Una reciente afirmaci�n de esta columna, en el sentido de que la soluci�n total a los problemas de este pa�s consiste en la derogatoria de toda la legislaci�n vigente, ha sido objeto de comentarios por dos amigos de toda mi estimaci�n: Rafael Carrillo y Fernando Guier.
Carrillo vio en mi broma una especie de afirmaci�n libertaria (lagarto, lagarto), pero Guier creo que comprendi� mejor la intenci�n con que escrib�, que en m� es frecuente, y ahora reafirmo el punto sin indirectas: La ingobernabilidad de Costa Rica, no se origina en la incapacidad de los funcionarios, sino en las leyes. A partir de 1949, y todav�a sin reponernos de la corrupci�n de los a�os 40, comenzamos a dictar leyes que seg�n dec�an, tend�an a evitar la corrupci�n.
Que no la evitaron qued� claro en los �ltimos a�os. Y si no la hubo durante m�s de dos d�cadas fue porque tuvimos gobiernos honorables.
Pero las leyes para evitar la corrupci�n han terminado por evitar la acci�n del gobierno: las de la Contralor�a, servicio civil, de Administraci�n P�blica, la constitutiva de la Sala Cuarta, y la que cre� la autoridad presupuestaria, por ejemplo. Cualquiera de ellas es capaz de detener la acci�n del gobierno, y lo han hecho a extremo tal que ya el gobierno prefiere no actuar que ver sus decisiones cuestionadas u objeto de litigio.
Resultado: la administraci�n p�blica se judicializ�, y se contagi� de la cl�sica lentitud de lo Judicial. Nada camina.
Los libertarios se limitan a quejarse de que para hacer muchas cosas se requiere permiso, pero lo grave es que el requisito no sirve para nada porque, por ejemplo, permisos o no permisos, se siguen construyendo viviendas populares en lotes inadecuados y peligrosos.
Todo esto, para reafirmar lo que dije con sentido figurado, y es que el fr�o s� est� en la cobijas y que con menos leyes, los gobiernos funcionaban mejor. La lent�sima Contralor�a tiene que aprobarlo todo, y de previo (antes solo funcionaba a posteriori); cualquier decisi�n puede quien se sienta perjudicado detenerla mientras la discute en los tribunales. Y la Sala Cuarta sigue siendo la caja de sorpresas, y lo mismo nos dej� una vez sin ley de tr�nsito que nos reform� la Constituci�n.
Le arrebatamos al Ejecutivo su b�sica discrecionalidad, que de tanto le sirvi� en �pocas m�s claras. Pr�cticamente le prohibimos actuar, todo pensando en evitar la corrupci�n. Y a fe que en vez de evitarla la estimulamos. A derogar leyes, hijos m�os, que de otro modo esto no va a caminar, tratado o no, competitividad o no, inversi�n extranjera o no. Lo repito: El fr�o est� en la cobijas.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 19 de Octubre 2005
0 Comentarios