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Chisporroteos

Alberto F. Cañas | 14 de Octubre 2006

En el �ltimo mes, mi entorno vital se ha visto golpeado por la sucesiva desaparici�n de cuatro personajes de mi vida, cuya presencia en ella la enriqueci� y en m�s de una ocasi�n le dio sentido. Dos de ellos parientes muy cercanos dentro de una familia que creci� muy unida y se niega a desunirse.

Inici� la marcha mi primo Gregorio Escalante, ge�logo, bon vivant y escritor due�o de un heredado sentido de humor que convierte en delicias sus libros de relatos verdaderos o inventados llenos de originalidad, el �ltimo de los cuales est� pr�ximo a aparecer bajo el sello de la EUNED. Bastante m�s joven que yo, en los �ltimos a�os se me hab�a vuelto pr�cticamente indispensable, y el lector inicial de mis ocurrencias literarias.

Igual parentesco y mayor intimidad infantil tuve con Juan Arrea, pues crecimos juntos en la misma casa. (Sus padres viv�an en el campo y los ni�os Arrea fueron enviados a vivir con nosotros para que asistieran a la escuela. Y Juan se convirti� en mi hermano menor). Le admir� su coraje en la Guerra Civil del 48 y subsiguientes, y la seriedad con que desempe�� cargos directivos en la banca nacional, culminando con la presidencia del Banco Central durante el gobierno de Daniel Oduber.

Joaqu�n Vargas Gen� era un periodista de verdad, a quien yo trataba como a tal, pero fue un periodista renegado, y me acusaba de ser yo un abogado renegado. Mientras yo dejaba el derecho para dedicarme al periodismo y la ense�anza, Quincho se retiraba del periodismo para dedicarse al derecho. Algunas aventuras period�sticas corrimos juntos, como el per�odo inicial de La Piapia, en 1961. Discrepamos en pol�tica pero nos un�a un afecto rec�proco, y tambi�n la presencia de su esposa, mi prima Marta a quien tanto cari�o me une.

Y ahora me sacude no hay idea c�mo la partida de Rodrigo Madrigal Nieto. Una amistad inquebrantable nos uni� desde los tiempos del Centro para el Estudio de los Problemas Nacionales, del cual fue uno de los miembros m�s j�venes y brillantes, tanto que con escasos 20 a�os le confiamos la co-direcci�n de Diario de Costa Rica que hab�a puesto Ulate en nuestras manos. Reacio a la vida p�blica pero no del todo, se luci� a partir de 1982 como uno de los mejores Ministros de Relaciones Exteriores que ha tenido el pa�s, y es obvia su participaci�n en el plan de pacificaci�n centroamericana que trajo al pa�s un premio N�bel de la paz. El pa�s lo recordar� como brillante canciller. Yo, como entra�able amigo que contempla c�mo nuestra gran amistad se ha prolongado en nuestros hijos.

Se van yendo, con rapidez, los protagonistas de mi vida. Su partida me disminuye, en el tanto en que acent�a una creciente conciencia de soledad generacional. No me quejo porque siento que vivo rodeado de afectos, pero s� s� que la ausencia de estos cuatro incrementa esa conciencia de que cada d�a somos menos. �Qui�nes? Bueno, los que �ramos, los que quedamos, marchando inexorablemente por el camino que ellos recorrieron.

(La Rep�blica)

Alberto F. Cañas | 14 de Octubre 2006

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