Tengo la suerte de tener vecinas incre�bles, generosas y dulces que constantemente me regalan frutas de sus palitos. Yo a cambio les regalo pan casero, tamales, jaleas y cosas que se me ocurre cocinar.
Precisamente mientras hac�a una jalea de mora, pensaba las posibilidades que tendr�an muchas mujeres de bajos ingresos de iniciar una industria casera y luego unirse con otras mujeres en cooperativas o empresas de mujeres y as� �redondearse� un ingreso adicional. Medio kilo de moras, igual peso en az�car y 4 medias tazas de jalea tendr�a en unos minutos. El costo de las moras y el az�car representaban una fracci�n del valor de los 4 frasquitos de jalea que podr�an venderse en 3 o 4 veces su costo (incluyendo el gas o la electricidad consumida), sin preservantes ni qu�micos. El producto final puede certificarse org�nico si las frutas se cultivan de esa manera. El valor agregado es significativo.
Segu�a pensando en la cantidad de frutas que se desperdician en nuestro pa�s, muchas de las cuales, crecen en forma natural y �org�nica� como mangos, c�tricos, cases, tamarindo, fresas, etc. que por su elevado contenido de pectina, sirven para hacer conservas como �Mango Chutney� tan apreciado en pa�ses como Inglaterra y Canad�, as� como confituras a partir de c�tricos y qu� decir de las exquisitas golosinas que se hacen con chiverre confitado y otras cosechas aut�ctonas que resultan ex�ticas como la miel de ayote, jalea de cas o guayaba.
Siempre en el campo de los postres imaginaba la cantidad de chocolates diferentes rellenos de frutas tropicales, cajeta o caramelo, caf�, coco, macadamia, man�. Y los escabeches con berenjenas, pepinos, cebollas y muchos otros vegetales.
Ya comenzaba a imaginar la cantidad de productos que pueden deshidratarse con una inversi�n m�nima de un horno solar que no consume combustibles f�siles ni electricidad, como hierbas y especias deshidratadas, tomates secos, pi�a, mango, papaya, tantos productos que deshidratados se venden muy bien en mercados internacionales, ojal� utilizando para ello los canales del comercio justo. De repente me doy cuenta que todo lo que hab�a pensado era absurdo.
�Si algo no tenemos las mujeres es tiempo!
M�s de la mitad de las familias en nuestro pa�s est�n �jefeadas� por mujeres. Mujeres valientes que deben trabajar todo el d�a para llevar un sueldo a la casa que en la mayor�a de los casos ni siquiera alcanza para cubrir las necesidades de los hijos. Muchas de ellas incluso dicen que el hombre �no les ayuda�, como si se tratara de una colaboraci�n, no una obligaci�n.
Mujeres que estiran cada c�ntimo al m�ximo y se privan de todo tipo de gustos. Que luego de un d�a de trabajo deben llegar a cocinar, revisar la tarea de los hijos, alistar uniformes y aprovechar el d�a libre de la semana para lavar y planchar la ropa.
Pero si se trata de mujeres casadas, la cosa no es muy diferente. Un rol asignado a la mujer, la ha esclavizado al trabajo dom�stico sin raz�n l�gica. Pocos son los hombres que voluntariamente se involucran a participar del trabajo de la casa y cuanto mucho se acercan y preguntan a la mujer �te ayudo�, como si se tratara de una concesi�n generosa. Duermen en una cama en la que hay que cambiar y lavar las s�banas, comen en una mesa donde los platos no caminan hasta la pila, ni se lavan solos. La comida no se prepara con una varita m�gica, el ba�o que no se limpia solo ni la ropa llega a la lavadora y se tiende por levitaci�n.
A�n cuando la familia cuente con servicio dom�stico, los hombres muchas veces arrogantemente se niegan siquiera a hablar con la se�ora que colabora con el oficio, por lo que la esposa adem�s debe actuar de enlace. Curiosamente nunca escuchamos que un hombre diga �mi esposa ayuda mucho haciendo las compras, llevando a los hijos al dentista, atendiendo la casa, etc.�, porque en ese caso s� es obligaci�n de las mujeres.
Aunque suene trillado, anacr�nico y hasta extremista, este D�a Internacional de la Mujer s�lo se me ocurre lanzar este grito �Mujeres del Mundo… un�os!� y firmemos el manifiesto contra la invasi�n a Iraq en: http://www.womensaynotowar.org/article.php?id=686)
Flora Fernández | 8 de Marzo 2006
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