Algunos lectores de mayor edad quiz�s recuerden que cuando esta columna se inici�, all� en la d�cada de los a�os 60, se dedicaba los domingos a comentar libros costarricenses. La producci�n todav�a era escasa, pero ya la Editorial Costa Rica estaba funcionando en serio, y ning�n domingo faltaba el comentario, porque ya no faltaban libros.
Ahora sobran. Se acerca al millar el n�mero de libros que se publican anualmente aqu�. Y cuando se convirti� en aluvi�n, esta columna abandon� su costumbre porque se le pod�a convertir en una calamidad, aunque alguna vez la hubiesen premiado por lo que hac�a, bien o mal pero lo hac�a.
La producci�n bibliogr�fica es enorme. Y dentro de ella la producci�n literaria (que es en la que uno necesita m�s gu�as), tambi�n. Pero no hay manera de enterarse de lo que aqu� se publica. Yo adquiero lo que puedo, recibo algunos que generosamente me env�an sus autores, y los voy leyendo, por supuesto con atraso. Pero el problema es de todos los lectores, porque no tienen donde enterarse de lo que se escribe ni una gu�a que los oriente. Y muchas obras interesantes pasan inadvertidas, adem�s los premios nacionales est�n decayendo y nadie sale a comprar lo que premian.
Uno se entera todos los d�as de cu�l pel�cula est� teniendo mayor �xito en Nueva York, y de qui�nes ganaron los premios �Emmies� que maldito el inter�s que tienen para nosotros, y de los libros que publican ciertas editoriales extranjeras como Alfaguara, y de cu�les son los m�s vendidos en M�xico, Buenos Aires, etc. Pero de nuestro pa�s, nada.
Leyendo, eso s� con mucho atraso, me he enterado en estos d�as de algunas obras que deseo comentar con ustedes� aunque no s� si todav�a est�n en librer�as. Las tengo hace a�os pero no les llegaba el turno.
Una es una novela desarrollada en Costa Rica y aparecida en Alemania en 1959, donde tuvo dos ediciones: la public� aqu� la UCR, en una traducci�n de la hija del autor. Se titula Arco iris en Costa Rica, y su autor fue Carlos Enrique Ossenbach, que aqu� vivi� y aqu� falleci� hace algunos a�os.
Ossenbach lleg� aqu� en la d�cada del 30, como empleado de la Bayer, y se volvi� a Alemania cuando estall� la guerra. Luego regres� a vivir entre nosotros. Su novela es una descripci�n acertad�sima, viviente, conmovedora, de c�mo viv�an nuestras clases altas en los a�os de pre-guerra, y sorprende la capacidad de observaci�n del autor, que describe esa vida (sin caer en el barato �costumbrismo�) d�ndonos un retrato cautivante de Costa Rica. Las primeras 100 p�ginas, en la Puntarenas del turismo interno, las segundas, en una hacienda ganadera entre Atenas y Orotina, y las 100 finales, en el San Jos� diciembrero. No entra Ossenbach en los problemas sociales y pol�ticos de aquel entonces (bien descritos en las novelas de Dobles, Herrera Garc�a y Fallas), pero es imprescindible leer el libro (cuyo argumento carece de importancia y es casi una novelita rosa), para que la visi�n de un extranjero inteligente y observador nos reviva una Costa Rica que en la d�cada del 40 muri�.
En columnas pr�ximas me ocupar� de otras lecturas recientes� aunque no hayan sido de libros recientes.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 30 de Agosto 2006
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