� Don �scar, a la altura del desempe�o que tuvo la Selecci�n Nacional en los partidos que jug�
Por Manuel Formoso
En su reciente viaje a Europa, don �scar Arias, adem�s de ver la participaci�n de nuestra Selecci�n en el partido inaugural contra Alemania, hizo varias visitas como jefe de Estado, la m�s importante al Vaticano, donde fue recibido por Benedicto XVI y luego por el cardenal Sodano, encargado de las Relaciones Internacionales del peque�o Estado. En ambos casos don �scar cometi� pifias inadmisibles en un presidente con su experiencia y formaci�n en Ciencias Pol�ticas.
El Papa, adem�s de ser la cabeza visible de la cristiandad, es el �ltimo monarca absoluto, de derecho divino, que reina en Occidente. Su derecho a gobernar no proviene de la voluntad de sus gobernados, sino directamente de Dios; en el c�nclave, expresamente convocado para elegir papa, los cardenales se re�nen y votan una y otra vez hasta que uno de ellos sale electo, pero ciertamente se entiende que su voluntad ha estado guiada por el Esp�ritu Santo, una de las tres personas en que la divinidad se manifiesta; por eso, la escogencia del papa no la han hecho los cardenales, sino que han sido instrumentos de Dios. El papa recibe directamente su poder de Dios y adem�s, es su vicario en la tierra.
El recurso de atribuir el poder del rey a una delegaci�n divina result� ser de una gran utilidad para legitimar a multitud de monarcas absolutos que reinaron en Europa durante siglos, hasta que lleg� la Revoluci�n Francesa, decapit� a Luis XVI y, al grito de libertad, igualdad y fraternidad, abri� el espacio para la democracia y acab� con esta aberraci�n pol�tica. El �ltimo gobernante absoluto en Occidente que se atrevi� a fundamentar su poder en Dios fue el general Francisco Franco, que en las monedas que emiti� durante sus largos a�os de dictadura, no tuvo ning�n empacho, ni protesta de la Iglesia Cat�lica, de poner una leyenda alrededor de su egregia efigie “Franco, Caudillo de Espa�a, por la gracia de Dios”. Como dijo un chusco andaluz: �Vaya la gracia que Dios nos ha hecho!
Don �scar Arias en su conversaci�n con Benedicto XVI tuvo la osad�a de proponerle, p�blicamente, que autorizara el uso de condones en �frica para detener la contaminaci�n, cada d�a m�s grande, del sida. Por supuesto que estoy de acuerdo con don �scar Arias. Es urgente hacer algo para detener esa pandemia que a todos nos afecta, f�sica y moralmente. Pero a un monarca absoluto y vicario de Cristo no se le habla as� y menos se le indica c�mo debe gobernar. La otra pifia fue la que cometi� en su conversaci�n con el cardenal Sodano. Pedirle que dirija una carta a los obispos costarricenses para que apoyen el TLC, o al menos bajen el tono en la oposici�n que han tenido a la aprobaci�n de este tratado, es una nueva muestra de ignorar los procedimientos con los que opera el Vaticano. Se dice que la diplomacia vaticana es la m�s fina del mundo. No en vano dos mil a�os de vida de la instituci�n eclesi�stica han decantado unas relaciones internacionales que se caracterizan por la discreci�n, el respeto a la autoridad de los obispos locales y �nicamente en casos excepcionales se hacen p�blicas.
Cuando hace un tiempo en Estados Unidos se denunciaron multitud de casos de pederastia de cl�rigos, ocurridos hace veinticinco a�os o m�s, que ahora ya eran obispos y arzobispos, Roma llam�, p�blicamente, a las altas autoridades religiosas afectadas y discretamente, ante las instancias del caso, el asunto fue tratado y se adopt� la soluci�n m�s adecuada para los intereses de la Iglesia Cat�lica estadounidense. Poco despu�s se hizo p�blico lo que era necesario y conveniente que conocieran los cat�licos de Estados Unidos, y del resto del mundo.
No conocemos qu� fue lo que oscureci� la reconocida inteligencia y formaci�n pol�tica del presidente Arias para que actuara con la imprudencia con que procedi� en el Vaticano, porque �l conoce perfectamente todo lo que aqu� he dicho acerca del poder de Roma y de su fina diplomacia. Si bien no fue dentro del Campeonato Mundial de Futbol, las pifias de don �scar est�n a la altura del desempe�o que tuvo nuestra Selecci�n Nacional en los partidos que jug�.
(La Naci�n)
Columnista huésped | 7 de Julio 2006
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