Por Rodrigo Carazo Odio
Zoellick lo repiti� hasta nuestro cansancio: firmar un TLC con los Estados Unidos de Am�rica no es -para nuestros pa�ses- un derecho, es un privilegio.
En tanto esta letan�a era repetida por los medios de comunicaci�n de los pa�ses de nuestra regi�n, se olvidaba -o se ignoraba- que Centro Am�rica es, como lo han dicho muchos polit�logos norteamericanos, el campo trasero de los E.U.A. y que tenemos mucho que ofrecer en cualquier negocio.
Efectivamente nuestra regi�n es el puente que une al Norte con el Sur del continente, es la �cultura de Am�rica� y la salida para el grueso de la actividad econ�mica de aquella metr�poli monumental.
La negociaci�n del TLC, en ausencia de la negociaci�n del ALCA, no es otra cosa que el enfrentamiento de una estrategia firme y clara de E.U.A. con ausencia total de estrategia por parte de los representantes de nuestros pa�ses.
En la confrontaci�n de expertos que negocian desde el Norte en beneficio del Norte, con representantes de estos pa�ses de por ac� que desean que todo suceda en relaci�n al Norte: a que se venda solo en el Norte, que se compre todo del Norte, que se domine solo la ideolog�a que se impone en el Norte y que nuestros representantes sean gentes educadas en el Norte con af�n de ser apreciadas por los poderes que dominan el Norte.
El privilegio es entonces para quienes desean ser due�os de algo para ponerlo al servicio del Norte.
El Norte se impuso avanzando en territorio y dominio financiero. Nos dice Amaru Barahona en el libro Estrategia de tierra arrasada (Editorial UNED, 2005). En el caso de TLC, desdichadamente hemos encontrado seguidores de Santa Ana, m�s que de Mora.
El privilegio en el negocio del TLC es para el Norte: adue�arse de todo. Ellos tienen un proyecto bien claro. Nuestros representantes tambi�n llevan el suyo y este es ��precisamente formar parte del proyecto de la otra gente� (Barahona, p�g.19).
Desde el punto de vista comercial este TLC de subsidios y �apertura de nuestras fronteras de importaci�n para E.U.A. es grav�simo para nuestra agricultura y afectar� seriamente la producci�n, la seguridad y la soberan�a alimentaria.
El TLC da�ar� la estructura social y al agricultor que fundamenta su existencia en las ventas para el mercado interno. Disminuir� nuestras ventas a Centro Am�rica y nos pondr� a competir, bajando salarios, para equiparar los costos de producci�n con la regi�n. As� se aumentar�n los costos de producci�n nacional con la desaparici�n de productos gen�ricos por los de marcas para la agricultura.
Veamos lo que al respecto dice Mario E. Fern�ndez Arias en la p�g. 111 del libro mencionado: ��el tratado propicio del desplazamiento de la producci�n nacional en favor de lo importado en la totalidad de los productos estrat�gicos para la alimentaci�n popular: arroz, ma�z, productos l�cteos, carne de aves, de cerdo y de res, aceites y grasas animales y vegetales.�
Los aranceles a la importaci�n, correspondientes a contingentes que el TLC permite para que E.U.A. nos exporte, son claros.
La C�mara de Productores de Leche dice que nos podemos acomodar y competir dentro del TLC, yo los insto a que revisen una vez m�s las cifras y apreciar�n que s�lo sobrevivir� la gran empresa que pueda importar materias primas �s�lidos l�cteos�, ganar mucho mezcl�ndolas con agua nacional� los due�os de vacas, especialmente los m�s peque�os, jam�s. Ni por mucho que ayude el gobierno, ni por lo que la ley diga, ser� posible competir con leche en polvo importada. La experiencia lo dice, si las plantas peque�as y grandes hubiesen tenido que competir durante los �ltimos veinte a�os con leches importadas de los pa�ses que dan subsidio, ninguna existir�a� lo sabemos muy bien todos los que amamos nuestros peque�os hatos nacionales.
Por ello Coopeleche R.L. decidi� por unanimidad, en su Asamblea General del 29 de julio del 2006, decirle, tanto a la C�mara de Productores de Leche como a los se�ores diputados de la comisi�n dictaminadora, que los productores de leche de nuestra cooperativa dicen NO al TLC.
Columnista huésped | 5 de Septiembre 2006
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