Una maravillosa coincidencia ha permitido que en estos d�as hayan estado en San Jos� los dos artistas costarricenses que m�s fama y prestigio han alcanzado en el mundo actual y qui�n sabe si no a lo largo de toda nuestra historia: el escultor Jorge Jim�nez Deredia y la cantante Iride Mart�nez.
El primero vino a Costa Rica a instalar e inaugurar su estatua del papa Juan Pablo II que se ha erigido en el parque aleda�o al costado norte de la Catedral Metropolitana, hermos�sima y gigantesca pieza, digna de la fama que nuestro escultor ha logrado en Europa, donde una pieza escult�rica suya fue colocada, como todo el mundo lo sabe, en las paredes exteriores de la Bas�lica de San Pedro en Roma, y una exposici�n de su obra ocup� recientemente las calles de Florencia.
Nuestra soprano est� aqu� supongo que de vacaciones, y anoche ofreci� un recital en el Auditorio Nacional, acompa�ada al piano por su marido. Ha venido a su pa�s natal despu�s de cosechar triunfos formidables: Su participaci�n fue, seg�n la cr�tica local, lo m�s importante que tuvo la presentaci�n que se hizo hace dos a�os en el Festival de Salzburgo, de la opera de Mozart El Rapto del Serrallo. Y el a�o pasado Pl�cido Domingo la escogi� para que protagonizara con �l el estreno de la �pera Goya de Gian Carlo Menotti.
Alguna gesti�n privada hice para que la Compa��a L�rica Nacional montara para ella El Rapto del Serrallo, y nos permitiera a los costarricenses aplaudir un trabajo que aclam� Europa. Desgraciadamente, la Compa��a L�rica Nacional ha entrado tambi�n en receso (como la de Teatro). Y por eso sugiero al entusiasta grupo privado que ha venido actuando en el Melico Salazar y en el cual figuran antiguos compa�eros de Iride, que lo intente.
A nadie le importa, pero tengo buenas relaciones con ambos: alguna peque�a participaci�n tuve en la primera exposici�n que hizo Jim�nez Deredia en el Teatro Nacional hace m�s de 30 a�os, y desde entonces me esmero en cultivar su inteligente amistad. Y en cuanto a Iride, fue un tiempo mi alumna en la Facultad de Bellas Artes y desde entonces disfruto de su amistad y gozo de su conversaci�n, cada vez que anda cerca.
Toda la vida y en todas partes, ha habido mucha charlataner�a en la vida art�stica. En la �poca actual, esa charlataner�a est� a punto de ahogar la vida art�stica costarricense que tanto y con pasos tan seguros se desarroll� y creci� en los 20 o 25 a�os posteriores a 1960. Y hay que ver la publicidad de que gozan algunos que� bueno.
Por eso me complazco en subrayar la presencia aqu� de estos dos artistas consagrados. Curiosamente, ambos viven actualmente en Italia y me dicen que a dos horas de distancia el uno del otro. Son esp�ritus gemelos, aunque Jim�nez no sea tan alegre ni dicharachero como Iride. Pero ambos lo enorgullecen a uno de ser costarricense� como si el compartir nacionalidad nos contagiara de algo.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 4 de Octubre 2006
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