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Educaci�n: �ciudadanos o fenicios?

Columnista huésped | 10 de Junio 2006

Por Juan Rafael Quesada Camacho, Historiador

Es necesario conocer la historia para no repetir los errores, o al menos para mitigarlos. Ante esa evidencia es preciso recordar que, durante mucho tiempo, los movimientos sociales contestatarios del liberalismo olig�rquico denunciaron que “en el pa�s no se cultivaban las ciencias, ni las letras, ni la filosof�a, ni las artes, como aspectos medulares de la cultura”. Cuando la fundaci�n de la Universidad de Costa Rica se hizo realidad, �sta empez� a atender las demandas del nuevo Estado social de derecho forjado a partir de 1940. Por eso, se aboc� a la tarea de formar ingenieros civiles, economistas, administradores, odont�logos, microbi�logos, qu�micos, f�sicos y matem�ticos. Pero tambi�n prepar� profesores de segunda ense�anza, fil�sofos, literatos, artistas y m�sicos. �Para qu� tractores sin violines!, dir�a luego don Pepe.

El rumbo que sigui� el Alma M�ter estaba en plena concordancia con la ley Fundamental de Educaci�n aprobada en 1957. Esta, te�ricamente a�n vigente confiri� una visi�n humanista a la educaci�n costarricense al establecer que el fin m�ximo de la actividad educativa es la formaci�n de ciudadanos conscientes de sus derechos y amantes de su patria.

Desafortunadamente, en la actualidad, la educaci�n es objeto de un �nfasis cada vez m�s economicista, hecho sobre el cual ha llamado la atenci�n la UNESCO desde finales del siglo pasado [La educaci�n encierra un tesoro]. Vemos como, desde hace varios a�os, CINDE ha insistido en vincular m�s la educaci�n a la econom�a, para lo cual enfatizan que se debe fortalecer la formaci�n en ingl�s y c�mputo. Recientemente ha propuesto la “irlandizaci�n” de Costa Rica. En contraste, se dice que las universidades “grad�an profesionales en carreras que no son estrat�gicas (l�ase “�tiles”) para el desarrollo productivo del pa�s”. As�, seg�n el presidente de CINDE, el que lider� el “dream team” (terminolog�a de La Naci�n) que “negoci�” el TLC con USA, “hay se�ales alarmantes de una sobre dimensi�n en ciertas �reas”, (el 57% de los graduados universitarios corresponde a carreras como Derecho, Comunicaci�n, Preescolar y Enfermer�a). Puntualiza que “el pa�s necesita m�s ingenieros que fil�sofos, m�s expertos en c�mputo que soci�logos”.

Esas ideas sobre el papel de la educaci�n est�n en concordancia con lo expresado por el actual Presidente de la Rep�blica durante la reciente campa�a electoral. En esa coyuntura manifest�, en varias ocasiones, que el pa�s necesita de “econom�a y no de sociolog�a”. En su discurso del 8 de mayo, afirm� que es necesario la “prosa y no la poes�a”. Adem�s, con su acendrado gusto por las predicciones (recu�rdese La Costa Rica del a�o 2000), �l ha dicho que los costarricenses seremos “los fenicios” de este siglo. (Seg�n la Real Academia, fenicio es un t�rmino despectivo. Designa a la persona que tiene habilidad para comerciar y sacar el m�ximo beneficio). Pareciera desprenderse de esas citaciones que la valoraci�n que hace don Oscar Arias de las artes, las letras y las ciencias sociales es muy pobre. Apreciaci�n que se refleja en el presupuesto asignado al Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. De acuerdo con su prosa, es v�lido preguntarse si el trabajo de Isaac Felipe Azofeifa (poes�a), Eugenio Fonseca Tort�s (sociolog�a), Mar�a Eugenia Bozzoli (antropolog�a), Hilda Chen Apuy y Eugenio Rodr�guez (historia), es secundario o no estrat�gico.

�A qu� se deber� esa fobia de don Oscar Arias? �Ser� que est� obsesionado con el “milagro irland�s”, en donde el lema ha sido “m�s t�cnicos, menos soci�logos” y, por ende “ha tenido una pol�tica deliberada de destinar m�s recursos a las escuelas de ingenier�a y las ciencias “? (Oppenheimer) �O ser� una manera de cobrarle a la gente de letras, artes y ciencias sociales (incluidos varios Magones) el que no lo apoyaran el 6 de febrero del 2006?

Durante muchos a�os, en el �mbito individual y grupal, hemos ejecutado acciones de apoyo al sistema educativo del pa�s, nuestro �nico inter�s ha sido colaborar en esas tareas trascendentales para Costa Rica. Por eso, si bien consideramos valioso que se destinen m�s recursos para la educaci�n, y creemos que don Leonardo Garnier es una persona sumamente valiosa, consideramos, como costarricenses, tener la suficiente autoridad moral para plantear la siguiente pregunta: �Cu�l es el fin �ltimo de la educaci�n costarricense: formar ciudadanos o fenicios?

(Semanario Universidad)

Columnista huésped | 10 de Junio 2006

5 Comentarios

* #403 el 10 de Junio 2006 a las 10:34 AM El Editor dijo:

El texto del Dr. Quesada Camacho ha generado, hasta el momento, una r�plica y una contra r�plica en el sitio web de los historiadores. De seguido se incluyen ambas participaciones, por separado, pues introducen elementos de importancia en la formaci�n de criterios ciudadanos.

* #404 el 10 de Junio 2006 a las 10:36 AM El Editor dijo:

OPINION DE DON GUSTAVO NARANJO CHACON

Por algo muy sencillo, don Juan Rafael:

La mayor�a de los profesores universitarios graduados durante la d�cada de los 70 y 80 est�n (a pesar de las dificultades) en propiedad. Y trabajando en al menos 2 universidades o dos instituciones -educativas o de investigaci�n.

Por el contrario, al menos una encuesta que hizo la Escuela de Historia hace como 2 o tres a�os, menos del 1% de los que se graduaron en Historia trabajan o trabajaban en aspectos relacionados con la carrera.

Supongo que las cifras andar�n similares para el resto de los estudiantes de Ciencias Sociales, de Letras y de Artes (a excepci�n, tal vez, de la gente de Dise�o Gr�fico).

Y hasta donde s�, ni la UCR, ni la UNA ni el ITCR est�n contratando nuevos profesores ni investigadores en Artes, Ciencias Sociales o Letras. Recontrata a los cuadros que ya tiene, los sobrecarga con proyectos y funciones… pero no contrata gente nueva. Y a la que contrata, es por 1/4, interina, sin posibilidades reales de ascender en tiempo o en escala.

S� lo considera as�, don Juan Rafael, entender� por qu� para buena parte de la nuestra generaci�n (la generaci�n Y, que llaman los estadounidenses) s� tiene sentido el discurso de Oscar Arias:

No se trata de una fobia hacia las Artes, las Ciencias Sociales o las Letras. Se trata un sector importante de la poblaci�n -la poblaci�n que se supone deber�a ser el sost�n econ�mico del pa�s y el pr�ximo relevo generacional- que econ�micamente no existe:

No son sujetos de cr�dito por no poseer un trabajo estable ; no pueden aspirar a adquirir un terreno, construir una casa o a adquirir un autom�vil. Ni mucho menos pueden (al menos no responsablemente) hacer planes para matrimonio y familia, porque no hay seguridad financiera para criar un ni�o (en singular).

De eso es de lo que se trata. Me llama profundamente la atenci�n como los peores detractores del TLC, del libre comercio y de la globalizaci�n son intelectuales en propiedad, a punto de pensionarse o ya pensionados, con vivienda propia, autom�vil e hijos con estudios universitarios.

Un d�a de estos me tope a uno de los mayores detractores de las pol�ticas econ�micas actuales, cient�fico social que publica semanalmente una columna en La Naci�n, con un veh�culo que muchos de mis coet�neos no podr�amos pagar ni laborando 5 a�os solo para eso.

Comprenda, don Juan Rafael, que la mayor parte de mi generaci�n no puede aspirar a nada de esto. Y no por culpa de los pol�ticos corruptos, o de las malvadas transnacionales, ni de la maligna globalizaci�n.

Es culpa exclusivamente de las universidades y de nosotros los estudiantes:

  • Por un lado de las instituciones, porque enga�an -no hay otra palabra- a los estudiantes por no informarles de las oportunidades reales de empleo en las diferentes carreras.

  • Porque s� publicaran qui�nes son los empleadores o cu�l es la nivel de satisfacci�n de los graduados, muchos lo pensar�an dos veces antes de ingresar a Sociolog�a, Antropolog�a o Historia o Filolog�a o Escultura.

  • Porque, si advirtieran que ni la UCR, ni la UNA, ni ninguna otra universidad p�blica est� contratando personal docente o investigador, entonces mucha gente que estudi� Historia -por ejemplo- de una vez entrar�a a Estudios Sociales, para as� no terminar como un MT1 o MT2 o MT3 trabajando para el MEP por no haber llevado las pedag�gicas

  • Y sobre todo porque a�n insisten en formar empleados (y lo peor, empleados p�blicos), en lugar de creadores de empleos.

Pero, tambi�n, y sobre todo es, culpa de nosotros los estudiantes… por babosos y por ingenuos:

  • Por no investigar la salida laboral de una carrera antes de ingresar a ella. Porque el costarricense, con su cortoplazismo y su “pura vida”, y sus soluciones “a la tica”, nunca piensa en el d�a despu�s de ma�ana. Y luego, cuando sale a la calle, se da cuenta que lo que estudio por m�s humanista que lo haya formado, no le va a permitir trabar (bueno: tal vez en un sportbook)

  • Porque pensando que, salir a protestar a las calles para que una funcionaria pueda estar 41 a�os en una instituci�n p�blica para que se pueda pensionar sin tope de cesant�a laboral, es defender a la Patria.

  • Y por �ltimo, por negar la realidad. Por negar que el mundo cambio. Por pensar que los costarricenses -por el solo hecho de ser costarricenses- somos criaturas de Dios, especiales y que merecemos la deferencia de todos los dem�s pueblos del Mundo. Porque, con soberbia, creemos que todos y todo tiene que adaptarse a nosotros y nuestras formas, a nuestros plazos y a nuestras costumbres.

…Porque a casi trescientos a�os desde que, a punta de fusil, nos obligaron a poblar San Jos�, todav�a no hemos aprendido a vivir en comunidad (y yo me atrever�a a decir en sociedad) Seguimos sin superar “el Ca�n y Abel del ser costarricense”. Seguimos pensando en “yo soy yo y mi situaci�n”.

Por eso, con la mayor vehemencia posible, le solicito a usted, don Juan Rafael, y a todos los dem�s acad�micos que han estado debatiendo durante los �ltimos d�as sobre la inmoralidad de la comercializaci�n de la educaci�n, preguntarse…

… s� no es m�s peor recibir estudiantes en carreras que no tienen ni perfil de salida, ni salida laboral.

…permitirle a una persona, con mucho sacrificio, estudiar 4, 5, 6 a�os, formarla como investigador… para luego informarle que, por los pr�ximos a�os, los centros de investigaci�n no est�n contratando personal.

…no advertirle que su derecho inalienable a estudiar Artes, Ciencias Sociales o Letras, tiene una cl�usula oculta donde est�n obligados a pasar la siguiente d�cada camaroneando, trabajando en campos que nada tiene que ver con lo que estudiaron, subemple�ndose como educadores sin vocaci�n, subsistiendo semestralmente con � o � tiempos… o peor… dependiendo de la matr�cula.

No quiero que me malinterpreten pensando que abogo por cerrar carreras. O que convirtamos a la UCR o a cualquier otra universidad p�blica en una escuela comercial. Lo �nico que pido es que, antes de comenzar un debate tan delicado, se informen sobre ambas caras de la moneda… se pongan en el lugar de los otros: de los j�venes, de los subempleados, de los artistas, los letrados y los cient�ficos sociales sin oportunidad de trabajar en lo que estudiaron.

…por que si bien es cierto, �para qu� tractores sin violines? … tampoco hay pan duro cuando hay hambre. Y cuando la pobreza entra por la puerta… el amor (o la vocaci�n) sale por la ventana.

Gustavo Naranjo Chac�n

* #405 el 10 de Junio 2006 a las 10:37 AM El Editor dijo:

OPINION DE DON JUAN JOSE MARIN

Estimado Gustavo

Dado que su comentario puede causar reacciones a favor o en contra me permito establecer varias inquietudes a sus interrogantes, con el fin de precisar cualquier debate, dado que usted mezcla datos con apreciaciones subjetivas que pueden confundir cualquier di�logo futuro. Una primera lectura de su comentario pareciese revelar a una persona que guarda frustraciones por sus elecciones profesionales y que desea ser escuchado y dialogar con otros colegas. Ante la posibilidad de que esa impresi�n pueda ser asumida por otros mi intervenci�n se encamina a que usted precise sus argumentos y permita delimitar entre los datos que brinda y sus juicios personales. Y dado que su intenci�n es �que, antes de comenzar un debate tan delicado, se informen sobre ambas caras de la moneda… se pongan en el lugar de los otros: de los j�venes, de los subempleados, de los artistas, los letrados y los cient�ficos sociales sin oportunidad de trabajar en lo que estudiaron� me permitire en varias partes de su comentario a solicitarle que precise sus datos para lograr su prop�sito: un debate de altura.

Primero que todo, debo indicarle que su percepci�n sobre el art�culo de Educaci�n: �Ciudadanos o fenicios? del profesor Juan Rafael Quesada resulta interesante y creo que es sano el debate. No obstante, debiera redimensionar la cr�tica para hacer de su comentario un debate serio y productivo.

Un primer aspecto, que por lo menos insist� cuando usted era estudiante de licenciatura es el celo a los datos, la precisi�n de variables y la interpretaci�n m�s all� de lo supuesto. De momento, me parece importante que usted delimite sus afirmaciones para que puedan ser debatidas. As� por ejemplo, ser�a interesante saber cu�ntos son los profesores universitarios graduados durante la d�cada de los 70 y 80 que est�n en propiedad trabajando en al menos dos universidades o dos instituciones educativas o de investigaci�n. Pues seg�n usted dice son la mayor�a. Ser�a interesante saber tambi�n qui�nes son, d�nde trabajan y qui�nes los encubren. Pues de momento, tal y como usted indica algunos pueden estar cometiendo delitos o al menos irregularidades. Si sabe sus nombres es oportuno aprovechar y denunciar estas anomal�as y precisar lo que usted esta diciendo �que son la mayor�a�.

Lo anterior permitir� saber el alcance del problema que plantea. De momento, desde el Posgrado Centroamericano de Historia que yo dirijo no se da ning�n caso, que yo sepa. Pero no se si usted se refiere a la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica, a la Escuela de Historia de la Universidad Nacional o a Estudios Generales de la UNED donde usted trabaja. O por si el contrario, es un mal de las Facultades de Artes, de Ciencias Sociales o de Humanidades de ciertas, todas o algunas universidades. Aclarar esos datos permitir�a precisar no s�lo su afirmaci�n sino delinear el debate y sentar responsabilidades.

En ese mismo sentido, debiera precisar de donde toma sus encuestas o c�mo las esta usando. Las cifras de CONARE que conozco en cuanto a graduados muestran porcentajes diferentes a los se�alados por usted en cuanto la inserci�n laboral. Incluso, creo que usted tiene el CD que dio CONARE a principios de a�o para el ��rea de las ense�anza de�. No obstante, desconociendo de d�nde y c�mo esta usando sus fuentes, s�lo podr�a se�alarle los datos que se manejan oficialmente, as� por ejemplo, en archiv�stica gozaba un porcentaje sumamente alto, estudios sociales mostraba �ndices muy halag�e�os y los de historia porcentajes de inserci�n aceptables que en ning�n caso son menores al 1%. Ahora bien, posiblemente estos datos sean sometidos a cr�tica. Por lo que le recuerdo lo que platic�bamos en la licenciatura lo importante de constrastar y triangular datos.

As�, sin esa tarea, sus afirmaciones aparecen como subjetivas y pueden tomarse como des calificadoras de aspectos importantes que realiza la Escuela de Historia de la UCR, tales como las tareas de profesionalizaci�n de otros estudiantes que toman como insumo la historia ya sea como un recurso interpretativo para su disciplina o como un complemento a su formaci�n humanista; el proceso de relevo generacional apoyando a los estudiantes con plazas de reserva y la consecuci�n de becas doctorales en el exterior; o formando profesionales de la historia de Costa Rica y Centroam�rica. En ese sentido, los estudiantes que han optado por investigar y formarse han encontrado apoyo en la Asamblea de Escuela de Historia. Por otra parte, evaluar si los procesos que brinda la universidad para seguir otras carreras y que han posibilitado que estudiantes como usted puedan optar por formarse en otras �reas como el periodismo son sanos o est�n siendo utilizados por los estudiantes como v�lvula de escape a sus frustraciones.

Otro recurso que usted podr�a usar es delimitar cuando habla como profesional o como ciudadano a titulo personal, esto permitir�a demarcar sus afirmaciones y precisar el debate. As� por ejemplo, se podr�a dialogar con respecto a sus descalificaciones contra los opositores del TLC. As� desde el �mbito profesional le podr�a recordar las pl�ticas que tuvimos con su proyecto de tesis donde recordar� mi insistencia sobre los inconvenientes de establecer razonamientos manique�stas (me imagin� recordar� mis observaciones a sus embestidas contra la nueva historia y a la historia social). As� por ejemplo, a pesar de ubicarme como uno de los �peores detractores del TLC, del libre comercio y de la globalizaci�n economicista� no me ubic� en el nivel econ�mico que usted se�ala. Ahora, tampoco me imagin� a los defensores del TLC como pobres y menesterosos. En esta misma esfera acad�mica es siempre importante precisar, como si lo hace el profesor Juan Rafael Quesada, con nombres y apellidos aquellos que defienden una posici�n e interpelarlos.

En cuanto a las preguntas que usted hace me parecen pertinentes pero deben ampliarse con otras que enriquezcan cualquier dialogo, algunas de ellas podr�an ser. � Porqu� en las ciencias sociales, artes, letras, humanidades requieren procesos de formaci�n que duran entre 8 y 11 a�os para insertarse en puestos estables y no en interinazgos. Hasta el momento, no tendr�a raz�n el profesor Quesada al insinuar un pragmatismo ilusorio de pol�ticos como Arias que privilegian lo t�cnico antes que lo social, el arte y las humanidades como un factor de an�lisis v�lido � Porqu� la clase pol�tica ha cercenado las posibilidades de incentivar las artes y letras en los colegios p�blicos por cuestionables sistemas memor�sticas y pragm�ticos, que usted parece defender. � Porqu� la juventud es estafada en los colegios y como premio se expulsa del sistema formal o se le impide entrar a las universidades. � De acuerdo a las posiciones como ciudadanos sobre el TLC hasta que punto dicho tratado permitir� que tanto la poblaci�n que el sost�n econ�mico del pa�s puedan ser sujetos de cr�dito, que pueden aspirar a adquirir un terreno, construir su casa o a adquirir un autom�vil como los otros, donde creo que se centra su preocupaci�n puedan ser contratados gente nueva, por m�s de un � de tiempo en propiedad y con posibilidades reales de ascender en tiempo o en escala � A esas preguntas cabr�an muchas m�s que promuevan debate y no juicios descalificadores, entre ellas c�mo poder ampliar las becas de posgrado y doctorado para los estudiantes que desean realizar una formaci�n seria y comprometida con su realidad; porqu� existe una fobia hacia los libre pensadores y los �cratas y c�mo lograr una sociedad justa sin ser descalificado

En cuanto a las responsabilidades que usted endilga a la universidad debieran precisarse. Ac� m�s que en cualquier otro lado pareciese que usted tuviera un resentimiento con el sistema que lo form�. As� por ejemplo culpar a la universidad y exculpar a la sociedad (pol�ticos corruptos, malvadas transnacionales, o la maligna globalizaci�n) me resulta muy descabellada, tal y como la presenta usted.

Decir que las instituciones universitarias enga�an, me suena delicado. La misma sociedad promueve que para ganar dinero hay que hacerse abogado, medico o pol�tico. Desde hace mucho tiempo es sabido que nadie se hace millonario en educaci�n, a menos que la mezcle con un poco de influencias pol�ticas. Sobre las oportunidades reales de empleo para todas las carreras las mismas son constantemente informadas por CONARE.

En esa misma l�nea debiera precisar la idea sobre publicar qui�nes son los empleadores, pues no se puede saber si usted esta a disgusto con los posibles patronos entre los que se contar�an al MEP, la UNED, la UCR, los colegios y universidades privadas, o en su caso la Casa Presidencial, entre otros.

Lo mismo puede se�alarse sobre los niveles de satisfacci�n de los graduados los cuales tambi�n son publicados. Por lo que no son desconocidos. Cada a�o, desde que existen universidades privadas y se paso a ver a los estudiantes como clientes CONARE y CONESUP ponen esos datos. Adem�s, un lector dominical de La Naci�n encuentra en febrero los rankings de profesiones, los cuales se publican a�o a a�o en un suplemento especial.

Hasta donde se tanto la UCR como la UNA brindan los criterios de contrataci�n para el personal docente o investigador. Ahora que estoy cerca del CIHAC le puedo indicar con lujo de detalles.

En cuanto al proceso sobre la �mucha gente que estudi� Historia� y que luego se paso a Estudios Sociales, el proceso no es lineal y de una sola v�a. Por lo menos en mi caso y de lo que usted llamar�a �mucha gente� fue al rev�s.

En lo referente a crear empleados (y lo peor, empleados p�blicos), en lugar de creadores de empleos no creo que ni una ni otra sean metas de las Universidades P�blicas. Lo invito, de nuevo a dejar ese manique�smo, y revisar los fines de las universidades, tal vez para usted le resulte poco �til la invitaci�n de Juan Rafael Quesada de formar ciudadanos comprometidos, cr�ticos y libre pensadores en lugar de comerciantes, pero en lo personal me siento m�s atra�do por la propuesta de Juan Rafael que a la suya, por ser, desde mi punto de vista m�s realista y enriquecedora. En todo caso, le insisto a delimitar lo subjetivo para que otros podamos precisar sus argumentos.

Ahora, con respecto a que tambi�n es �culpa de nosotros los estudiantes… por babosos y por ingenuos� debo indicarle que pocos entrar�an en esas categor�as peyorativas. Menos usted. Ya desear�a tener otro estudiante escribi�ndole los discursos a un presidente como Abel Pacheco y no se si ya usted forma parte del equipo de Oscar Arias en esa misma tarea, tal y como me lo coment� semanas atr�s. No se desvalorice porque tenga la seguridad que muchos no lo consideramos ni baboso ni ingenuo.

Comparto su celo por evitar el cortoplazismo y el �pura vida”, seg�n recordar� esa fue mi preocupaci�n en su maestr�a.

En suma, comparto su preocupaci�n por salir del “yo soy yo y mi situaci�n” pero en el hormiguero de temas que plante�tal intenci�n se perdi� y puede causar diversas malinterpretaciones. Tal vez lo m�s importante para establecer un di�logo es concentrarse en tres ideas y conforme se avanza en ello introducir otras variables, eso si fundamentado los datos y delimitando las apreciaciones personales de los datos.

Con el aprecio de siempre

Juan Jos� Mar�n

* #408 el 10 de Junio 2006 a las 05:43 PM Flora Fern�ndez dijo:

Mientras sigamos pensando que el desarrollo nuestro est� en funci�n exclusiva de la tecnolog�a, no avanzaremos mucho.

La belleza de las artes, el humanismo de las ciencias sociales, la sensibilidad de quienes ejercen las ciencias m�dicas, la protecci�n del ambiente de los ecologistas, el sentido com�n que desarrollan los fil�sofos, la creatividad de todos los anteriores, forman parte esencial de una sociedad.

Si todos nos dedicamos al comercio y a fabricar chucher�as de bajo precio para exportar, reduciremos nuestra vida a vivir para trabajar, cuando la idea es al rev�s: trabajar para vivir.

Quiz�s el secreto sea aprovechar mejor todos los recursos humanos para producir con innovaciones, desarrollar productos difereciados, buscar alternativas de Comercio Justo en lugar de Comercio Libre, asegurar un ambiente irresistible para que el turismo se motive a seguir viniendo, eliminando casinos que casi no tributan y ofrecer m�s espect�culos culturales.

Todo eso tiene gran valor, s�lo se logra diversificando las profesiones en lugar de reduci�ndolas.

La belleza de un jard�n consiste en la variedad, no en el mon�tono monocultivo.

La oferta debe balancearse con una demanda mediante formas creativas de buscar aprovechar todos los talentos de una sociedad. No todo intelectual tiene que aspirar exclusivamente trabajar de docente o investigador. Todos tenemos opciones de servir para muchas cosas, el asunto es de creatividad no de planificaci�n de “un mundo perfecto”

* #410 el 10 de Junio 2006 a las 10:09 PM El Editor dijo:

OPINION DE DON ARMANDO TORRES FAUAZ

Se�or Gustavo Naranjo:

He seguido el peque�o debate que se ha formado en este medio electr�nico; siempre interesado en ensanchar sus posibilidades, me veo en la necesidad de referirme a su persona.

Soy un estudiante de historia, �ltimo semestre, Universidad de Costa Rica. Me han preocupado los comentarios que realiza usted con respecto a nuestra disciplina o al resto de carreras concentradas en las Ciencias Sociales, o en las Letras (las bellas artes son tambi�n menospreciadas en formas de organizaci�n social muy diferentes a la nuestra). Al finalizar la primera etapa de mis estudios, me encuentro �como usted- preocupado y consternado por las oportunidades que me pueda brindar mi carrera para enfrentarme al futuro.

No conozco las cifras exactas con respecto a la inserci�n laboral de nuestros colegas, mas considero que no son satisfactorias �en ese sentido ‘peco’ de subjetivo, aunque parezca ser contumelioso-. Sin embargo, me aqueja una sensaci�n que se asemeja a tener una espina clavada en el pecho. Me ha sido sumamente dif�cil comprender c�mo puede saltarse de un sentimiento de inseguridad y rabia a las conclusiones a las que usted llega. Con el fin de no extenderme (explanarme) demasiado, me propongo realizar dos observaciones -muy b�sicas- a su contribuci�n al debate en torno al escrito del Dr. Quesada ‘Educaci�n: Ciudadanos o Fenicios’.

En primera instancia, debo decirle que confunde usted varios ep�tetos harto incompatibles cuando considera que los j�venes que nos embarcamos en las carreras de ciencias sociales o letras somos (en un ejercicio de locuacidad popular) ‘babosos’ o ‘ingenuos’.

Desde el primer d�a en que recib� el curso de Introducci�n a la Historia, con el profesor Juan Jos� Mar�n, me fue advertida la dificultosa tarea de ingresar al mercado laboral satisfactoriamente; una y otra vez me fueron se�alados los peligros que conllevaba la empresa que asum�a en aquellos momentos. Hasta el cansancio el profesor insisti� en los ‘problemas de las Historia’, no problemas de investigaci�n, ni de limitaci�n epistemol�gica, sino de aplicabilidad en la Costa Rica actual, el problema de un futuro profesional incierto, de una competencia encarnizada. [Dicho lo anterior, queda salva la responsabilidad de las Instituciones por advertir al estudiante acerca del futuro que le espera]. Pero, por sobre esto, decid� continuar, como lo hicieron muchos otros compa�eros a mi lado.

Mi consideraci�n frente a las observaciones del profesor fue que si la situaci�n era tan dif�cil, el trabajo deb�a ser doblemente duro, la dedicaci�n, el inter�s y el esfuerzo. Lo anterior puede, sin duda, parecer ingenuo, mas yo lo considerar�a ‘esperanzador’ �guard�ndome de aparecer arrogante. Es lamentable que en su caso esta advertencia no existiera �como usted mismo lo menciona, pues tal vez usted no hubiera seguido adelante, tal vez hubiera cambiado su profesi�n actual por la comodidad econ�mica, la temprana seguridad laboral, o tal vez el autom�vil del profesor que escribe en La Naci�n. Le debo decir, sin embargo, que yo, mis compa�eros de generaci�n, varias generaciones anteriores y �a�n m�s- las posteriores, han recibido esta advertencia y a pesar de ello han continuado adelante con la carrera de historia. Todos han apostado su vida y su futuro a la profesi�n; muchos quedar�n en el camino atra�dos por la rentabilidad falaz de un sportsbook, o la c�lida microcabina de un call center, pero los que lleguen al final, habiendo entregado cinco o seis a�os de su vida al estudio de aquello que les resultaba lo m�s invitante, habr�n cumplido su meta como profesionales aunque la inseguridad y el subsalario la acompa�en.

�Qu� f�cil apostar a la administraci�n de empresas, a la contadur�a p�blica, a la carrera de t�cnico inform�tico, o al notariado �si t�o tiene un bufete! Pero quienes tienen la pasta para renunciar a ello por seguir su vocaci�n, y realizarse como profesionales en su �tan vilipendiado- campo, merecen mucho m�s que el t�tulo de ‘ingenuos’ o el ingrato oprobio de ‘babosos’. Nos han advertido el advenimiento de un futuro incierto y hemos decidido enrararlo; no le pido que reconsidere sus aseveraciones, sino que se reconsidere a s� mismo.

*

En segunda instancia, lo m�s preocupante de su respuesta es el tono tecnocr�tico. Me desocupo de conocer sus inclinaciones pol�ticas, pero �habiendo ensayado aun las m�s artificiosas urdimbres l�gicas- me ha sido imposible comprender c�mo salta usted de criticar la imposibilidad social de integraci�n laboral por parte de los estudiantes de las humanidades a defender el discurso de �scar Arias acerca de la comercializaci�n educativa. Es notable que el elemento sofista que lleva intr�nseco todo discurso pol�tico rompe las conexiones l�gicas y las transforma en realidades axiom�ticas tal que los puntos de giro m�s problem�ticos pasan a ser supuestos inmencionables con el fin de explanar el discurso. De tal forma, no s�lo se hace m�s accesible, sino que evita tratar los temas problem�ticos que debilitan el desarrollo l�gico del mismo.

El lenguaje ‘pol�tico’, en su escrito, ha ocultado el punto de giro entre un descontento con la escala de importancia en que el orden social coloca a las carreras, a raz�n de mayor o menor efectividad econ�mica (productividad), y defender la constituci�n de una sociedad tecn�crata (tecn�latra) y neoliberal. Ya lo se�ala el Profesor Mar�n, el problema de que no exista un campo laboral para los estudiantes de las humanidades se debe a una estructuraci�n social en donde priman las carreras t�cnicas �asunto que se nos inculca desde muy peque�os-. Las recetas de la CEPAL, de hace 35 a�os, nos han dado como valor principal aumentar la curva de la productividad y con ello asegurar el desarrollo. El pleno empleo habr�a que lograrlo eliminando las profesiones y carreras que no aseguran el empleo; la productividad: eliminando todas las carreras que no resulten econ�micamente rentables. �C�mo mejorar� usted la condici�n de estos estudiantes dando un giro a�n m�s abrupto hacia una sociedad enteramente tecnificada?

No podemos enga�arnos, la comercializaci�n de la educaci�n es una reducci�n de la Universidad a una escuela t�cnica, y la transformaci�n de las instituciones de educaci�n secundaria p�blicas y rurales en academias de cocineros, freidores de langostas, edecanas, camareros y achter-bureau que atiendan al turista. Si prima el inter�s econ�mico sobre cualquier otro inter�s �social, acad�mico, sanitario-, carreras como la nuestra est�n condenadas; y con ello est� condenado el pueblo de Costa Rica a vivir en la ignorancia. La Universidad se transformar� en una suerte de Moloch del conocimiento y del libre pensamiento, y tal vez nos encontremos usted y yo, dentro de unos a�os, en una f�brica de cortinas de hierro.

Antes de continuar me parece importante explicitar que las consideraciones de Arias, que usted defiende, se basan en un discursillo pol�tico del siglo XVII, seg�n el cual todo hombre toma la mejor decisi�n con respecto a la inmediata retribuci�n que pueda traer; los liberales lo asumen en t�rminos econ�micos, la mejor decisi�n es siempre la m�s rentable. Pero desde el propio inicio, este discurso deja fuera las acciones emprendidas por obligaci�n, valor, honor, o simple dominaci�n (partiendo de que muchos desean lo que la publicidad desea que deseen). Tambi�n ignora las acciones emprendidas por valent�a �o terquedad-. Dentro de este discurso, en pocas palabras, no cabr�amos los empedernidos estudiantes de historia; para hacerlo efectivo habr�a que asegurarse el cese de nuestra existencia.

Ahora, se�or Naranjo, gran parte de Costa Rica �a la que me sumo- dice que No al TLC, no a partir de la consideraci�n �banal y pretenciosa- de ser ‘criaturas de Dios, especiales y que merecemos la deferencia de todos los dem�s pueblos del Mundo’, sino a partir de largas y profundas valoraciones sobre lo injusto e inservible de dicho tratado. Que los pueblos del resto de Centroam�rica fueran coartados y obligados por sus gobiernos �esbirros de los intereses internacionales y de los de sus propios bolsillos- a aprobar el tratado no influye en que Costa Rica se niegue su derecho a decir NO. Si nuestras instituciones p�blicas y nuestras fuerzas de resistencia y oposici�n han sido m�s efectivas que las del resto de Centroam�rica: �en buena hora! Y el santo pacificador no puede ignorar este hecho. Muchos nos negamos a que Costa Rica tenga el mismo ingreso per c�pita que Honduras, el Salvador o Guatemala, nos negamos a ser hermanos en la miseria, nos negamos a ser iguales en el banquillo de una maquila; no as� en la resistencia.

Si apoya usted la comercializaci�n de la educaci�n y la tecnificaci�n del pa�s, al estilo Arias, y a pesar de ello asevera: “No quiero que me malinterpreten pensando que abogo por cerrar carreras. O que convirtamos a la UCR o a cualquier otra universidad p�blica en una escuela comercial”. Me pregunto, entonces, �por qu� aboga usted? �qu� defiende atrincherado junto al nuevo presidente? No en vano cita usted mal a Ortega y Gasset, que en realidad nos presenta un problema hist�rico: “yo soy yo y mis circunstancias”.

Armando Torres Fauaz

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