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Oscar Arias y su pol�tica exterior

Columnista huésped | 23 de Agosto 2006

� �El sambenito de mentiroso empa�a internacionalmente el nombre de Arias

Por Arnoldo Mora

Fiel a su personalidad y a su trayectoria pol�tica, Oscar Arias ha dado muy pronto muestras de reactivar la pol�tica exterior. Sin embargo, su condici�n de Premio N�bel de la Paz es una espada de doble filo pues, m�s que un honor, representa una responsabilidad ante la Patria y ante la comunidad internacional; por lo que la pol�tica exterior de su gobierno no debe estar sujeta a veleidades personalistas ni subordinada a intereses de corta mira. En estos cien d�as, la pol�tica exterior de Arias no ha sido coherente, a veces torpe, aunque no todo ha sido malo.

Comenzando por esto �ltimo, debemos reconocer que salir de la lista de pa�ses que apoyaron la invasi�n americana a Iraq, lo mismo que pedir un cese inmediato de las hostilidades en el L�bano e iniciar negociaciones de todas las partes involucradas y sin condiciones, es un acto positivo. La presencia m�s activa hacia los vecinos centroamericanos ha sido buena, en especial frente a la Uni�n Europea. Otro tanto se debe decir de las relaciones comerciales con Honduras y de las fronterizas con Nicaragua. Sin embargo, el gesto m�s digno de encomio ha sido el de trasladar la embajada nuestra de Jerusal�n a Tel Aviv, para cumplir las normas del derecho internacional y, al mismo tiempo, dar muestras de realismo pol�tico al buscar un acercamiento a los pa�ses �rabes. Siendo consecuente con esta posici�n realista, Arias debe y con mayor raz�n buscar un mayor acercamiento pol�tico y comercial con las potencias emergentes: Rusia, China, India y el Mercosur.

Por otro lado, los errores han sido m�ltiples. Ya se ha hablado hasta la saciedad del desprestigio, por no decir ludibrio, de que fue objeto, dentro y fuera de nuestras fronteras, su visita al Vaticano. Pero tambi�n han sido desafortunados sus intentos de intervenir en la pol�tica interna de Colombia, o de pedir a la Presidenta de Chile que env�e una delegaci�n de alto nivel a inmiscuirse en decisiones que solo corresponden a un pueblo soberano como es el costarricense. Su actitud hacia Venezuela ha sido ambigua, pues no se puede mendigar favores comerciales al mismo tiempo que se asumen posiciones claudicantes.

M�s grave a�n fue lo acaecido con la delegaci�n de Cuba en Colombia. El vicepresidente Lage hizo una severa acusaci�n de mentiroso a Arias, pues por un lado el embajador tico en Bogot� le aseguraba al gobierno de la isla que Arias deseaba ir a la Embajada de Cuba para hablar de asuntos de mutuo inter�s y, por otro, el propio Oscar reconoc�a p�blicamente que iba en una actitud injerencista. De seguido, el joven canciller Stagno insisti� ante la delegaci�n cubana que lo dicho por la prensa era una tergiversaci�n. Pero luego Arias asum�a de nuevo una actitud provocadora violando los m�s elementales procedimientos diplom�ticos. Las acusaciones graves del vicepresidente Lage no han sido desmentidas por nuestro Gobierno, por lo que el sambenito de mentiroso empa�a internacionalmente el nombre de Arias y su gobierno y pone en tela de juicio la rectitud de su pol�tica exterior. Por todo lo anterior y al igual que en su pol�tica interna, cabe hoy preguntarse: �100 d�as para hacer qu�?

(La Rep�blica)

Columnista huésped | 23 de Agosto 2006

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