Como todo en este mundo termina por aclararse, ya se va aclarando que quienes hemos objetado ciertas cl�usulas del Tratado de Libre Comercio que no tienen nada que ver con el libre comercio (libre intercambio de mercader�as entre los pa�ses firmantes), sino con la estructura que a los costarricenses nos ha dado la gana darle a nuestra Rep�blica, no somos los malsines anti-patriotas que se ha querido hacer creer, sino que nuestra posici�n es congruente, veros�mil y lo que es mejor, plausible y con futuro. Y es que, seg�n parece, el Congreso de los Estados Unidos est� mejor integrado que nuestra Asamblea Legislativa.
Porque ya va quedando claro, no s�lo por argumentaci�n de costarricenses entendidos, sino de norteamericanos (que a lo que parece gozan en ciertos c�rculos de aqu� de mayor cr�dito intelectual que los ticos), que el bendito tratado contiene ciertas cl�usulas que es menester arreglar� por inter�s de los Estados Unidos, cosa que me lleva a pensar, acaso inocentemente y ustedes perdonen, que por inter�s de Costa Rica tambi�n se podr�an arreglar las cl�usulas de que tanto se ha venido hablando aqu�.
O sea que las posibilidades de di�logo no se han cerrado como afirmaban rotundamente algunos. Y esto es l�gico, porque las personas que �negociaron� el tratado en representaci�n de Costa Rica, no sostuvieron ni aceptaron ning�n di�logo con los ciudadanos del pa�s, y firmaron lo que firmaron sin preguntarle nada a la opini�n p�blica. Negociaci�n en secreto se llama esa figura, y ya sabemos todos que el secreto no forma parte de la estructura pol�tica de Costa Rica, seg�n lo ha sostenido repetidamente la prensa y lo han confirmado los tribunales.
De suerte que cuando apareci� que lo negociado en secreto no era totalmente favorable a los intereses generales de Costa Rica, surgi� lo que ha surgido, entre imprecaciones, maldiciones y blasfemias, por no mencionar las imprescindibles fil�picas anti-sindicales.
La cosa se endereza, lo cual, como todo el mundo lo sabe, es lo mejor que puede ocurrir.
Sinceramente, yo esperaba que el presidente Pacheco vetara la ley que convirti� ciertas festividades patri�ticas en negocio de hoteleros. Dejo aqu� constancia de mi problema de profesor que dicta un curso universitario los d�as lunes, y de paso, de descendiente de uno de los participantes en la batalla de Rivas y por lo tanto ardiente enemigo de William Walker y de los filibusteros, cosa que, seg�n un querido amigo m�o, explica mi posici�n ante acontecimientos y transformaciones que venimos padeciendo hace dos d�cadas.
La Rep�blica
Alberto F. Cañas | 11 de Mayo 2005
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