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Agenda de compromisos m�nimos

Columnista huésped | 2 de Agosto 2006

Propuesta de una agenda de compromisos m�nimos para impulsar un proyecto nacional alternativo al modelo neoliberal

Por Henry Mora Jim�nez, decano, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Nacional

Introducci�n

Costa Rica atraviesa por una de las coyunturas m�s dif�ciles y decisivas de su historia. Podemos decir que se encuentra frente a una verdadera encrucijada. Los avances logrados durante la segunda mitad del siglo pasado en la institucionalidad democr�tica y los rasgos solidarios que han sido parte de nuestro modelo de desarrollo econ�mico y social se encuentran hoy al acecho y en franco deterioro. Ya no s�lo deben cuestionarse los efectos del �ajuste estructural� en lo econ�mico y en lo social, sino adem�s, en la calidad de la democracia y en la extensi�n y profundizaci�n de la corrupci�n.

Las pol�ticas econ�micas impuestas desde los organismos financieros internacionales, en gran medida ajenas a nuestra realidad, fueron en principio posibles gracias al mutuo acuerdo, la docilidad y falta de patriotismo mostradas por la clase pol�tica y la elite empresarial criollas en su aplicaci�n durante las dos �ltimas d�cadas; creando un caldo de cultivo para que el inter�s particular desmedido y la falta de principios �ticos en la gesti�n pol�tica (los dos brazos de la corrupci�n), prevalecieran por sobre los intereses m�s leg�timos del pueblo de Costa Rica.

Esta conducta de la clase pol�tica y la elite empresarial que desgobiernan actualmente a Costa Rica, ha creado una situaci�n propicia para que por distintas v�as, como el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos, el Plan Puebla Panam� o el ALCA, los grandes intereses econ�micos transnacionales y sus compinches internos traten de apropiarse de nuestros principales recursos estrat�gicos, naturales e institucionales; como anta�o hicieron con nuestras materias primas. Sin embargo, y como era de esperar, nuestro pueblo ha sabido defender el patrimonio nacional que le pertenece y ha logrado oponerse con bastante �xito, hasta ahora, a las presiones dirigidas desde afuera y desde adentro por los impulsores del modelo neoliberal; hoy en abierta retirada en el campo de las ideas y la cultura, pero con una continuada supremac�a en la esfera econ�mica y en el mundo del policy making, a pesar de sus desalentadores resultados en M�xico, su extrema vulnerabilidad externa en Chile y su escandaloso derrumbe en Argentina.

En Costa Rica, las desigualdades sociales se acrecientan y la segregaci�n espacial y cultural entre ricos y pobres se profundiza; los niveles de pobreza no retroceden, mientras el n�mero de hogares y personas pobres sigue creciendo; la cobertura del seguro de salud de la PEA asalariada ronda apenas el 60%, al tiempo que m�s del 40% de los ocupados no cotiza en ning�n r�gimen obligatorio de pensiones; el crecimiento del empleo informal y de baja calidad prevalece sobre el del empleo de calidad, a la vez que persisten odiosas desigualdades regionales, generacionales y de g�nero; la inflaci�n es relativamente estable, pero una de las m�s altas de Am�rica Latina y en el �ltimo lustro, los salarios reales se han estancado e incluso disminuido. Las peque�as y medianas empresas enfrentan serias limitaciones para su desarrollo en materia de acceso al cr�dito, servicios de apoyo y nuevos mercados; la inversi�n extranjera y las exportaciones de manufacturas han crecido significativamente en los �ltimos a�os, pero no son un factor seguro de desarrollo. La elevada deuda interna y la existencia de una baja carga tributaria reducen las posibilidades de inversi�n p�blica, lo mismo que la cobertura y calidad de los servicios que brinda el Estado; el sector agropecuario sufri� en los �ltimos quince a�os un desmantelamiento de su institucionalidad y una p�rdida de su peso en la estructura productiva y en el empleo, sumiendo a muchos peque�os productores en la pobreza. La cartera de cr�dito se ha dolarizado (para quienes pueden endeudarse en d�lares), al tiempo que se concentra en cr�dito para el consumo y la vivienda, en detrimento de las actividades primaria y secundaria; la infraestructura para el mercado interno presenta un elevado deterioro; la inseguridad y la violencia se incrementan.

Lo anterior, s�lo para mencionar algunos de los problemas m�s visibles que agobian a la poblaci�n en su vida cotidiana, y en especial, a los sectores econ�micamente m�s vulnerables y con empleo precario (si lo tienen); acercando peri�dicamente al pa�s al borde de la temida ingobernabilidad. Y es que, si bien puede decirse que la democracia es condici�n para el desarrollo, tambi�n es cierto que el desarrollo (al menos sin marcadas exclusiones), es condici�n para impedir que la democracia se vac�e o se vuelva ingobernable.

La coyuntura descrita es in�dita en un sentido muy particular. Y es que, a diferencia de lo que ha sucedido en el pasado con otras crisis menores, este panorama, delicado y complejo, ya no podr� ser resuelto a medias por los actores pol�ticos tradicionales, mediante el llamado, �ajuste a la tica�, y por ello intentan ahora, con la mayor prepotencia �especialmente con su proyecto estrella, el TLC con los Estados Unidos (y su mal llamada agenda complementaria)�, una profundizaci�n del modelo neoliberal, convirti�ndolo incluso en su �buque insignia�. No obstante, una salida duradera y estable a largo plazo, s�lo podr� resultar de la implementaci�n de acuerdos nacionales, democr�ticamente negociados, que involucren a todas las fuerzas pol�ticas y sociales en pugna por un determinado proyecto de pa�s.

Desde una perspectiva alternativa, podemos constatar que el desgaste del bipartidismo (herido de muerte en las elecciones de febrero de 2006), y de sus principales dirigentes hist�ricos, ha sido tan grande ante los ojos de los costarricenses, que se requiere de un profundo proceso de renovaci�n de la sociedad, encabezado por una nueva aglutinaci�n de fuerzas pol�ticas y sociales; democr�tico, pluralista y lo m�s amplia e incluyente posible, un nuevo �Bloque Hist�rico� (Gramsci), que articule a las fuerzas m�s sanas de la sociedad civil con una visi�n de largo plazo, y que no descuide los pasos inmediatos a seguir; proponiendo e impulsando alternativas y soluciones para los grandes problemas nacionales.

Uno de los puntos de partida para la construcci�n de esta convergencia hist�rica consistir� en definir, mediante una Agenda de Compromisos M�nimos, los virajes estrat�gicos necesarios que nos permitan, a la mayor brevedad posible, defender y profundizar los logros sociales y econ�micos alcanzados por la sociedad costarricense, enfrentar con �xito los desaf�os de la globalizaci�n y enrumbar el pa�s por el camino de un desarrollo alternativo al modelo neoliberal, un desarrollo m�s justo y solidario que satisfaga las necesidades m�s sentidas de los distintos sectores de la sociedad. En el plano intelectual y espiritual, este esfuerzo nacional deber� alimentarse de las fuentes de pensamiento m�s notables desarrolladas en el pa�s en el �ltimo siglo: el cristianismo social, la social democracia, el socialismo democr�tico y el humanismo cr�tico en general.

Desde diversos grupos de ciudadanas y ciudadanos, campesinos, trabajadores, empresarios, intelectuales, estudiantes; desde sindicatos, organizaciones y movimientos sociales, ecologistas, feministas, ind�genas, de derechos humanos, etc.; han surgido en los �ltimos a�os m�ltiples iniciativas, acciones, propuestas, as� como luchas m�s o menos puntuales para enfrentar el proyecto neoliberal y el bipartidismo en crisis. A pesar de la fragmentaci�n de estas organizaciones, de la variedad de sus ideolog�as y sus estrategias, la necesidad de precisar una agenda m�nima de defensa social y nacional nos convoca como ciudadanos a construir, �desde abajo�, un amplio, plural, participativo y solidario movimiento contra el neoliberalismo y el bipartidismo que lo impulsa y representa; que luche lo m�s coherentemente posible por alcanzar los grandes objetivos y aspiraciones de la sociedad y de la naci�n. Para ese prop�sito se necesita con urgencia dialogar, discutir y consensuar una agenda nacional �con contenidos m�nimos� que sea a la vez una fuerza de atracci�n y un instrumento de organizaci�n y de ense�anza-aprendizaje.

En fin, para recuperar la idea del desarrollo y de la pol�tica en el sentido de discernimiento de los rumbos de la naci�n, hacemos un llamado a construir, con dignidad, patriotismo y autonom�a, los consensos necesarios para la b�squeda del bien com�n, y proponemos la siguiente Agenda de Compromisos M�nimos con el pueblo de Costa Rica; la cual deber� posteriormente y mediante un amplio proceso participativo y educativo, ser desarrollada hasta convertirse en un Programa de Compromisos M�nimos y en un Proyecto Nacional Alternativo para el desarrollo del pa�s; que incluya los objetivos, las metas de corto, mediano y largo plazos, las principales decisiones pol�ticas (incluyendo las necesarias reformas constitucionales y legales) y los medios e instrumentos necesarios para enrumbar a Costa Rica por un nuevo derrotero de prosperidad econ�mica, social y cultural. Con el �nico fin de encauzar su discusi�n, hemos dividido esta propuesta de agenda en tres ejes tem�ticos: Sociedad, Pol�tica y Bien Com�n; Estado y Funci�n P�blica y; Econom�a y Medio Ambiente. La pertinencia de los mismos deber� ser evaluada en el mismo proceso de discusi�n, ya que se trata s�lo de un punto de partida.

Una Agenda de Compromisos M�nimos con el Pueblo Costarricense

Sociedad, Pol�tica y Bien Com�n

  1. Hacia una democracia de ciudadanos (as). Promover la irrupci�n y el protagonismo de la sociedad civil en la vida pol�tica de la sociedad costarricense, transformando la democracia electoral y representativa (una democracia delegativa cada vez m�s cuestionada), en una democracia participativa y con capacidad de veto sobre la acci�n de los gobernantes, una verdadera democracia de ciudadanas y ciudadanos. Para ello, se deber�n tomar acciones como las siguientes (entre otras):

a- Fortalecimiento del r�gimen parlamentario, hoy sumido en una crisis de desprestrigio e inoperancia. b- Extensi�n de la elecci�n directa en la escogencia de regidores y diputados. c- Poner en marcha los mecanismos de revocatoria de mandato en los puestos de elecci�n popular, la rendici�n efectiva de cuentas, el refer�ndum y la consulta popular. d- Reformar la Constituci�n s�lo con la Constituci�n, enfrentando los actos y las fuerzas golpistas que pretenden un viraje hacia el autocratismo. e- En fin, recuperar y ampliar el �mbito de la Pol�tica (con may�scula) a partir del ejercicio democr�tico del poder.

  1. Centralidad de la educaci�n, la ciencia y la cultura. Para transitar con �xito hacia la �sociedad del conocimiento� (enfrentando sus desaf�os y aprovechando sus oportunidades), Costa Rica necesita urgentemente convertir la educaci�n, el arte, la ciencia y la cultura, en los pilares de la transformaci�n social y productiva que el nuevo contexto nacional e internacional demandan; exaltando a la vez el esp�ritu humano, el pensamiento cr�tico y la solidaridad. Propiciando, adem�s, el mayor acceso posible a toda la poblaci�n de las tecnolog�as de la informaci�n, las modernas comunicaciones y el conocimiento libre por v�as tradicionales y digitalizadas.

  2. Seguridad ciudadana. Hacer de la pol�tica de seguridad ciudadana una pol�tica de Estado, que trascienda los cambios de gobierno y que sea parte de un esfuerzo integral y sostenido en la definici�n de un desarrollo inclusivo y solidario; coherente con nuestros valores e idiosincracia por el respeto y la inviolabilidad de la vida humana, tanto en su corporalidad como en su dignidad.

  3. Salud de calidad y Garant�as Sociales para todos (as). Fortalecer y ampliar nuestro r�gimen de salud y de seguridad social, propiciando su real universalidad y sostenibilidad a largo plazo. Hacer efectivas las garant�as sociales y los derechos laborales plasmados en la Constituci�n Pol�tica y en la respectiva legislaci�n y jurisdicci�n social y laboral.

  4. Lucha contra la corrupci�n. En la lucha contra la corrupci�n se hace urgente y necesario regirse por principios �ticos y atacar las condiciones que act�an como caldo de cultivo, en los niveles p�blico y privado, impulsando reformas como las siguientes:

a- Aprobaci�n de la Convenci�n de Naciones Unidas contra la Corrupci�n, b- Reforma al C�digo Electoral sobre la financiaci�n de los partidos pol�ticos y la divulgaci�n de las finanzas de las campa�as y de los partidos. c- Elaboraci�n de un C�digo de �tica que regule la funci�n p�blica. d- Negociaci�n de acuerdos tributarios internacionales para enfrentar eficazmente la evasi�n fiscal vinculada a las transacciones internacionales. e- Despolitizaci�n (partidismo corrupto) de los nombramientos en puestos p�blicos, del uso de los recursos del presupuesto nacional y de los empr�stitos que contraen las instituciones del Estado. f- Modernizaci�n t�cnica y legal de los sistemas aduaneros y tributarios, fortalecimiento adem�s sus soportes administrativos y los recursos humanos necesarios.

  1. Complementariedad Estado-Sociedad Civil y Mercado-Planificaci�n. La sociedad civil y el Estado, no son polos excluyentes, sino complementarios. El desarrollo de la sociedad civil presupone el desarrollo correspondiente del Estado (s�ntesis de las tensiones y los acuerdos de la sociedad); y el desarrollo del Estado presupone, para que �ste no tienda al centralismo burocr�tico y al totalitarismo, el desarrollo de la sociedad civil. La misma relaci�n de complementariedad debe existir entre el mercado y la planificaci�n. El desarrollo desenfrenado del mercado conlleva a los desequilibrios socioecon�micos del desempleo, el subdesarrollo, la desigualdad excluyente, la pobreza, la corrupci�n y la destrucci�n del medio ambiente. La extensi�n desmedida de la planificaci�n conlleva a la burocratizaci�n excesiva que ahoga la din�mica econ�mica y propicia la corrupci�n y la ineficiencia. Se necesita un pensamiento y un accionar de s�ntesis, en el cual la planificaci�n encuentre su legitimidad en la superaci�n de los desequilibrios socioecon�micos y ambientales; y el mercado ostente la suya como fuerza de coordinaci�n descentralizada y dinamizadora.

Estado y Funci�n P�blica

  1. Soberan�a Nacional. Recuperar el papel central del Estado Naci�n en la sociedad, para que �ste ejerza la plena soberan�a nacional del pueblo costarricense sobre los mares territoriales; el espacio a�reo; los recursos h�dricos, naturales y energ�ticos; la biodiversidad; la pol�tica exterior y la pol�tica de seguridad alimentaria; adem�s de la administraci�n y protecci�n de los mares patrimoniales.

  2. Reformulaci�n del Estado Social de Derecho. Recuperar y ampliar el Estado nacional en cuanto Estado Social de Derecho, para que sea promotor del desarrollo humano y ecol�gicamente sustentable, de la justicia social y de la igualdad en la diversidad (igualdad en las posibilidades reales de cada uno de vivir una vida plena). Que sea a la vez:

a- Guardi�n de la institucionalidad democr�tica e impulsor de los derechos humanos, individuales y sociales, del pueblo costarricense. b- Mediador en las tensiones y contradicciones que necesariamente surgen a diario entre los distintos grupos econ�micos y sociales. c- Defensor de la libertad de expresi�n, de la democratizaci�n de los medios de comunicaci�n y de la pureza del sufragio. d- Soporte y garante de la seguridad ciudadana y el bien com�n. e- Impulsor de la justicia social y la democracia econ�mica.

Lo anterior supone poner en un primer�simo plano el respeto y cumplimiento de los derechos humanos jur�dicamente ya reconocidos en nuestra Constituci�n (derechos individuales, civiles y pol�ticos; derechos econ�micos, sociales y culturales); as� como la ampliaci�n del reconocimiento jur�dico y el cumplimiento efectivo de otros derechos todav�a no incorporados en nuestra Carta Magna (derechos econ�micos, sociales y culturales �de segunda y tercera generaci�n�).

  1. Infraestructura y Servicios Estrat�gicos. La inversi�n p�blica deber� tener un papel protag�nico en la modernizaci�n y el mantenimiento de la infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria, aunque no necesariamente bajo la modalidad de contrataci�n administrativa (ejecuci�n directa). El Estado mantendr� una participaci�n decisiva (y exclusiva cuando sea necesario para garantizar el bien com�n), en los servicios sociales (educaci�n, salud, h�bitat), la banca, la energ�a, las telecomunicaciones, los seguros y la infraestructura sanitaria (acueductos y alcantarillados, tratamiento de desechos y residuos).

  2. �tica y Probidad. Instituir como normas fundamentales de la vida institucional la transparencia, la �tica, la probidad y el respeto a los derechos ciudadanos por parte de quienes ejercen la funci�n p�blica. Fortalecer el Ministerio P�blico y en general, apoyar de manera irrestricta al Poder Judicial en la lucha contra la corrupci�n y la impunidad.

  3. Empresas e Instituciones P�blicas. En relaci�n con las instituciones aut�nomas y las empresas p�blicas, es urgente impulsar acciones como las siguientes:

a- Fortalecer y modernizar las instituciones p�blicas estatales creadas por los grandes reformadores del siglo XX, entre ellos, el INS, la CCSS, el ICE, RECOPE, los bancos estatales, el Banco Popular y Acueductos y Alcantarillados; recuperando su papel en cuanto Instituciones P�blicas de Desarrollo, b- Eliminaci�n de la Ley 4-3, c- Eliminaci�n de las presidencias ejecutivas y fortalecimiento de los niveles gerenciales de decisi�n, d- Concurso p�blico para la conformaci�n de las Juntas Directivas, e- Verdadera independencia de gesti�n, redefiniendo el control de la Autoridad Presupuestaria y fortaleciendo la efectiva rendici�n de cuentas ante la ciudadan�a y las instancias fiscalizadoras. f- En los casos en que se trate de empresas p�blicas que generen excedentes (Bancos del Estado, INS), garantizar su uso en el fomento de las micropymes y las organizaciones de econom�a social, as� como en el combate a la pobreza y el desarrollo social.

  1. Gesti�n P�blica. En relaci�n con las finanzas y la gesti�n de las pol�ticas p�blicas:

a. Administraci�n eficiente y austera de la hacienda p�blica y compromiso con la estabilidad macroecon�mica, el control de la inflaci�n y el manejo financieramente sostenible y pol�ticamente responsable de la deuda p�blica. b. Recuperaci�n de una pol�tica econ�mica que privilegie el crecimiento econ�mico, la justa distribuci�n del ingreso y la autodeterminaci�n en las formas de integraci�n nacional, regional y mundial. c. Fortalecimiento integral de la Administraci�n Tributaci�n y de la rendici�n de cuentas en materia de gastos e ingresos p�blicos, a fin de garantizar una estructura tributaria equitativa, una evasi�n fiscal m�nima y una carga tributaria capaz de sostener el gasto y la inversi�n p�blica necesarios para satisfacer la demanda de bienes p�blicos que la poblaci�n demanda. Reforma del Art�culo 18 de la Constituci�n Pol�tica para garantizar la equidad en el pago de los impuestos. d. Fortalecimiento del Ministerio de Planificaci�n Nacional, para que sea en torno a esta instancia coordinadora de qu� hacer estatal donde se planifique la gesti�n del Presupuesto Nacional y la coordinaci�n intersectorial y regional del gasto y las pol�ticas p�blicas. El Ministerio de Hacienda se concentrar� en la recaudaci�n de los impuestos y otras contribuciones tributarias, manteniendo adem�s su papel de tesorer�a del Estado. e. Un Estado que act�e como facilitador de los emprendimientos empresariales, con un aparato administrativo que no ponga trabas innecesarias al desarrollo y accionar de las empresas, nacionales o extranjeras. f. Impulso de una reforma financiera que promueva el ahorro nacional y el establecimiento de una banca para el desarrollo. g. Fortalecimiento de la capacidad estatal de negociaci�n comercial internacional en los niveles bilateral y multilateral. h. Recuperaci�n del �mbito de lo local y lo comunitario, reorganizado en torno a un poder municipal con mayor autonom�a y capacidad de gesti�n. i. Adecuada planificaci�n de las pol�ticas p�blicas en el marco de un efectivo Plan Nacional de Desarrollo. Orientaci�n global de la econom�a (mediante acuerdos estrat�gicos), en funci�n de las aspiraciones y los objetivos econ�micos, sociales y ambientales.

Econom�a y Medio Ambiente

  1. Desarrollo Sostenible. Definir los recursos energ�ticos y naturales como bienes estrat�gicos de la naci�n y en consecuencia, utilizarlos de una manera racional, propiciando el bienestar de todos los costarricenses y garantizando que el uso de tales recursos y el de nuestra rica biodiversidad se realice con estricto apego a un desarrollo ambientalmente sostenible. Promover un orden econ�mico y social que incluya en su misma racionalidad la conservaci�n y la sustentabilidad del medio ambiente y de la biodiversidad, base natural de toda la vida humana.

  2. Negociaci�n de un nuevo tratado comercial con los Estados Unidos. Un tratado comercial y de inversi�n con los Estados Unidos puede ser una herramienta importante para el desarrollo del pa�s. Pero el TLC, tal como fue firmado por los negociadores del COMEX, es altamente inconveniente y no ayuda a aquel prop�sito. Por eso es necesario impulsar por todos los medios diplom�ticos posibles su revisi�n integral o, en su defecto, la negociaci�n de un nuevo acuerdo bilateral; garantizando el derecho soberano del pueblo costarricense a definir el tipo de desarrollo econ�mico y social y las formas de integraci�n en la econom�a mundial que mejor propicien el bien com�n y la convivencia pac�fica y democr�tica. Durante el tiempo que dure esa negociaci�n, se solicitar� al gobierno estadounidense el mantenimiento de las concesiones arancelarias incluidas en la llamada Iniciativa de la Cuenca del Caribe (que podr�an concluir en septiembre del 2008, seg�n lo ha dado a conocer la Oficina del Representante Comercial de los EE. UU.), y que afectan a cerca de un tercio de las exportaciones a los Estados Unidos (15% de las exportaciones totales). En esta nueva negociaci�n se deber�n tomar en cuenta, entre otras, las m�ltiples advertencias y recomendaciones de la Comisi�n de Notables y de las Universidades P�blicas.

  3. Mayor riqueza con Justicia Social. Propiciar formas de producci�n y distribuci�n de la riqueza nacional justas y equitativas, en aras de lograr el mayor bienestar para todos (as) los (as) habitantes. Comprometerse decididamente con la erradicaci�n de la pobreza y con la construcci�n de una sociedad incluyente, una sociedad �donde quepan todos�; haciendo realidad el mandato constitucional de procurar � el mayor bienestar a todos los habitantes del pa�s� (Art�culo 50) y una �pol�tica permanente de solidaridad nacional� (Art�culo. 74). Las pol�ticas sociales dejar�n de ser vistas como instrumentos compensatorios y subordinados de la pol�tica econ�mica, y pasar�n a ser el eje central de una �tica del desarrollo.

  4. Seguridad Alimentaria. Considerar estrat�gico y de inter�s nacional todo lo relacionado con la producci�n, exportaci�n, importaci�n y comercializaci�n de los alimentos b�sicos, a fin de asegurar una alimentaci�n adecuada para toda la poblaci�n. En materia agr�cola y pecuaria, el Estado deber� tomar todas las medidas necesarias para garantizar que nuestros agricultores y productores puedan contar con los recursos econ�micos y t�cnicos necesarios para desarrollar no s�lo una producci�n eficiente y sostenible, sino tambi�n, una calidad de vida digna. Impulsando adem�s, mecanismos justos de comercializaci�n de sus productos y un apoyo decidido a la agricultura org�nica y ambientalmente amigable, tanto para el consumo local como para la exportaci�n.

  5. Una econom�a din�mica y competitiva. Impulsar una econom�a de mercado pluralista en sus formas de propiedad (�econom�a con mercados�, m�s que �econom�a de mercado�) y una estructura productiva din�mica, diversificada y competitiva basada en cinco grandes sectores productivos en mutua interacci�n.

a- Las empresas peque�as y medianas, que ser�n consideradas estrat�gicas para estimular el crecimiento y el desarrollo, tanto del mercado interno como del sector exportador; de manera que contribuyan con el aumento sostenido en la productividad, la creaci�n de empleos y con una distribuci�n m�s equitativa de la riqueza; b- Las grandes empresas de capital nacional, comprometidas con la competitividad, pero tambi�n, con la responsabilidad fiscal, social y ambiental; c- Las empresas transnacionales, que contar�n con los derechos y garant�as internacionalmente reconocidos, pero que deber�n regirse por un estatuto de inversiones extranjeras, donde se fijen reglas de juego razonables, incluyendo el pago de impuestos y el cumplimiento de requisitos de desempe�o en materia �tica, laboral, ambiental y tecnol�gica; d- Las unidades y agrupaciones de econom�a campesina, que deben ser estimuladas para producir los alimentos que necesita nuestra poblaci�n y para exportar con �xito sus excedentes y otros productos no tradicionales; e- Las organizaciones de econom�a social, de econom�a solidaria y las cooperativas, a fin de contar con formas de propiedad y unidades productivas no solamente eficientes y competitivas, sino tambi�n, solidarias y promotoras del desarrollo humano y de la creatividad social y empresarial.

  1. Seguridad energ�tica. El paradigma energ�tico basado en el petr�leo ha entrado a su fase final de existencia. Aunque las reservas mundiales alcanzar�n para unas cuantas d�cadas m�s, �stas dif�cilmente seguir�n aumentando, situaci�n que no s�lo estimula la especulaci�n, sino que incluso ha creado una tensa situaci�n militar y humanitaria en varias partes del planeta. Costa Rica debe seguir apostando a las fuentes renovables y alternativas de energ�a, e incluso incursionar visionariamente en el nuevo paradigma del ciclo agua hidr�geno, pensando en garantizar su seguridad energ�tica en el siglo XXI.

  2. Desarrollo del turismo sustentable y equitativo. El turismo es, sin duda, una opci�n de desarrollo sumamente rentable para nuestro pa�s, econ�mica y socialmente hablando. Pero es de gran importancia que su operaci�n y expansi�n tome en cuenta cuatro aspectos centrales e interrelacionados:

a- La promoci�n de centros hoteleros de peque�a escala, a fin de favorecer no solamente los megaproyectos con predominancia de capital extranjero, sino tambi�n, criterios de equidad en la distribuci�n de la riqueza que se crea con esta actividad, b- Generar conglomerados de empresas nacionales abastecedoras del sector (transporte, alimentaci�n, avituallamiento, construcci�n, artesan�a, etc.), propiciando encadenamientos productivos que permitan aumentar el valor agregado nacional, c- Garantizar su sostenibilidad ambiental en el largo plazo y, d- Prever y enfrentar las consecuencias sociales negativas que el crecimiento del turismo suele generar (drogadicci�n, prostituci�n, p�rdida de valores nacionales, etc.).

  1. Inserci�n en el mercado mundial con una visi�n de desarrollo. Costa Rica, econ�micamente hablando, no es un pa�s peque�o, es un pa�s diminuto. Por ello, toda estrategia de desarrollo econ�mico que se enmarque en un determinado proyecto pol�tico de pa�s, debe ser una estrategia de desarrollo �hacia fuera�, en amplia interacci�n (comercial, financiera, tecnol�gica y de cooperaci�n) con otras econom�as nacionales, regionales y al nivel mundial. Esta es una verdad de perogrullo, un hecho evidente.

Pero desarrollo �hacia fuera� no es sin�nimo de �obsesi�n exportadora�, ni de simple y llano sometimiento a la estrategia neoliberal de globalizaci�n, sino que debe consistir en un �desarrollo hacia fuera�, pero, �desde adentro� y �desde abajo�.

�Hacia fuera�, porque toda estrategia coherente de transformaci�n econ�mica que intente revertir el subdesarrollo debe tener entre sus elementos m�s importantes, una exitosa integraci�n (o al menos, inserci�n), en la econom�a mundial, tanto en el comercio de bienes como en el comercio de servicios y tecnolog�as. Esto implica una determinada especializaci�n, pero no cualquier especializaci�n, en el marco de la divisi�n internacional del trabajo. En particular, para revertir el subdesarrollo debemos salir del c�rculo vicioso de una inserci�n perif�rica y subdesarrollante, que ha sido la t�nica en toda nuestra historia econ�mica (y la de Am�rica Latina en su conjunto).

�Desde adentro�, porque esa integraci�n (inserci�n) debe sustentarse en un desarrollo articulado de la econom�a nacional y de su tejido empresarial y productivo interno. Articulaci�n significa, en este nivel, generaci�n, apropiaci�n y (re)distribuci�n del valor agregado, con creaci�n de encadenamientos productivos y de empleos de calidad; muy al contrario de los enclaves de plantaci�n, industriales y de exportaci�n que han sido la norma durante toda nuestra historia como pa�s formalmente independiente.

�Desde abajo�, porque tiene que traducirse de un desarrollo no excluyente (desarrollo inclusivo), en la construcci�n de una sociedad donde quepamos todos y todas, sin dejar por fuera a la naturaleza (ambientalmente sustentable). No se trata de crecer para luego distribuir, sino que la propia racionalidad econ�mica del proyecto transformador debe ser inclusiva. Adem�s, ha de consistir en un desarrollo desde lo local y lo regional, dando prioridad al crecimiento exportador impulsado por las peque�as y medianas empresas, as� como por las empresas de econom�a social.

En resumen, el dilema no es estar a favor o en contra de una amplia inserci�n en la econom�a mundial, sino el tipo de inserci�n que se promueve: �inserci�n perif�rica o desarrollo end�geno?, �a favor o en contra de una sociedad incluyente?

Dentro de este marco general, incluso un peque�o pa�s como Costa Rica, siempre y cuando se decida a realizar las transformaciones requeridas en el sistema educativo y a acometer las pol�ticas de Estado necesarias, podr�a incursionar con �xito en el campo de las nuevas tecnolog�as de la informaci�n, las infocomunicaciones, la telem�tica, la producci�n de software para computadoras, los servicios empresariales, la educaci�n superior y la salud curativa, reconstructiva y est�tica, los servicios culturales, entre otros. Tambi�n se presenta muy prometedora la investigaci�n cient�fica y la producci�n para usos comerciales relacionada con la biodiversidad y eventualmente, la biotecnolog�a; lo mismo que en la b�squeda de nuevas fuentes de energ�a limpia, como el ciclo agua-hidr�geno. De hecho, estos deber�an ser los nuevos ejes de la estrategia de inserci�n en el mercado mundial, pero evitando el error de pasar de una maquila de productos industriales a una simple maquila de servicios de bajo valor agregado (call centers, sportbooks, por ejemplo).

Comentario final

Esta agenda, con las reformulaciones que sean necesarias, puede servir de punto de partida para la elaboraci�n de un Proyecto Nacional Alternativo, el cual deber� ser construido en amplio y fluido di�logo con la sociedad, traduciendo en el mismo sus necesidades, derechos y expectativas a los t�rminos estrat�gicos propios de la mediaci�n pol�tica.

Una segunda tarea impostergable, vinculada a este proyecto, habr� de consistir en construir los acuerdos y consensos necesarios sobre los medios alternativos para transitar de la Agenda de Compromisos M�nimos al Proyecto Nacional Alternativo: �c�mo articular el nuevo bloque hist�rico?, �c�mo construir una pol�tica de alianzas sobre la base de un programa m�nimo no negociable?, �c�mo asignar responsabilidades y facilitar el intercambio de informaci�n y an�lisis?, �c�mo dar curso al di�logo y a las acciones consensuadas?, �c�mo vincular las redes de organizaciones con programas pedag�gicos y espacios de di�logo-ense�anza-aprendizaje?, �c�mo obtener los recursos necesarios?, etc. En definitiva, no basta tener claridad sobre qu� pa�s queremos, sino adem�s, en c�mo nos organizamos.

Columnista huésped | 2 de Agosto 2006

1 Comentarios

* #536 el 3 de Agosto 2006 a las 07:50 AM Isidro Perera R dijo:

Diagn�stico exacto de nuestro convivir social. Hecho desp�es de una l�cida, minuciosa y exacta, lectura de la realidad actual nacional. No se queda ah�, ese valioso instrumento de an�lisis social, va m�s all�, proponiendo viables recetas para recuperar a nuestra Patria enferma, de las garras de la codicia y de la prepotencia pol�tico empresarial. Propicia lo que la gran mayor�a de los ciudadanos -que observamos que el pa�s se va al alba�al- queremos, como gu�a de una convivencia social justa y humana y eso s�lo puede ser constru�do por todos, sin exclusiones. Isidro Perera

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