Contin�o con los escarceos que inici� el pasado mi�rcoles en torno a la delincuencia.
Costa Rica tiene en estos momentos una miseria extendida. Y comienzo (aunque me llamen sindicalista con el tono insultante que algunos han puesto de moda), por decir que hace veinte a�os la miseria era menor en intensidad y n�mero, y que el abandono flagrante de las pol�ticas sociales que se ven�an ejecutando, con base en el abandono en que algunos sabios de misa y olla dijeron que esas pol�ticas estaban �agotadas�, es en buena parte el culpable del crecimiento de la miseria.
La miseria es mala consejera. El miserable llega a desesperarse y termina por delinquir. Esa puede ser una causa de los asaltos y los robos. La miseria conduce tambi�n a la drogas, pues la droga es una fuga, y el miserable drogadicto es dos veces delincuente. Y a estas alturas no se sabe que ning�n organismo p�blico o privado est� haciendo algo por tratar a los drogadictos. Es m�s agradable viajar con frecuencia a Taiw�n que formular una pol�tica de recuperaci�n para esos desgraciados.
Pero el origen de los delitos de sangre, de los asesinatos y atentados contra la vida y la integridad del ser humano, es otro. Algunos se limitan a enunciar un lugar requetecom�n: crisis de valores, pero no dicen cu�les valores han entrado en crisis ni se preguntan o se responden por qu�.
Ciertos valores morales como el respeto a la vida, se han inculcado hist�ricamente por medio de la religi�n y la familia. Pero tambi�n la educaci�n se ha ocupado de ello. �Cu�l de esos tres �rganos ha fallado? La familia por supuesto, pues el proceso de desintegraci�n que ha sufrido le impide predicar valores morales con el ejemplo. Y me temo que la educaci�n tambi�n. En el aspecto pol�tico y para efectos de la corrupci�n de cuello blanco, me atrevo a culpar a la educaci�n, pero en el terreno de los valores puramente morales y espirituales como el respeto a la vida ajena, no puedo ser tan radical.
Y vuelvo a lo mismo. No se investiga suficientemente. No se llega a conclusiones. No se le fijan responsabilidades a la escuela, ni al olvido que ha hecho el Estado de sus obligaciones sociales para dedicarse a propalar �valores� como la productividad y la competitividad, que no tienen ning�n respaldo filos�fico, religioso ni moral, solamente comercial y capitalista.
Cada asesino, cada agresor, es un caso que se debe estudiar. No para justificarlo sino para entenderlo. Y, por supuesto, dej�monos de la pendejada esa de tener a los delincuentes sueltos con el pretexto torpe de que la c�rcel no los reforma. Por supuesto que no los reforma, y eso todo el mundo lo sabe. Pero los priva de la oportunidad de cometer nuevos delitos. La c�rcel no es para castigar ni para reformar, sino para salvaguardar la seguridad y los derechos de los ciudadanos que no est�n en la c�rcel.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 13 de Agosto 2005
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