Disminuir tamaño de letraAumentar tamaño de letraImprimir paginaEnviar esta pagina por e-mailAmpliar el ancho de la paginafluid-width

Chisporroteos

Alberto F. Cañas | 27 de Septiembre 2006

En los comienzos del 2000, cuando todav�a no hab�a llegado al plenario legislativo el inmortal combo del ICE, public� la EUNED un libro: El Desarrollo de los Pueblos, cuyo autor, Carlos Alberto Solera Rojas, no es soci�logo, historiador ni economista, sino ingeniero. Un ingeniero de gran cultura, naturalmente.

Como es natural en este pa�s, la prensa no se ocup� de �l ni inform� sobre su existencia. Otro gallo habr�ale cantado si Solera hubiese sido un cantautor drogado con chaleco de cuero.

Recuerdo que lo le� con inter�s. Es una historia amena y bien documentada del capitalismo, del proceso de desarrollo que permiti� a Europa y a los Estados Unidos desarrollarse a partir del siglo XVIII protagonizando la revoluci�n industrial, por qu� medios, y a qu� precio para otros, y de cuya lectura sale el lector entendiendo por qu� Juan Pablo II calific� de �capitalismo salvaje� lo que los pa�ses desarrollados est�n tratando de imponerle al mundo bajo la enga�ifa de que otros podr�an, si hacen caso, �desarrollarse�, aunque sin especificar en qu� consistir�a ese �desarrollo�.

Jam�s cre� que ese libro tuviera un contenido prof�tico. Pero el hecho es que alg�n �ngel me ilumin� en estos d�as y me hizo volver sobre �l, para llevarme una sorpresa gigantesca: es una obra como escrita hoy, y uno creer�a que cuando la escribi�, Solera conoc�a el Tratado de Libre Comercio que nos iban a imponer cuatro a�os despu�s. Libro prof�tico.

Una de sus tesis centrales es que el neo-liberalismo, esa �doctrina� que nos quieren imponer y que el Fondo Monetario Internacional estuvo hace un tiempo dispuesto a hacerlo as� fuese a la fuerza, no es m�s que una manera de que los desarrollados sigan explotando a los dem�s, ilusion�ndolos con una figura de desarrollo que no se sabe en qu� consiste pero que solo anuncia empleo, de donde es f�cil deducir que se trata de que pa�ses como el nuestro lo sean de empleados bien pagados, pero jam�s de propietarios ni de empresarios, dado el papel secundario que el neoliberalismo adjudica a los nacionales de los pa�ses que dice va a desarrollar.

Cabe preguntarse de qu� sirve un desarrollo sin propiedad, un desarrollo que nos enajena, un desarrollo conducido desde lejos por los due�os de la producci�n, del producto y del dividendo.

Solera encuentra respuesta a muchas cosas. Eso de que nuestro �modelo� de Estado solidario est� agotado y fracas�, es una enga�ifa; lo de proponernos un �desarrollo� similar al de Singapur, entidad pol�tica que no alcanza a ser un pa�s de verdad y que tiene una extensi�n menor que la del cant�n central de Puntarenas, es un disparate. Cosas as� est�n planteadas por Solera en su libro, como si algo lo hubiera inducido a escribir en el 2000, un libro para los costarricenses del 2006.

Y en el centenario de Don Pepe, ninguna lectura mejor, sobre todo para esos que han salido a decir ahora que Don Pepe nunca le tuvo miedo al cambio. Cierto, pero a nadie se le ha ocurrido pensar que Don Pepe hubiese estado dispuesto, en nombre del cambio, a cambiar la madre por un burro.

(La Rep�blica)

Alberto F. Cañas | 27 de Septiembre 2006

0 Comentarios

Publique su Comentario




Recordar mis datos?


Reglas para publicar comentarios: Antes de publicarse, cada comentario ser� revisado por el moderador. Su direcci�n de e-mail no aparecer�.