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Don Juanito, fusilado

Luko Hilje | 20 de Octubre 2005

Con el batir del mar por fondo, bajo el sol calcinante de las tres de la tarde en un punto de esa prolongada leng�eta de tierra que es Puntarenas, se oy� el seco y grave sonido de balas implacables. Ah�, debajo de un �rbol de jobo -cercano pariente del jocote-, ese 30 de setiembre de 1860 un cuerpo primero y otro despu�s -los de don Juan Rafael Mora e Ignacio Arancibia- ca�an ex�nimes, v�ctimas de la fusiler�a financiada por los poderosos oligarcas. Y, tan solo dos d�as despu�s, el 2 de octubre, suceder�a lo mismo al general Jos� Mar�a Ca�as.

�Qu� cobardes! Eran los mismos que, ante la amenaza de invasi�n del aventurero William Walker -financiado por los esclavistas sure�os que anhelaban anexarse las rep�blicas centroamericanas-, timoratos y calculadores hab�an recomendado pactar con Walker. Aunque miembro de esa oligarqu�a, don Juanito era un patriota y un hombre corajudo por lo que, a pesar de la reticencia de los l�deres de las dem�s naciones vecinas, decidi� llamar a las armas. �De seguro que a nuestros oligarcas cafetaleros les dio canillera y diarrea, mientras se agitaban sus tintineantes bolsillos!

Cuando en febrero de 1856 Louis Schlessinger hab�a llegado a Puntarenas para �negociar�, cabal y recio don Juanito lo expuls� de inmediato (�qu� ejemplo! Porque cuando el a�o pasado el prepotente Robert Zoellick vino a amenazar con descaro por el TLC, empresarios y pol�ticos del malhadado h�brido que es el PLUSC, casi se mueren del susto). En respuesta a este agravio contra su notorio emisario, en Granada Walker ley� enfurecido su declaratoria de guerra, que culmin� con la sentencia de que �les enviamos la rama de olivo y nos devolvieron el cuchillo. Bien est�. Les daremos guerra a muerte y les hundiremos el cuchillo hasta la empu�adura�. Pero, lleno de fervor patrio (�qu� d�bil que es ahora, y hasta canjeable!), ser�a nuestro improvisado batall�n el que propinar�a contundentes derrotas a los filibusteros en los campos de Santa Rosa y Rivas, as� como en el r�o San Juan. Por cierto, como valeroso l�der, aquel glorioso 11 de abril de 1856 don Juanito estaba en el frente de batalla junto con el resto del Estado Mayor de nuestro ej�rcito.

Tres a�os despu�s de la gesta patri�tica, y tras gobernar el pa�s por un decenio, en abril de 1859 fue reelecto. Pero en agosto, mediante un ardid de Lorenzo Salazar y M�ximo Blanco -h�roes de la Campa�a Nacional, pero tambi�n diestros en dar cuartelazos-, fue capturado, encarcelado y desterrado a El Salvador, pa�s de su cu�ado Jos� Mar�a Ca�as. Los sediciosos colocaron en el poder al m�dico y cafetalero Jos� Mar�a Montealegre, que hab�a enviudado de una hermana de don Juanito, con quien procreara diez hijos. Durante su periplo, en los EE.UU. el presidente James Buchanan le ofreci� todo el apoyo log�stico para que unificara a Centro Am�rica -por supuesto, para dejarla bajo la tutela imperial-, lo cual don Juanito rechaz� con dignidad.

Prefiri� regresar a Costa Rica, lo cual hizo el 17 de setiembre de 1860, junto con sus m�s cercanos colaboradores, tres d�as despu�s de que el general Arancibia -chileno que viv�a en Esparza- hab�a provocado un levantamiento que, lamentablemente, no cont� con el apoyo esperado, lo que desemboc� en el fusilamiento de don Juanito, tras lo cual incluso intentaron desaparecer sus restos. �Qu� torpes! Es que su mercantilismo no les permite aquilatar el precio de la sangre que, generosa y fecunda, se vierte por genuino amor a la patria y se torna indeleble en el coraz�n de los pueblos. Y, aunque aquellos pasaron al olvido, �cuidado!, pues su estirpe a�n est� por aqu�. En palabras del amigo Alfonso Chase, �tus enemigos viven todav�a, / y se esconden entre los relojes / y las letras / y te vuelven a asesinar / mientras tu pueblo conversa / con el sol. / Una mano que escribe, / o que trabaja, / y otra que �spera inscribe tu nombre en las paredes, / se�ala la procreaci�n hermosa de los cuerpos / en el recuerdo valiente y claro / de tu ejemplo�.

S�, porque con el batir del mar por fondo y bajo el sol calcinante en Los Jobos, aquellas balas implacables m�s bien proyectaron al magn�nimo don Juanito hacia la inmortalidad.

Luko Hilje | 20 de Octubre 2005

3 Comentarios

* #19 el 20 de Octubre 2005 a las 10:38 AM Isidro Perera dijo:

Excelente! Cuando hay empe�os no solapados sino evidentes, de que como pueblo digno, ignoremos nuestras fontales ra�ces,art�culos como el presente, avivan la alegr�a y el honor de querer seguir viviendo en esta patria, siguiendo el sendero de � La v�a Costarricense�. Felicitaciones al autor.

* #20 el 21 de Octubre 2005 a las 03:48 PM Eddie Marchena dijo:

Felicitaciones tambi�n de mi parte, una buena muestra de patriotismo, una buena muestra de lo que debe ser un costarricense, por que las olas del recuerdo deben empezar a palpitar, m�s fuerte cada vez.

* #24 el 23 de Octubre 2005 a las 11:24 PM Flora Fern�ndez dijo:

M�s vale morir abatido por balas traidoras, que vivir avergonzado por haber traicionado a un pa�s entero. Don Abel Pacheco nos traicion� 2 veces, primero comprometiendo nuestro pa�s en una ileg�tima coalici�n que invadi� Iraq, para crear el caos y llevar dolor y muerte a miles de personas. Luego deja en manos de yuppies la negociaci�n de un TLC, del que pudo retirar la firma como se le inst�. En lugar de hacer eso, lo envi� a la Asamblea alegando que hubo “transparencia” en la negociaci�n.

Don Abel ser� recordado mucho tiempo, pero no como don Juanito Mora, sino como el peor traidor de todos los tiempos. Flora Fern�ndez

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