El hecho de que un teatro comercial haya decidido reponer la comedia de Jorge Arroyo L��nima sola de Chico Mu�oz, contiene elementos importantes que es conveniente destacar. Por ejemplo, el hecho de que Lucho Barahona, responsable de la decisi�n, vuelve por sus fueros y nos recuerda que durante algunos a�os �l fue parte muy importante y co-responsable de una de las campa�as teatrales m�s notables, fruct�feras, eficaces y culturalmente responsables que San Jos� haya conocido, en asociaci�n con los inolvidables B�lgica Castro y Alejandro Sieveking, campa�a que demostr� que una sala teatral pod�a ser comercialmente exitosa sin caer en la chabacaner�a y la estupidez que �ltimamente nos acogotan, simplemente a base de talento y probidad cultural.
Se me ocurre que los que escrib�amos para el teatro en ese entonces, busc�bamos (como el Teatro del �ngel) un equilibrio entre el inter�s comercial y el contenido art�stico, pues nadie hace teatro ni hace nada con el prop�sito de perder dinero, y que en eso nos acompa�aban los grupos teatrales como el del teatro del �ngel, el Arlequ�n, y el Teatro Universitario mismo. Esto fue antes de que se produjera la brutal bifurcaci�n: unos se fueron tras la taquilla f�cil, y el TU tras la experimentaci�n minoritaria que conduce a lo incomprensible, o sea a la incomunicaci�n, que probablemente sea el m�s grave delito en que puede incurrir o que puede cometer un creador art�stico o literario. Ambas tendencias se apartaron del p�blico teatral verdadero: el p�blico educado que busca categor�a art�stica y literaria en el espect�culo aunque no se interese mayormente en los experimentos y �propuestas� de los que buscan notoriedad mediante lo exc�ntrico.
No es un gran problema pero algunos lo convierten en un gran problema. El teatro vive del p�blico. El teatro busca cultivar un espectador que sea capaz de apreciar y evaluar la calidad. Ese p�blico aspira en tocas las ciudades del mundo que tienen teatro, a recibir lo que podr�amos llamar el �mensaje� de los autores, y no los caprichos de los int�rpretes (el director teatral es un int�rprete).
Ahora bien, siendo el espect�culo teatral producto de la colaboraci�n de mucha gente (autor, escenogr�fo, compositor, director, iluminador, core�grafo, actores y actrices), la funci�n teatral algo tiene de creaci�n colectiva. Pero esa creaci�n colectiva no tiene como finalidad lucir la labor espec�fica de uno de los que en ella participan, sino la de todos, que, en conjunto, le entregan al espectador la interpretaci�n de lo que el dramaturgo (que es el que inicia la cadena) quiso decir, ll�mese ese dramaturgo Esquilo o Jorge Arroyo, con mucha gente y muchos siglos entre uno y otro.
El asunto pinta bien. Adelante con los faroles y buena suerte para mis amigos Lucho y Jorge.
(La Rep�blica)
Alberto F. Cañas | 12 de Julio 2005
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