� Para que haya gobierno debe existir la fuerza y el poder, pues de lo contrario no podr�a darse el gobierno, como tampoco el logro de los fines propios del Estado.
Por Milton Ruiz Guzm�n
El principio democr�tico constituye el eje fundamental en la organizaci�n de la vida en comunidad costarricense, tanto en sus aspectos estructurales como en la toma de decisiones de los �rganos del Estado.
Al principio democr�tico lo integran elementos como la soberan�a popular, la participaci�n, el pluralismo, el consenso, el principio de la mayor�a, la responsabilidad de �rganos p�blicos, el principio de legalidad, el debido proceso y las garant�as a las minor�as pol�ticas (Sala Constitucional, votos 12017-02, 8867-02, 11943-01, 990-92).
Es por medio del sufragio que se manifiesta la democracia, expresi�n de la soberan�a popular la cual delega su ejercicio con el mandato de la representaci�n pol�tica.
Pero la democracia requiere algo m�s que el sufragio: son necesarias adem�s ciertas reglas para su funcionamiento y operatividad, en cuya ausencia estar�amos inmersos en una situaci�n muy diferente de lo que reputamos y entendemos como tal.
Entendiendo que la pol�tica constituye un proceso constante de controversia activa y de b�squeda de consensos para conformar acuerdos pol�ticos, resulta innegable que a toda comunidad interesa preservar valores supremos como la paz, la vida en armon�a social, el bienestar con progreso para todos los estratos sociales, la libertad en su m�s amplia expresi�n. Estos valores pasan por encima de las divergencias de orden ideol�gico y van m�s all� de los intereses de los grupos de presi�n.
Cada Estado requiere de un gobierno y quienes se desempe�an y ejercen la autoridad lo hacen a nombre del Estado, distingui�ndose as� entre gobernantes y gobernados.
La seguridad constituye una funci�n primordial del Estado, entendida no s�lo como la necesaria protecci�n y garant�a para los componentes sociales, raz�n por la cual hablamos de la seguridad colectiva, esa que tanto se extra�a hoy d�a en nuestra sociedad y en muchas m�s.
Pero la seguridad no constituye solamente un valor deseado de protecci�n tendiente a preservar y garantizar mi integridad f�sica o patrimonial: constituye tambi�n un necesario componente de protecci�n frente al ejercicio del poder pol�tico, frente al Estado mismo y sus gobernantes.
Protecci�n, orden y justicia son fines consustanciales al Estado; poder y autoridad constituyen atributos de quienes ejercen el gobierno del Estado.
Para que haya gobierno debe existir la fuerza y el poder, pues de lo contrario no podr�a darse el gobierno, ni el logro de los fines propios del Estado.
La existencia de la fuerza y su transmutaci�n en poder constituyen productos inevitables de la necesidad de protecci�n y orden. Cuanto mayor sea el consentimiento del grupo social, menos necesidad hay de emplear la fuerza, pero a mayor resistencia, mayor necesidad de fuerza y poder.
El riesgo de mayor fuerza y poder podr�a degenerar en una tiran�a producto del exceso, y convertirse en un Estado represivo con el uso de las fuerzas armadas donde hay ej�rcito, o policialmente, que para todos los prop�sitos es igualmente �til.
Pero tambi�n la represi�n podr�a ser mediante la imposici�n ideol�gica de un pensamiento �nico y la inadmisibilidad del disenso com�n en el r�gimen democr�tico.
De ah� que la relaci�n entre fuerza y consentimiento constituyen hechos relevantes toda vez que la selecci�n de los medios dar� forma a las actitudes entre gobernantes y gobernados. El hecho que exista una Constituci�n Pol�tica no presupone que se est� frente a un Estado democr�tico. El ejercicio del poder y la autoridad son determinantes para su calificaci�n.
Cuando se proclama �urbe et orbe� que �… creo que es mejor evitar el caos y la anarqu�a y promover la tiran�a en la democracia, es decir, un mandato claro, con un l�der que sabe qu� es lo quiere y qui�nes le pueden ayudar a conseguirlo…�, advertimos que se reclama m�s fuerza y poder y un s�quito de adeptos que piensen -pero mejor si no lo hacen- porque esto queda reservado al l�der -o al tirano ilustrado- pues solamente �l es quien piensa, porque sabe qu� es lo quiere… los dem�s -si son suyos- simplemente ayudan, y para sus opositores la advertencia: �… no podemos seguir vagando sin norte, discutiendo interminablemente entre nosotros, persiguiendo el espejismo de la unanimidad, consumiendo lo mejor de nuestros d�as y nuestros esfuerzos, como si el tiempo no existiera, como si la marcha de la historia se hubiese detenido para esperar que la peque�a Costa Rica decida alg�n d�a levar anclas…�.
La democracia se convierte en un espejismo… quedamos advertidos…
(La Prensa Libre)
Columnista huésped | 13 de Julio 2006
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