Introducci�n
El 12 de mayo anterior se cumplieron dos a�os de la muerte del Dr. Alexander Skutch, ocurrida apenas una semana antes de completar su centenario. En mi opini�n, desapareci� as� el �ltimo gran naturalista del planeta -como lo argument� en un art�culo publicado poco despu�s-, ya que �l fue un cabal representante de esa ins�lita estirpe de exploradores que se adentraron en lo profundo de selvas y monta�as, entre incontables obst�culos y peligros, para revelarnos los tesoros y enigmas del mundo natural.
No obstante, m�s que eso, creo que en su caso perdimos a un hombre bondadoso y polifac�tico que, en su doble privilegiada condici�n de naturalista y fil�sofo, al residir en Costa Rica por m�s de medio siglo, enalteci� con su prol�fica obra a esta su segunda patria, a la vez que proyect� hacia el mundo la urgencia de conservar nuestra maravillosa naturaleza tropical.
Sirva este breve art�culo para rendir un tributo a su memoria, as� como para estimular a quienes no conocieron sobre �l en vida, a adentrarse en ese rico fil�n biol�gico y filos�fico que es su vasta y original obra, rebosante de ense�anzas para reconciliarnos con la naturaleza y con nosotros mismos.
Entre plantas y aves
Nacido en Baltimore (Maryland, EE.UU.) el 20 de mayo de 1904, curs� su doctorado en bot�nica en la Universidad Johns Hopkins y -gracias a su profesor consejero y con el apoyo de la United Fruit Company- tendr�a la oportunidad de viajar a Costa Rica para realizar su tesis de doctorado, sobre la anatom�a de la hoja del banano.
Aunque desde joven hab�a sentido atracci�n por la naturaleza y, en cierto modo, por las aves, aqu� ser�a seducido por �stas para todo el resto de su vida, al punto de que dedicar�a sus mejores d�as y a�os a su meticuloso estudio. Tras obtener su doctorado y viajar un poco, se instalar�a en el Valle de El General, gan�ndose la vida mediante la recolecci�n y venta de espec�menes bot�nicos a museos de los EE.UU. y Europa. A�os despu�s comprar�a la finca Los Cusingos (nombre del tuc�n Pteroglossus frantzii).
Distanciado del mundo urbano y de la vida acad�mica nacional, convertir�a ese reducto natural de casi 80 hect�reas en su sitio de estudio en sus recorridos cotidianos por unos 65 a�os. Mientras recolectaba plantas, localizaba y observaba las aves en sus nidos, lo cual le llevar�a a describir de manera prolija sus h�bitos e historia natural, plasmados en numerosos libros. A la vez, descubrir�a numerosas especies nuevas de plantas y animales, a 43 de las cuales se les asignar�a el nombre de skutchii o alexandri, como homenaje a �l.
Hoy se puede aseverar que no hay un sitio en el mundo mejor conocido que Los Cusingos en cuanto a ornitolog�a. Pero a �l no le bast� con eso, sino que adem�s desarroll� un gran esfuerzo de pensamiento, aportando originales y provocadoras ideas en el plano filos�fico.
Un fil�sofo en la monta�a
De esp�ritu m�s bien silvestre, pero no hosco o ermita�o, cultiv� buenas relaciones con sus vecinos. Pero fue un hombre solitario, pues no ser�a sino hasta los 46 a�os cuando se casar�a con Pamela Lankester, con quien no tendr�a descendencia. Su prolongada soledad en medio de monta�a y temporales, lo inducir�a a la cavilaci�n y a la filosof�a, emergiendo poco a poco de su estado de latencia las inquietantes ideas que de joven hab�a asimilado, brotadas de los pensadores Bergson, Spinoza y Spencer.
Aseguraba �l que �de todos los fil�sofos [Herbert Spencer ] es tal vez el que m�s ha influido en mi vida. Mi filosof�a es en algunos aspectos muy parecida a la de [�l], pero yo he pensado m�s en valores�. Y, con ese bagaje te�rico, sumado a sus nuevos y reposados razonamientos enfocados a entender mejor el comportamiento humano, crear�a una concepci�n filos�fica propia, con los valores y la �tica como ejes cardinales de su cosmovisi�n, en estrecha vinculaci�n con la conservaci�n de la naturaleza. El indicaba que �el hombre hace un aporte importante a la naturaleza con solamente la apreciaci�n. La conservaci�n y la protecci�n, sin la apreciaci�n, no valen mucho, pero la verdadera apreciaci�n siempre incluye la idea de proteger�.
Sin ser religioso, profundiz� en el estudio de las religiones, no solo para entender mejor a la especie humana, sino tambi�n por la actitud de �stas ante el mundo natural. Conocedor de varias religiones orientales, se�alaba que �el animismo es una de las que m�s me han gustado, especialmente por su apego a la filosof�a de no da�ar nada si se puede evitar�. Y, adherido al principio oriental del ahimsa, que encarna el respeto absoluto por todas las criaturas vivientes, vivi� con absoluta congruencia en lo cient�fico y lo personal. En tal sentido, tuvo la inmensa virtud de estudiar las aves por tantos a�os, sin tener para ello que matarlas. Y, tambi�n, consecuente con una decisi�n tomada desde muy joven, mantuvo siempre h�bitos vegetarianos.
Asimismo, vivi� con gran frugalidad. A su sencilla indumentaria y a la moderaci�n en sus h�bitos de vida cotidianos sum� el hecho de vivir sin corriente el�ctrica, plenamente inmerso en ese entorno natural que tanto am� y cuid�, casi como una criatura silvestre m�s.
Obra y legado
Como ornit�logo, Skutch fue una reconocida autoridad mundial. De ello dan fe unos 25 libros, entre los que figura la c�lebre Gu�a de aves de Costa Rica (escrita con su colega Gary Stiles), as� como m�s de cien art�culos en revistas cient�ficas peri�dicas, algunas del calibre de Ecology, Auk, Condor e Ibis. Por su parte, ser�a reconocido como un fil�sofo en nuestro medio, al punto de que el Dr. Constantino L�scaris lo incluy� como tal en su libro Desarrollo de las ideas filos�ficas en Costa Rica. De hecho, publicar�a unos seis libros sobre sus reflexiones y planteamientos filos�ficos.
Escritor prol�fico, adem�s de estas publicaciones m�s formales, escribi� varios libros relatando sus vivencias como naturalista en los tr�picos, sumamente amenos. Y tambi�n incursion� en la literatura, escribiendo varias novelas y un cuento para ni�os; entre las primeras destaca Merenda, de tono autobiogr�fico, con bellas descripciones del mundo natural en las selvas del Pet�n, en Guatemala, donde residiera por un tiempo.
Pero, m�s all� de su colosal labor como pensador y escritor, pienso que Skutch representa un notable modelo de cient�fico y de ser humano, y es ese su mejor legado, sin duda.
C�mo honrar su memoria
Sin duda que la mejor manera de honrar la memoria de este hombre fecundo y bondadoso es nutrirse de su ejemplo y ense�anzas para transformarlas en actitudes que mejoren la convivencia entre nosotros y con la naturaleza.
Pero, lamentablemente, a pesar de su gran producci�n como escritor, son muy pocos sus libros traducidos al espa�ol, lo cual ha limitado sensiblemente que de le conozca m�s. Cuando alguien me pregunta que cu�les de �stos son los que yo recomendar�a, no dudo en afirmar que, desde una perspectiva filos�fica, tanto El ascenso de la vida, as� como Fundamentos morales. Una introducci�n a la �tica, mientras que en su condici�n de explorador de nuestras monta�as, La finca de un naturalista y Un naturalista en Costa Rica.
Pero, tambi�n, hay tres obras que no son suyas, pero que aluden a �l. Una es Alexander Skutch: la voz de la naturaleza (2004), detallada biograf�a escrita por Carlos Luis Abarca; nuestro libro Los viejos y los �rboles (2002), en el que aparece una extensa entrevista con �l; y Alexander Skutch (2005), el cual es un n�mero monogr�fico de la Revista Comunicaci�n (del Instituto Tecnol�gico de Costa Rica), con �nfasis en sus aportes filos�ficos. Este �ltimo representa el primer intento formal de profundizar en su obra, de manera sistem�tica, a lo cual se deber�an dedicar mayores esfuerzos en el futuro, en varias de sus facetas.
Otra forma de honrar su memoria es convertirlo en Benem�rito de la Patria, en lo cual ya hemos avanzado, gracias a la colaboraci�n de varios colegas y diputados, pero no tan r�pido como deseamos. Confiamos en que este a�o se pueda materializar este anhelo.
Y, por �ltimo, pero no menos relevante, es la importante iniciativa denominada Proyecto Alexander F. Skutch (www.friendsoftsc.org) desarrollada por el Centro Cient�fico Tropical (CCT), en cuya junta directiva �l particip� alguna vez. Dicha iniciativa est� conformada por varios proyectos complementarios, como:
� La restauraci�n de la casona donde �l vivi�, donde se har� un museo y un centro de estudio para la educaci�n ambiental.
� El desarrollo del Refugio de Aves Alexander Skutch, en Los Cusingos, estableciendo senderos, jardines, etc. para que los visitantes se sumerjan en ese mundo que �l tanto contribuy� a desentra�ar.
� La adquisici�n de tierras aleda�as a Los Cusingos, para mitigar cualquier perturbaci�n ambiental que pudiera incidir sobre dicho refugio.
� El establecimiento del Corredor Biol�gico Alexander Skutch, para lo cual se pretende aglutinar varias �reas protegidas peque�as hoy existentes y asociarlas con el Parque Internacional La Amistad, en la frontera Costa Rica-Panam�. En dicho corredor estar� salvaguardado el �bosque siempreverde tropical estacional�, bioma �nico en nuestro pa�s.
Ojal�, con el generoso apoyo de donantes nacionales e internacionales se pueda concretar esta iniciativa. As�, cada vez que visitemos Los Cusingos, entre la exuberante vegetaci�n y el grato rumor del r�o Pe�as Blancas, que atraviesa esos bellos parajes otrora poblados por los ind�genas que nos legaran hermosos y a�n indescifrados petroglifos �reci�n descubiertos-, disfrutaremos de esa bals�mica armon�a que Skutch contribuy� a preservar.
Y, recorriendo dicho refugio silvestre, aquilataremos mejor la estatura de un hombre que en su sencillez fue grandioso, quien contin�a morando -junto con las dem�s criaturas que tanto am� y protegi�- en ese su para�so terrenal.
Luko Hilje | 7 de Junio 2006
2 Comentarios
M�s que un comentario es solicitarle a Luko su direcci�n de correo pues me interesa incorporar en mi seminario de medio ambiente el estudio de la obra de don Alex�nder. Este ser�a mi homenaje a �l y a vos por tus excelentes art�culos en forma y contenido
Saludos,
Ronald
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