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Chisporroteos

Alberto F. Cañas | 23 de Septiembre 2006

Una de las cosas m�s agudas que dijo don Pepe durante su segundo gobierno, y en relaci�n con alg�n intento de introducir aqu� no recuerdo cu�l empresa transnacional de esas grandototas, fue que �no conviene meter ballenas en una laguna�.

Ahora, en sus cien a�os, conviene recordar eso, como conviene recordar cuanta cosa don Pepe dijo, pens� e hizo, porque todo estuvo destinado a una sola finalidad: desarrollar a Costa Rica aut�nomamente, no como sat�lite, colonia ni factor�a de intereses ajenos.

Esta semana ha sido pr�diga en oportunidades para que todos reflexionemos sobre nuestro pa�s, sobre lo que fue, sobre lo que ha sido, sobre lo que los pr�ceres quisieron que fuera, y sobre lo que las generaciones actuales han hecho con la herencia que recibieron.

La verdad es que una reflexi�n sobre esos aspectos nos conduce, necesariamente, a una convicci�n: los viejos estaban en lo cierto. Los actuales son miopes y ven el mundo con anteojeras ideol�gicas, pero la Costa Rica que vale (me niego a decir �que vali�) la pena puede salvarse, y no necesitar� (como nunca ha necesitado) de Fideles Castro, ni de Hugos Ch�vez ni de Ortegas, pues siempre ha encontrado fuerzas dentro de s� misma sin caer en las garras de los demagogos, ni de los candidatos a dictador y a gobernante perpetuo.

Lo que pasa es que los que se est�n enriqueciendo cotidianamente con la Costa Rica que han inventado para s� mismos, est�n felices y gastan el dinero que sea necesario en campa�as fabulosas e inveros�miles.

Estoy seguro de que la campa�a para rescatar a esta Patria puede ser larga, ojal� que no lo sea, y es m�s que probable que los supervivientes como yo no podamos verla triunfar, pero tenemos fe. Una fe que todos los d�as crece.

Mi peque�a trinchera de profesor universitario me permite captar los anhelos y las ilusiones de los veintea�eros, que no quieren comulgar con ruedas de molino, con tratados asim�tricos, ni con ideas econ�micas del siglo XVIII. Saben que Costa Rica fue, hasta no hace mucho, muy superior, m�s justa, m�s solidaria, m�s limpia y m�s optimista que lo que a ellos les est�n recetando que hereden.

Don Pepe cre�a tanto en la gente joven, que recuerdo la cantidad de veintea�eros que en el 48 hab�a en posiciones de responsabilidad, en altos cargos diplom�ticos, en lo que luego se llamaron viceministerios, en juntas directivas de aut�nomas y de bancos, en las comisiones redactoras de proyectos de ley, donde a uno se le ocurriera. Tanto fue as�, que don Luis Felipe Gonz�lez, alarmado, acu�� el t�rmino �paidocracia� para referirse a lo que estaba presenciando.

Pero es que don Pepe necesitaba rodearse de idealistas, y siempre supo que los j�venes son idealistas� �porque los muchachos tienen menos intereses personales que cuidar�, dec�a.

(La Rep�blica)

Alberto F. Cañas | 23 de Septiembre 2006

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