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Chisporroteos

Alberto F. Cañas | 12 de Julio 2006

Cierto amigo m�o, excelente pero perversa persona, se pregunta si a los negociadores del TLC no se les qued� en el tintero, entre las exigencias de transformaci�n interna para Costa Rica que ellos plantearon y no Washington, la de que en lo sucesivo el nombre de Escaz� sea esdr�julo, con acento en la e, que es como algunos querr�an de todo coraz�n pronunciarlo.

Hace d�as me vengo preguntando si esa �democracia interna� que algunos vienen propugnando y diz que practicando en cuanto cuerpo colegiado existe, desde los partidos pol�ticos hasta las aulas de clase, debe en verdad llamarse �democracia interna�.

Todo empez� en Grecia. Los griegos hablaban de aristocracia (gobierno de los mejores) y de democracia (gobierno del pueblo). Los fil�sofos del siglo XVIII convinieron en que la democracia (la que llamamos democracia representativa), es la mejor manera de obtener que los pueblos sean gobernados por una aristocracia, es decir por los mejores, entendiendo esta palabra a la griega, y no, como se puso de moda en el siglo XIX, cuando aristocracia pas� a definir peque��simos grupos de gente adinerada o con antepasados notables, lo cual demostr� que no era tal aristocracia, como se puede ver todav�a en algunos pa�ses.

La democracia representativa fue concebida, pues, como la participaci�n del pueblo en la elecci�n de los gobernantes. El pueblo elegir�a libremente entre distintos candidatos.

El problema se plante�, no tanto en el siglo XIX como en el XX: esos candidatos entre los cuales el pueblo elegir�a, �qui�n habr�a de escogerlos? No era nada pr�ctico que todo el que quisiera postularse pudiese hacerlo. Democracia total pero imposible.

Ciertos pensadores plantearon esto: la elecci�n final ser� entre candidatos propuestos por los partidos. Un partido nace cuando un grupo de gente con ideas y prop�sitos pol�ticos afines lo forma para pedirle al pueblo que les d� la oportunidad de poner en pr�ctica sus ideas desde el gobierno. Por lo tanto, ese grupo escoger� los candidatos a quienes confiar� la ejecuci�n de sus ideas. Resulta un disparate que abdique de ese derecho, y ponga esa escogencia en manos de las personas que, atra�das por las ideas que ellos expusieron, se adhirieron al partido y trabajan por su �xito.

En Costa Rica principalmente en el PLN, el grupo inicial, cumpli� sus labores y sus herederos abdicaron y entregaron la direcci�n del partido a quienes se hab�an adherido a �l porque les gustaron sus ideas y no porque las tuvieran propias.

En ning�n partido respetable del mundo, la dirigencia ideol�gica o intelectual ha renunciado su derecho a dirigirlo. Por eso en Europa, por ejemplo, los partidos serios no han perdido la credibilidad y prestigio que perdieron los de por ac�, manejados actualmente por lo que humor�sticamente me permit� una vez llamar la grader�a de sol, que sirve en el f�tbol para alentar a los jugadores pero no para hacerse cargo del bal�n.

Esa falsa democracia que nos ahoga y nos tiene donde ustedes nos ven, gobernados por l�deres de barrio, no se llama democracia. No es el gobierno del pueblo sino el gobierno de todos por parejo, analfabetos, delincuentes y fichados incluidos. Por esa raz�n los griegos la habr�an llamado Pancracia.

(La Rep�blica)

Alberto F. Cañas | 12 de Julio 2006

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