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La met�fora de la mujer

Columnista huésped | 20 de Agosto 2006

Por Jos� Fabio Araya Monge

Cientos, miles de a�os de exclusi�n y machismo han venido forjando en las mujeres una reacci�n sosegada pero consistente para cambiarle el rumbo al planeta.

El iluminismo y la modernidad echaron a caminar la raz�n cartesiana. La ciencia y la tecnolog�a desarrollaron la producci�n industrial y el dominio sobre la naturaleza. Los pobres y los obreros sufrieron de la salvaje explotaci�n por no contar m�s que con sus manos para subsistir y las mujeres sufrieron doblemente, porque a�n viviendo con holgura econ�mica solo ten�an el camino de Madame Bovary como precio por su libertad.

Los grandes pensadores del siglo XIX, Kant, Hegel, Marx, apasionados en la b�squeda de verdades absolutas, en el esencialismo y la raz�n del sujeto, constructores de una historia como un gran metarrelato progresivo y ascendente� �en qu� terminaron? Sus extraordinarias doctrinas se vieron nubladas ante la imposibilidad de acorralar al ser en caminos o estructuras predeterminadas y colapsaron en la crisis de la subjetividad. Nuevas interpretaciones del mundo de la vida han dado paso a un horizonte de di�logo en el que la intersubjetividad entierra el dominio del yo y encuentra en el otro la comunicaci�n para una vivencia m�s rica y m�s libre.

Una de las primeras y m�s contundentes consecuencias de este fen�meno es la emergencia de la mujer como sujeto de di�logo, excluida de la agenda de todas las doctrinas amantes de los absolutos de la metaf�sica y de las verdades inmutables.

Quienes truenan hoy contra el relativismo, solo sienten la nostalgia por la seguridad de las verdades supremas y se asustan de la creaci�n libre e irreverente del arte, de la colorida lucha ciudadana, de la pol�tica sin partidos centralistas y burocratizadas y de la soberana y creciente met�fora femenina.

La larga historia de rebaja ha hecho crecer en la mujer una voz, y su palabra ha roto muchas cadenas mentales. Su discurso envolvente se ha apropiado de una capilaridad que penetra y se desliza en los m�s inexpugnables santuarios del machismo. Se ha encadenado en metonimia con los excluidos, con las minor�as �tnicas, con los ambientalistas con todas las voces que claman por un destino emancipador.

Pienso en algunas mujeres de mi pa�s. Pienso en Ana Istar�, cuya casa ha sido tomada por los ladrones, pero a�n as� su palabra embellece y cultiva nuestros destinos. Su ate�smo no le quita un �pice a su �tica justiciera ni a su alma buena. Anacristina Rossi, un ejemplo impresionante, una “loca” con una impecable �tica del discurso, ha hecho m�s por la defensa de la naturaleza que los m�s connotados manifiestos y promesas pol�ticas. Mi amiga Elizabeth Odio, batallando en las cortes internacionales por defender los m�s caros principios de la convivencia planetaria.

Mujeres muchas que desde la pol�tica y las organizaciones sociales y ambientalistas luchan por una democracia m�s profunda e “inclusionista”.

Mujeres muchas, resolviendo solas el crecimiento y la educaci�n de sus hijos; la gran mayor�a desamparadas por el Estado y por los padres de sus hijos.

Mujeres muchas poniendo su trabajo e inteligencia para hacer virar las velas de nuestras naves, ya no a las tierras prometidas, pero si a un nuevo destino en el que la ciudadan�a deje de ser un objeto de las elites pol�ticas y se convierta en le sujeto del di�logo que disuelva las estructuras de poder instrumentalista, para dar vida a algo m�s transparente, de aut�ntica solidaridad social y de respeto a la naturaleza; quien tambi�n comparte con nosotros el planeta

Probablemente si las mujeres tuvieran hoy un rol de poder m�s hegem�nico en nuestro pa�s, y en el mundo (no como parte de las individualidades que muchas veces operan con la cultura dominante y exclusionista, sino junto a la base colectiva y creadora aliada al proyecto emancipador), en vez de estar escupi�ndose la cara como lo est�n haciendo los hombres, actuar�an con m�s sabidur�a, con menos prepotencia. Nada ser�a de vida o muerte. Los temas de m�s conflicto se postergan y se le da prioridad a los que hace tiempo est�n esperando los excluidos.

El enfrentamiento de los extremos se apaciguar�a para que un nuevo consenso democr�tico y profundo enrumbe nuestros pa�ses a una democracia radical con aliento de mujer. El falocentrismo y el nuevo dominio tecnocient�fico ceder�an el paso a un consenso social y pol�tico austero y solidario y a un planeta de tono m�s verde y pac�fico.

(Semanario Universidad)

Columnista huésped | 20 de Agosto 2006

1 Comentarios

* #616 el 26 de Agosto 2006 a las 01:59 PM Julia Ard�n dijo:

A quien le interese este tema, quiero recomendarle dos art�culos:

1- Una interesante entrevista a M�nica Baltodano que sali� en Brecha de Uruguay y publiqu� en POR LA BOCA VIVE EL PEZ http://porlaboca.blogspot.com/

y

2-Un trabajo important�simo de Sof�a Montenegro comentando un libro de Historia de Nicaragua, que publiqu� en NOSOTRAS JUNTAS http://nosotrasjuntas.blogspot.com/

Caudillismo, Patriarcado, Tutelaje… seguimos dando vueltas alrededor de gastados c�rculos obsoletos y caducos… ya alg�n sabio (o sabia) dijo hace tiempo que para lograr resultados distintos pues hab�a que emprender caminos distintos…

Muchas mujeres y hombres sensibles en el mundo vienen trabajando en este sentido, desde hace tiempo, las cosas cada d�a se van aclarando m�s.

Los dos textos vienen de voces de mujeres nicarag�enses, quiz� ah� lo comienzan a tener m�s claro porque han tocado fondo. Tendremos que tocar fondo nosotros?

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