No me queda la menor duda de que las elecciones del pasado 5, cualquiera sea su resultado presidencial, legislativo y municipal, dejan ense�anzas que estamos obligados a estudiar.
Esta: que la sustituci�n del pulgar por una marquita de bol�grafo no garantiza nada y al contrario, permite que, a la hora del recuento, cualquier miembro de mesa o fiscal desaprensivo haga una marquita adicional en una o m�s papeletas, anulando votos. Y aunque un cal�grafo podr�a determinar que las dos marquitas son de distinta mano, no podr�a decir cu�l es la buena. Tengo la convicci�n de que esto sucedi� en la elecci�n del 5, pero no puedo decir si una o un mill�n de veces. Volvamos al pulgar, en todo caso.
Adem�s, volvamos al �ndice manchado, para evitar algo que, aunque pudo suceder, no sucedi�: me cuentan que un votante de mi pueblo (San Pedro de Montes de Oca) figura como �ltimo en el padr�n de una mesa y de primero en el de la siguiente. Error de imprenta o de computadora.
No lo hizo, pero con el sistema de la marquita pudo haber votado dos veces. El �ndice orgullosamente manchado evita esos posibles errores.
Otra medida a la que debemos oponernos todos por parejo, es la de implantar el voto electr�nico que sirvi� para que Bush obtuviera en el 2001 una victoria que todav�a se discute. Las condiciones en que transcurren nuestras elecciones en las provincias mar�timas, las menos desarrolladas (aunque dos de ellas le fueron entregadas alguna vez a una transnacional de esas que ahora amenazan desarrollar todo el pa�s), donde el analfabetismo es mayor, y por ende la cultura c�vica, provocar�an un caos si se invita a los votantes de esas zonas a manejar una maquinita moderna y, como se demostr� en los Estados Unidos, frauderiable.
Hay algo que ha quedado claro y me preocupa: la diferencia enorme entre la opini�n pol�tica de las cuatro provincias m�s desarrolladas, y la de las tres que lo est�n menos. Creo que las pol�ticas neoliberales de los �ltimos 20 a�os han logrado incrementar esas diferencias, que las pol�ticas socialdem�cratas de los a�os anteriores procuraron disminuir.
Hoy tenemos un claro enfrentamiento pol�tico entre las provincias desarrolladas a lo largo de 180 a�os por la peque�a y mediana empresa nacional, y aquellas donde ha prevalecido el latifundio o el capital extranjero. Concretamente, las tres provincias que la rep�blica liberal olvid� y la segunda rep�blica trat� de rescatar.
Las m�s desarrolladas se inclinan por el cambio que los mercaderes llaman marcha atr�s. Las m�s atrasadas (como ha ocurrido en todas partes con el lumpenproletariat), se inclinan por el statu quo (recordemos que Lim�n fue la �nica provincia que gan� limpiamente Teodoro Picado) o, como es tradicional en el lumpen de la sociedades industriales, por �vender� el voto al que les hace la promesa m�s concreta o m�s inmediata.
Hay dos Costa Ricas. El neo liberalismo no podr� hacer de ellas una sola, como est�bamos a punto de lograrlo en 1986.
Mi respetado amigo Gonzalo Castell�n ha citado el lunes a don Le�n Cort�s entre los pol�ticos que han admitido derrotas. Le agradecer�a precisar cu�ndo ocurri� eso, porque yo no me acuerdo, aunque ten�a uso de raz�n cuando sus dos campa�as, y di mi primer voto presidencial por �l en 1944.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 22 de Febrero 2006
1 Comentarios
Como siempre don Beto m�s que acertado preciso. Lo que hay que eliminar pero ya es ese tribunal de pacotilla, arrogante, e inutil.
�A qui�n se le ocurri� la insensata idea de cambiar la impresi�n de la huella del dedo pulgar por una X y eliminar el uso de la tinta indeleble despu�s de emitir el voto? Tiene que haber sido a los miembros del TSE, porque yo nunca escuch� que el pueblo manifestara su inconformidad con el sistema que por casi medio siglo garantiz� la pureza del sufragio.