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Chisporroteos

Alberto F. Cañas | 25 de Febrero 2006

Hay gente p�blicamente indignada porque el Tribunal Supremo de Elecciones ha recibido multitud de recursos de nulidad sobre mesas de votaci�n que, aparentemente, no cumplieron con la ley. Y muestran una impaciencia incontrolable por cuanto eso puede atrasar la declaraci�n final del TSE sobre la elecci�n presidencial, es de presumir que grata a sus o�dos.

El problema es que los costarricenses hab�amos bajado la guardia. Y si, como se ha afirmado por miembros del Tribunal, hace tiempo se vienen aceptando como buenas, mesas con los defectos que ahora se les apuntan a muchas, el Tribunal tambi�n ha bajado la guardia. El actual o alguno de los anteriores, no me interesa cuando empez� la cosa, decidi� dar por buenas alguna vez mesas que estaban malas, y esto se ha seguido haciendo. Pues bien, ya es hora de que desaparezca esa extra�a y peligrosa �jurisprudencis� de dar por bueno lo que no lo es, y que puede terminar por falsificar alg�n d�a una elecci�n, d�ndola por buena sin que lo sea.

Que las nulidades pedidas, puedan, de concederse, variar el resultado de la elecci�n, interesa menos. Si lo var�an, que lo var�en. Y si no lo var�an, que no lo var�en. Pero hay que volver por los fueros de la legalidad estricta y de la l�gica, y dejarnos ya de alcahuetear mesas que violan la ley. En materia electoral no hay pecados veniales y si don Julio Rodr�guez no lo ha dicho, lo insto a que lo diga; entretanto, modestamente lo dir� yo.

Cambio de tema. La Euned acaba de publicar un libro de Miguel Salguero, El caudillo en su lucha, que deber�a convertirse en un tesoro para todo costarricense. Es el recuento de largas conversaciones suyas con don Pepe Figueres, hablando de campesino a campesino, y en las que aparece el gran viejo en toda su grandeza, toda su sencillez y toda su sabidur�a. Salguero no lo entrevist�: se limit� a conversar con �l. Y no conozco texto que mejor refleje lo que era don Pepe, los procedimientos de su pensamiento, y la sencillez de sus expresiones. Leerlo es como conversar con �l, largo y tendido. Una joya.

Y ya que de libros y de la Euned he hablado, hace algunos meses esa editorial public� una novela titulada Antonio y Camila, cuyo autor, Constantino Rodr�guez, farmac�utico de profesi�n, la hab�a imprimido privadamente en una limitada edici�n. La Euned la recogi�, convencidos los que all� laboramos, de que se trata de una notable evocaci�n de la vida campesina costarricense en el primer tercio del siglo XX. Una sencilla historia le dio oportunidad al autor de contar, con encantadora sencillez, c�mo se viv�a en el campo de los valles centrales en una �poca todav�a con algo de id�lica, sin caer en los excesos pintoresquistas del costumbrismo, sino ubicando a sus personajes en un escenario y una �poca claramente definidos y estudiados.

Constantino Rodr�guez acaba de morir, a edad ligeramente avanzada. Me entero por una esquela. Es una l�stima que no tuviera tiempo de obsequiarnos con otro libro tan bello como Antonio y Camila, verdadera joya de nuestra literatura aut�ctona y ensimismada, y carente de las ingenuidades que han avejentado a El moto. Ya s� que eso no est� de moda entre los que saben. Pero no se trata de modas, sino de autenticidades costarricenses y de penetraci�n en lo que nuestra vida tiene (o tuvo) de propio y verdadero.

(La Rep�blica)

Alberto F. Cañas | 25 de Febrero 2006

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