� Biograf�a de Pablo �lvarado Bonilla (1785-1850)
Por Oscar Aguilar Bulgarelli, historiador
Naci� en Cartago el 26 de enero de 1785 y muri� en la misma ciudad en 1850. Descendiente y miembro de una de las familias m�s poderosas econ�mica, pol�tica y socialmente del per�odo colonial costarricense, es considerado por historiadores costarricenses y latinoamericanos como un pr�cer y precursor de la independencia, por lo que se le conoce como el �Ciudadano Pablo�.
Siendo muy joven, en el a�o 1803, ya ejerc�a el cargo de maestro de primeras letras en Cartago; pero dadas las posibilidades econ�micas de su familia se traslada en 1807 a Guatemala para realizar estudios de medicina, en la Universidad de San Carlos de aquella ciudad. Ah� encontr� al ambiente liberal y de discusi�n de las ideas ilustradas, propias de los centros universitarios de la �poca, que lo llevaron muy pronto a incorporarse dentro de la l�nea de pensamiento independentista.
Tanta fue su entrega intelectual y pol�tica a estos temas, que el 15 de septiembre de 1807, catorce a�os antes de la proclamaci�n de la Independencia de Guatemala, fue reducido a prisi�n en la Real C�rcel de la Corte por sus manifiestas actitudes a favor de la libertad y, especialmente, por haber publicado una hoja volante titulada El Hispano-Americano considerada de car�cter sedicioso por la autoridades, lo que fue comunicado a las de Costa Rica, por el Capit�n Antonio Gonz�lez Saravia.
El famoso escrito, seg�n Gonz�lez Saravia, empezaba diciendo: �Infelices e incautos americanos, ya lleg� el punto cr�tico��. Es importante resaltar el hecho de utilizar la palabra �americano�, que no solo evidencia un sentimiento tel�rico claro y definido, que excluy� �lo hisp�nico�, sino que tambi�n es un llamado a los ciudadanos de toda Am�rica, no solo a los costarricenses o centroamericanos. Conclu�a el papel escrito por don Pablo Alvarado diciendo, �despu�s ser� vuestra paz, seguridad, gusto y libertad�; era pues claro el objetivo que persegu�a aquel grito libertario del criollo Alvarado que si bien, como lo reconoce el Capit�n General, su principal cr�tica era �contra los procedimientos de los franceses, contiene cl�usulas que se han graduado de sediciosas�, no lo era menos contra los espa�oles, a quienes consideraba en buena parte, responsables de los hechos en la Pen�nsula a ra�z de la invasi�n de Napole�n Bonaparte; considerada, precisamente, una de las causas de la independencia hispanoamericana (CAVALLINI, LIGIA, SF, PP. 54-55).
Don Pablo, pasar� en la c�rcel varios meses, pero recobra su libertad en marzo de 1809. Es significativo que el Gobernador de Costa Rica en aquel momento, don Tom�s de Acosta, solicit� en abril de ese mismo a�o al Capit�n General del Reino de Guatemala que se le proh�ba a don Pablo Alvarado volver a Costa Rica, durante alg�n tiempo.
Encarcelado y expulsado del territorio donde naci�, don Pablo de Alvarado merece un sitio entre los pr�ceres de la independencia hispanoamericana. No solo es uno de los primeros en utilizar este concepto de car�cter ideol�gico y filos�fico, sino en proclamar, abiertamente, la conveniencia de una separaci�n con respecto a Espa�a.
La independencia de Guatemala de 1821 y los hechos que la antecedieron, encuentran a don Pablo en aquella ciudad, dado que durante aquellos a�os dedic� m�s tiempo a su labor literaria y pol�tica, que a sus estudios de medicina, los que tambi�n logr� concluir en 1823.
Activo participante en todos esos acontecimientos, el 22 de septiembre de 1821 envi� desde Guatemala dos cartas fundamentales al pueblo de Costa Rica, por medio de los ayuntamientos de San Jos� y Cartago, y un mes despu�s, el 22 de octubre, su manifiesto A los Ciudadanos de Costa Rica, en que sugiere la independencia de Espa�a uni�ndose a Guatemala o a Colombia, pero sobre todo, insta a los costarricenses a proclamar su libertad. As� argumentaba Alvarado sobre aquellos hechos:
�En efecto, si todos los Xefes, Prelados, Tribunales y Juezes que gobernaban antes, gobernaban en realidad de verdad, m�s por virtud y fuerza del gobierno Espa�ol que por voluntad t�cita (y mucho menos expresa) de la soberan�a de los Pueblos, debieron cesar en sus funciones en el acto mismo en que se declar� la independencia de este gobierno, y llamar a los Pueblos en masa para restituirles su autoridad, que ten�a violentamente prestada, y decirle con claridad: que no eran Juezes ni Xefes ni Prelados, conforme al Pacto Social y � los Derechos de todas las naciones de todos los tiempos y climas; y que eligiesen sus gobernantes, conforme la libertad � igualdad original y propia de todos los Pueblos, para perfecta seguridad y properidad� (ENRIQUE ROBERT LUJAN, 1976: 104)
Esta solicitud a los costarricenses, la fundamenta en la autoridad moral que le proporcionaban los acontecimientos de 1808 y en su encarcelamiento, en que reconoc�a nada menos que �yo fui el primero en toda la Monarqu�a Espa�ola que ca� en estas c�rceles el quince de septiembre de mil ochocientos ocho por la libertad de Am�rica� (Op. Cit., p. 57).
Adem�s, en su carta del 22 de octubre de 1821, alert� a los costarricenses sobre lo que �l considera eran sus derechos pol�ticos y jur�dicos, en los que se�ala que las autoridades espa�olas no deb�an ser admitidas en el seno de las reuniones que se estaban produciendo, para decidir la suerte de los provincianos. Sobre el futuro de las provincias que compon�an el Reino de Guatemala:
�Y es que Guatemala quiere el bien general de las Provincias: que para conseguir este quiere de todas la Provincias formen una Republica o gobierno federativo como el de los Anglo Americanos fundado en los eternos � inconcusos principios de la libertad e igualdad civil, y seguridad publica y reciproca de todas: que ella renuncia y renunciar� para siempre, en el Congreso Supremo que formar� con las Provincias, todos los privilegios ruinosos que la concedi� el Gobierno Espa�ol en raz�n de Capital: que por consiguiente ella est� pronta de ponerse a un mismo nivel con todas las otras Ciudades del Reyno, con tal que la ayuden a organizar un gobierno justo y arreglado a todas las Leyes del Pacto Social y del Cristianismo; que asi como a ella la hizo el Despotismo el instrumento de la tiran�a contra las Provincias, as� ahora ella quiere trabajar por la felicidad que todas en unirlas a si y libertarlas del ominoso Gobierno Monarquico de Mexico, a que los Europeos tiran las voluntades de estas infelices Provincias para seguirlas arruinando hasta la consumaci�n de los siglos.� (ENRIQUE ROBERT LUJAN, 1976: 105)
Fue adem�s, quien redact� el primer esbozo de lo que ser� el Pacto Social Fundamental Interino de la Provincia de Costa Rica o Pacto de Concordia, primera constituci�n costarricense aprobada el primero de diciembre de mil ochocientos veintiuno.
El veinte dos de julio de mil ochocientos veintitr�s, la Asamblea Provincial de Costa Rica decidi� enviar sus Diputados a la Asamblea Constituyente que se reunir�a en Guatemala desde el 24 de junio de aquel a�o, para lo cual nombr� cuatro representantes siendo uno de ellos don Pablo Alvarado; al igual que su hermano Jos� Antonio, Sacerdote y Cura de Mazatenango, pues era obvio que el hecho de residir ambos en Guatemala facilitaba la representaci�n de Costa Rica; junto con los otros designados, presb�teros, Juan de los Santos Madriz y Luciano Alfaro. Un aspecto importante es que todos esos representantes obedec�an a una l�nea liberal de pensamiento y fueron una combativa minor�a en aquella Asamblea; Pablo Alvarado reconoci� eran 18 contra 46 �serviles que se componen de Imperialistas, realistas, capitalistas (partidarios del predominio de la capital, Guatemala) centralistas y empleo man�acos�� como los calific� acremente.
La Asamblea Constituyente de la Rep�blica Federal de Centroam�rica termin� sus labores el 22 de noviembre de 1824 y se disolvi� el 23 de enero del a�o siguiente; don Pablo pas� a formar parte del Congreso Federal como Diputado, en donde libr� fieras luchas con su caracter�stica combatividad, por sus principios; dentro de los aspectos a mencionar, fue el haber logrado el reconocimiento del gobierno federal a la incorporaci�n de los territorios del Partido de Nicoya a Costa Rica. La defensa que hizo de los derechos de Costa Rica en el seno del Congreso Federal le atrajo enemistades, sanciones y marginaci�n, que supo llevar con estoicismo y bravura, pero sin echar pie atr�s en sus prop�sitos y principios, tanto que al terminar su gesti�n, informaba al Jefe de Estado Juan Mora que �He sostenido con tanto ardor los derechos de mi patria, que los serviles me han aborrecido de muerte y han tratado de atemorizarme, avergonzarme, enfurecerme, insultarme, aburrirme, arrojarme del Congreso��.
Dej� su puesto de Diputado en 1827 y en los a�os siguientes se refugi� en Costa Rica y, aparentemente, se dedico al ejercicio de su profesi�n de m�dico; pero lejos de la actividad p�blica, pues no es sino hasta 1841 que lo volvemos a encontrar en Cartago, reedificando una casa destruida por el terremoto de aquel a�o. Todo parece indicar que los �ltimos a�os de su pol�mica vida los dedic� a la ense�anza y a la medicina, pues en 1842 en su condici�n de profesor de cirug�a y medicina, dictamina la muerte del General don Jos� Miguel Segovia y prestaba sus servicios en un hospital instalado en Cartago, para atender a los heridos del ejercito de Francisco Moraz�n.
Posteriormente, en 1849 envi� una carta al Presidente Jos� Mar�a Castro Madriz en la que le plantea el problema que hab�a en el pa�s, por la ausencia en el C�digo General, de todos los temas relativos a los servicios m�dicos judiciales.
Poco despu�s, hacia el a�o 1850, fallecer�a en Cartago El Ciudadano Pablo, precursor y pr�cer de la independencia de Am�rica.
Bibliograf�a
R. FERN�NDEZ GUARDIA. Cosas y Gentes de Anta�o, Editorial Trejos Hermanos, San Jos�, 1936. pp. 7 -17.
E. ROBERT LUJ�N. Genealog�a de Pablo de Alvarado, Academia de Geograf�a e Historia de Costa Rica, Imprenta Nacional, San Jos�, Costa Rica, 1979, pp.31-33.
L. CAVALLINI DE AR�UZ Don Pablo Alvarado Bonilla: Pr�cer de Nuestra Independencia, en: Revista de Costa Rica n.� 2, Ministerio de Cultura Juventud y Deportes, San Jos�, SF, pp. 53-66.
Columnista huésped | 10 de Septiembre 2006
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