirse en un mero instrumento. Esta es la lucha en la que �l est� envuelto en medio del conflicto social que ha generado el TLC: la de recuperar la dignidad perdida, la de sentirse importante, con capacidades y talentos que puede gustosamente poner al servicio de la sociedad si los gobernantes se lo permiten, la de hacer sentir su humilde pero gallarda voz en el amplio y colorido concierto de la vida social y pol�tica. El drama que vivimos los costarricenses s�lo puede desembocar en un giro radical hacia la humanizaci�n de la pol�tica; de lo contrario, el futuro quedar� hipotecado a nombre de voraces mercaderes que no vacilar�n en su empe�o de apoderarse de la riqueza que por leg�timo derecho le pertenece al pueblo.