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Chisporroteos

Alberto F. Cañas | 10 de Agosto 2005

El enorme aumento de la delincuencia que ha experimentado este pa�s en los �ltimos a�os, es constantemente objeto, digamos, de denuncias. Pero lamentablemente, nunca de an�lisis. Es cierto que una buena cantidad de asesinatos es obra evidente de pandillas conectadas con el narcotr�fico, pero no podemos creer que el narcotr�fico sea el �nico responsable de lo que ocurre� aunque en un buen porcentaje, la droga misma s�. Sobre todo la droga que est� al alcance de los pobres y les permite olvidarse a ratos de su miseria.

Debo aclarar que cuando estoy escribiendo sobre delincuencia, no lo hago sobre la llamada �de cuello blanco�, suficientemente conocida, descubierta y se�alada, (aunque todav�a no castigada ni suprimida) sino sobre la que antes, no s� si todav�a, llam�bamos �de cuello azul�, que tiene or�genes, componentes y protagonistas en estratos de la sociedad m�s bajos econ�mica y culturalmente, que aquellos en que florece la de cuello blanco.

Hay un hecho claro: la delincuencia internacional de pandillas encuentra adeptos, ramificaciones y ejecutores dentro de Costa Rica. Y otro: que un alarmante y creciente n�mero de delitos contra la propiedad y contra la vida, tienen como protagonistas a nacionales no conectados con organizaciones for�neas.

Los cr�menes pasionales est�n siendo en Costa Rica m�s numerosos que los juegos de f�tbol. Todos los d�as matan a alguien. Mayoritariamente a mujeres, y esto, que se pretende a veces controlarlo con ingenuas leyes que no conducen a ninguna parte, debe investigarse en sus or�genes, al igual que todo lo que se refiere a la delincuencia local, porque la de extranjeros es otra cosa. Y es que el costarricense ha tenido siempre fama de violento. Pero la educaci�n ha logrado en ciertas �pocas atemperar esa disposici�n.

Hay que repetir que la delincuencia de cuello azul se origina en los estratos m�s pobres de la sociedad. Entonces, para hablar de ella debemos comenzar por darnos cuenta y proclamar que esos estratos han aumentado en cantidad y en pobreza en las �ltimas d�cadas. Dej�monos de tonter�as y admitamos, que las pol�ticas que ha desarrollado el Estado costarricense en los �ltimos veinte a�os, desde que reneg� de las ideas de Alfredo Gonz�lez Flores, Jorge Volio y Jos� Figueres acus�ndolas de �estatistas� y proclam�ndolas �agotadas� (de lo que no se han enterado en Escandinavia), han incrementado el n�mero de miserables y la intensidad de su miseria (y tambi�n el n�mero de ricos y la intensidad de su riqueza, pero eso no importa ahora).

Me propongo continuar con el tema el pr�ximo s�bado.

(La Rep�blica)

Alberto F. Cañas | 10 de Agosto 2005

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