No me explico por qu� hay tanta gente asombrada o sorprendida por lo que ocurri� la semana anterior en la Asamblea Nacional del PUSC, cuando, con gran estruendo, esa Asamblea hizo lo mismo y obedeci� a los mismos que en todas las ocasiones anteriores. Lo que es conmovedor (por emplear un adjetivo carente de crueldad), es la ingenuidad de Ricardo Toledo, si de veras crey� que lo dejar�an� si de veras crey� que le permitir�an� si de veras crey� que el due�o hab�a abdicado� si de veras crey� que la cosa y su candidatura eran de verdad.
Lo que s� es realmente digno de ser se�alado y subrayado, es que por primera vez en la historia patria, un partido pol�tico importante presenta una papeleta de diputados en la cual no figura una sola persona que tenga o haya mostrado capacidad para asumir la tarea m�s importante y delicada en un pa�s, la que afecta sin excepci�n a todos sus habitantes, que es la de redactar y dictar las leyes.
S�lo en las finales de los campeonatos nacionales de f�tbol se ha visto una grader�a de sol m�s concurrida. Y creo que desde el gobierno de 1940 no ha presenciado este pa�s un nepotismo tan flagrante y abundante que �se de que hicieron alarde tanto los que ganaron como los que perdieron esa hist�rica e hilarante escaramuza, culminaci�n inmarcesible de la cultivada mediocridad que enarbolan, como si fuese una virtud, los dos partidos tradicionales.
Uno pensar�a, de puro tonto que es, que en la lista de candidatos a diputados de un partido que ha sido importante, vendr�n incluidas algunas personalidades que se hubiesen destacado en la vida p�blica, que mostrasen una hoja de servicios o tuvieran demostrada su capacidad, idoneidad, probidad y esp�ritu p�blico y de servicio. Pero nada de eso. Puros Fulanos, Zutanos, Menganos y Perencejos. Y ya sabemos que ha sido a base de Perencejos que los partidos tradicionales han llevado a Costa Rica al lamentable estado en que se encuentra.
Por supuesto, a todo eso le llaman (o lo apodan) democracia interna, aunque sea m�s bien imposici�n de los mandamases. Y falta la otra ala (el ala verde) del pajarraco. Pero me parece que all� habr� m�s pudor, porque, seg�n bolas que me llegan, andan buscando gente con alg�n renombre, con alguna representaci�n o de alguna importancia en la sociedad civil, para que arrastre a los Perencejos del relleno.
Me alegra mucho que mi respetado amigo Juan Jos� Sobrado haya tra�do a cuento la decisi�n, que tom� desde la Presidencia de la Asamblea Legislativa, de que un Tratado de Libre Comercio (en aquel caso fue el de M�xico y Saul Weisleder confirm� luego la decisi�n cuando el de Chile) requiere la votaci�n especial de dos tercios o sea la aprobaci�n de 38 diputados. No valen las leguleyadas: una legislaci�n del calibre de un tratado no debe poder ser aprobada por 20 diputados en una sesi�n en la que hay s�lo 38 presentes. Pero claro, en un pa�s donde mucha gente ha aceptado que cuatro funcionarios no elegidos por el pueblo reformen la Constituci�n Pol�tica, cualquier opini�n consigue partidarios, sobre todo cuando hay intereses creados o por crear.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 20 de Agosto 2005
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