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�Existi� Juan Santamar�a?

Luko Hilje | 17 de Abril 2006

�Claro que s�! De eso no cabe la m�s leve duda, y la mejor evidencia es su fe de bautismo, la cual dice as�, textualmente: �En la St.a Ig.a Parroql. de la C. de S. Juan Nep.o de la Alaj.a, a veintinueve de agosto de mil ochocientos treintaiuno. -Yo el Presb.o C. Jos� Ant.o Oream.o Thte. de Cura de este Benef.o Baptic� solemte. a Juan M.a h. de Man.a Gayego, naci� hoy, mad.a la C. Micaela Jim�nez, a quien advert� su oblgn. y parentc.o espiritual y lo firmo - por ausente y como Cura, Gabriel Padilla.- Al margen: Juan M.a de p.n.c.�.

Consignada aqu� como �Man.a Gayego� o Manuela Gallego, su madre tambi�n era conocida como Manuela Carvajal alias Santamar�a. Ella permanecer�a en el total anonimato, por supuesto, en su doble condici�n de madre soltera y de pobre entre los pobres hasta que, en las palabras del poeta Alfonso Chase, �clara como el milagro de un �rbol de flores rojas, / estalladas / en una tarde de abril�, emerger�a a la historia desde el pu�o incendiario y brav�o de su heroico hijo.

Cuentan que Juan labor� como ayudante de alba�il, pe�n, boyero, encalador de casas y tamborilero. De �l dir�a el capit�n V�ctor Guardia: �Yo conoc�a a Juan Santamar�a como a mis manos. […] Santamar�a era tambor en el cuartel y ya desde entonces se le daba el mote de el Erizo. Cien veces me ba�� con �l y otros granujas en los r�os que corren en las cercan�as de aquella ciudad�. Su �ltimo oficio consta en un documento de 1854 sobre la conformaci�n del regimiento militar de Alajuela, en el cual, adem�s de los sargentos y soldados, se enumeran los miembros de la banda y, entre ellos, a los �tambores medianos� Manuel Cascante, Agapito Valverde, Nieves �lvarez, Juan M�ndez, Saturnino Gonz�lez, Juan Alfaro y Juan Santa Mar�a.

Por eso, cuando sobrevino la invasi�n filibustera jefeada por William Walker, con 25 a�os de edad �l march� hacia el frente de batalla como un combatiente m�s, solo que animando a las tropas con su alegre tambor y esa picard�a proverbial de los alajuelenses. En palabras del Dr. Andr�s S�enz Llorente: �Por las se�as que me dieron de Juan Santamar�a, creo haberlo conocido en la traves�a de Puntarenas al [r�o] Bebedero, que hice con tropas de Alajuela mandadas por D. Juan Alfaro Ruiz. Tengo idea de que era un mulatito muy jovial, a quien embromaban mucho sus compa�eros y al que cur� en Bagaces de una ligera enfermedad�. Quiz�s por eso, m�s que en el gesto altivo y solemne eternizado en su estatua de bronce en Alajuela, prefiero imaginarlo como el d�scolo y fogoso muchacho mulato de pelo erizo y ensortijado, vivo en la c�lida imagen que de �l trazara el extinto Hugo D�az.

S�, fue un combatiente m�s, pero diferente. Porque, cuando aquella tarde del 11 de abril de 1856 el Estado Mayor de nuestro ej�rcito dio la orden de incendiar el mes�n de Guerra, su muerte era casi segura ante el nutrido fuego filibustero, como sucedi� a los dos que lo antecedieron (Luis Pacheco Bertora seriamente herido de tres balazos, y Joaqu�n Rosales muerto en el acto). Es decir, Juan no dud� en inmolarse por su patria. Tan solo pidi� que, por favor, cuidaran de su madre sola.

Y, sin haber buscado gloria alguna, caer�a en esa calle de Rivas tras cumplir su riesgosa tarea. A�os despu�s don V�ctor Guardia dir�a: �M�s tarde presenci� el acto heroico de Juan Santamar�a. Lo vi desprenderse del cuartel de Corrales con una tea, atravesar la calle y aplicarla al alero de la esquina sudoeste del mes�n. Regres� sano y salvo. A poco lo vi salir de nuevo y hacer lo mismo; pero esta vez, al retirarse, cay� hacia media calle. [�] Tanto en los d�as inmediatos a la batalla, como en la retirada del ej�rcito, el nombre del h�roe alajuelense estaba en todas las bocas�. Asimismo, el Dr. S�enz Llorente, afirmar�a que: �En cuanto a la acci�n heroica de Juan Santamar�a, que seg�n parece se ha querido poner en duda, la tengo por absolutamente cierta, aunque no la presenci� ni podr�a presenciarla desde el punto en que me hallaba; pero el hecho fue p�blico y notorio y desde el d�a siguiente al del 11 de abril, o� hablar del soldado de Alajuela que hab�a incendiado el Mes�n�.

A estos testimonios, de testigos de excepci�n muy respetables, se sumar�an los de numerosos combatientes, ante el cuestionamiento del prominente abogado y pol�tico guatemalteco Lorenzo Mont�far, entonces residente en Costa Rica. En su libro Walker en Centroam�rica (p. 243), �l se�ala que �tampoco se habla en los partes [de guerra] de Juan Santamar�a, a quien se atribuye haber incendiado el mes�n de Guerra. Puede asegurarse que en los d�as posteriores a la acci�n de Rivas, no se hablaba de �l, aunque se repet�an los actos de hero�smo de otros combatientes�.

No obstante, debe anotarse que una queja generalizada de los historiadores ha sido que los informes de guerra fueron escasos y m�s bien escuetos, con grandes omisiones. Tan es as�, que el propio don Juanito Mora, en su informe de la batalla de ese d�a, aludi� a la quema del mes�n de manera apenas pasajera, as�: �Los nuestros hab�an incendiado un �ngulo del Mes�n de Guerra y el fuego iba flanqueando o encerrando ya a los enemigos�. Adem�s, debe remarcarse que dicha acci�n, aunque importante y simb�lica, fue apenas una entre tantas numerosas muestras de heroicidad de ese d�a.

Cabe resaltar, sin embargo, que el mismo Mont�far reconoci� que, en casos como el incendio del mes�n, la disyuntiva para el portador de la antorcha era �tener por recompensa una gloriosa muerte� o ser fusilado por negarse a acatar una orden superior y terminante, pero que ese d�a los altos mandos m�s bien consultaron, preguntando: ��Qui�n quiere sacrificarse yendo a quemar el mes�n?�, ante lo cual un joven alajuelense (�Santamar�a?) respondi� lac�nicamente: �Yo�.

En s�ntesis… como que s� y como que no. Pero la confusi�n y la pol�mica se acrecentar�an cuando en el Libro de defunciones de la Campa�a Nacional el capell�n Francisco Calvo consignar�a que: �En la Campa�a y de camino de Nicaragua a Costa Rica, de la epidemia del c�lera, muri� el soldado Juan Santamar�a, soltero, de Alajuela; se le dio sepultura y para que conste lo firmo�.

En mi opini�n, que Santamar�a saliera ileso era muy poco probable, pues quienes lo antecedieron en su tarea fueron abatidos. Adem�s, como es l�gico suponer, la fusiler�a filibustera estaba focalizada en la protecci�n de la esquina suroeste del mes�n y, si �l hubiera resultado herido, su nombre habr�a aparecido en la detallada lista preparada por el Dr. Karl Hoffmann poco despu�s de la batalla; al igual que Rosales, su ausencia en dicha lista sugiere que muri� al quemar el mes�n. Y, aunque la evidencia aportada por el cura Calvo parece contundente por citar su nombre, algunos historiadores consideran que en su documento hubo obvias omisiones, incluso de bulto, que le restan confiabilidad.

Por fortuna, en a�os recientes el historiador Rafael �ngel M�ndez localiz� un documento de la Secretar�a de Guerra en el que se cita a un Juan Santamar�a como muerto en abril-mayo de 1856, y en dicha lista aparecen varios nombres de soldados que, sin duda alguna, cayeron en combate el 11 de abril, lo cual sugiere fuertemente que a �l le ocurri� lo mismo. Asimismo, a�o y medio despu�s de la batalla de Rivas (en noviembre de 1857) do�a Manuela reclamar�a una pensi�n de guerra, la cual le fue otorgada por un monto de ocho pesos, consign�ndose a favor de �Manuela Sta. Mar�a, por su h. Juan Sta. Mar�a. Alajuela�. Esta ser�a aprobada de manera casi inmediata, lo cual sugiere que las autoridades gubernamentales conoc�an de sobra acerca de la heroica acci�n de su hijo.

Pero, d�gase lo que se diga, es seguro que, m�s que inmovilizado en esa estatua que nos evoca su valeroso e inmortal acto, Juan pervivir� en nosotros en cuanto seamos consecuentes en la defensa de la patria, alumbr�ndonos con su tea liberadora los caminos que faltan por recorrer para conquistar nuestra aut�ntica independencia. Porque, s�, �de veras que a�n quedan muchos mesones por quemar!

Luko Hilje | 17 de Abril 2006

3 Comentarios

* #283 el 17 de Abril 2006 a las 10:18 AM Armando Vargas Araya dijo:

Para mi gusto, don Ricardo Jim�nez Oreamuno acert� en su discurso al inaugurarse la estatua de Santamar�a el 15 de setiembre de 1891:

�De hoy en adelante, la figura hist�rica del Erizo est� asentada en un pedestal de verdad, tan firme e inconmovible como el pedestal en que reposa el bronce de su estatua. Lo m�s que se podr� decir es que su acci�n es bella como una leyenda, pero es real como la vida, real como el patriotismo de los inv�lidos de la Campa�a Nacional, que han venido hoy a saludar a su camarada muerto; real como las aclamaciones que han resonado en honor del h�roe, al descorrer el velo que lo cubr�a�.

* #4609 el 13 de Abril 2008 a las 04:59 PM henry gustavo dijo:

En nicaragua se dice que el verdadero heroe que quemo el mezon se llamo Emanuel Mongalo y Rubio que hay de cierto en eso. Tambien lo dice la placa que esta frente donde supuestamente estaba el mezon en Rivas, lo confirme con mis propios ojos.

Quien tiene la razon

gracias

* #23882 el 24 de Mayo 2009 a las 09:28 AM catalina dijo:

me quedan dudas cuales son las pruebas!!!

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